El poder la identidad

El poder la identidad

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Con toda seguridad, lo más valioso que usted puede hacer por sí mismo al comenzar el año es examinar su propia identidad. Nadie, individuo, pueblo o nación, va a ningún lugar si no sabe quién es (ni dónde está).

El tema de la identidad es un asunto fundamental, tanto para la colectividad nacional, como para cada individuo, persona o grupo social. Se trata probablemente del concepto más poderoso.

El término identidad es parte del habla diaria; la gente común lo da por un concepto familiar y conocido.

Pocos se detienen a pensar en su significado e implicaciones. Con lo cual, dicho uso al descuido va agregándole vaguedad y confusión; convirtiéndolo en una noción sin valor ni utilidad para el entendimiento de la realidad que intenta significar; ni para entender los problemas que padecen individuo, sociedad y cultura; las consecuencias funestas que suelen derivarse de dicha ignorancia y confusión.

La palabra identidad proviene del latín “identitas”, “idem”, que significa “lo mismo”. Filósofos y matemáticos demostraron que una cosa es siempre igual a sí misma; que dos cosas iguales a una tercera, las tres son iguales entre sí. En el lenguaje común y también en el lenguaje cultivado, se utiliza mucho este término para referirse a asuntos relacionados con arte y folklore.

También se utiliza en política, actividades gremiales y organizacionales, donde se procura que todo miembro comparta las características, metas, valores y normas del grupo.

Se utiliza en mercadeo, especialmente para lograr que un producto tenga “personalidad o identidad” propia, para que los consumidos lo “identifiquen”, lo diferencien favorablemente de otros productos.

El lenguaje estatal, legal, identifica a cada ciudadano o persona jurídica como un ente diferente de cualquier otro miembro de la nación o Estado; se realiza un registro, cédula, inscripción o patente, códigos, numeraciones, marcas y símbolos diferenciales.
También es importante entender los usos del verbo “identificar o identificarse”.

Primeramente, se refiere a una acción del propio sujeto, de mostrar o demostrar la pertenencia a un grupo nacional o categoría o tipo de cualquiera especie, por ejemplo, para acceder a un lugar restringido a mayores de edad o a socios. O diferentemente, se refiere a una actitud o comportamiento consistente en mostrar simpatía o apoyo a una persona, idea, proyecto, o equipo deportivo.

Conviene observar a personas que poseen una nacionalidad legal, voluntariamente “identificarse” con valores y comportamientos propios de otros grupos y culturas. Siendo a menudo considerados desertores o desleales.

Sospechosamente, abundan publicaciones en las que, contrariamente a la formalidad que exige la actividad científica para entender de qué se habla. Ni se parte de una definición de identidad; como dando por sentado que, siendo la identidad algo tan elemental, fundamental y personal para cada individuo, todo el mundo sabe de qué se está hablando.

Pero debe mover a mayor preocupación que esa nebulosa linguo-conceptual opere como una sombrilla de universalismo, acaso una estrategia de dominación de tipo globalista; que ignora que la mejor manera de unir la humanidad es conociendo y respetando la dignidad individual de hombres, pueblos, y naciones.

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