Desde el ámbito de la literatura, la narrativa es un género que se caracteriza por la sucesión de acciones relacionadas entre sí que, vistas en conjunto, forman una historia o relato. Además, se dice que la narración es la manera de contar una secuencia o una serie de acciones realizadas por unos personajes determinados a lo largo de un intervalo de tiempo determinado.
Tomando como punto de referencia los aspectos sustanciales que rodean el concepto estructural de la narración, podría decirse que el sector empresarial o corporativo dominicano actual, ha logrado construir, difundir y posicionar su propia narrativa, a partir de su pensamiento, toma de decisiones, actuaciones, vínculo social y la comunicación institucional y comercial.
La estética con la que se cuentan y difunden las historias de los hechos de la narrativa corporativa dominicana, no así con la ética requerida, se asemeja a los requerimientos técnicos básicos que exige la narración como género literario. En pocas palabras, la narrativa empresarial o corporativa de RD, es una plataforma formidable para gestionar la posverdad. Detrás de cada una de sus historias, medios y personajes, hay una mentira, una ficción, una manipulación, una intención perversa y fríamente calculada.
El pensamiento, las decisiones, actuaciones, relaciones, comunicación e intereses de los actores clave del sector empresarial o corporativo dominicano, siempre se han enmarcado en la lógica del fin justifica los medios y del sálvese quien pueda. Los viejos y jóvenes empresarios dominicanos de hoy, están hechos del mismo material inservible que los esclavistas de siglos pasados.
En el proceso de elaboración y difusión de la narrativa corporativa dominicana, subyacen diferentes y variados yerros. Por ejemplo, mentiras de todos los tamaños, ficciones con y sin creatividad, manipulaciones salvajes y sutiles, ocultamiento de malas prácticas, compra y venta del talento humano. Los contenidos de la narrativa empresarial o corporativa dominicana, provienen de su forma de pensar, decidir, actuar, relacionarse y de comunicarse.
En República Dominicana, igual que en otros países del mundo, las historias que alimentan la narrativa de los grupos empresariales o corporativos, son empleadas como recurso mediático para tapar hechos y situaciones derivados de sus malas prácticas gerenciales y de negocios. Para verificar la naturaleza y magnitud de lo que esconden las corporaciones, basta ver y analizar las denuncias que se visibilizan en la primera y segunda temporada de Rotten. Entiéndase, documentales difundidos por Netflix, en los que se denuncian muchas de las acciones negativas que han dañado la reputación, la credibilidad, el permiso social, el capital relacional y la imagen pública de marcas globales, las que siempre han vivido de la apariencia y el espejismo.
La mayoría de los grupos corporativos dominicanos, con el propósito deliberado de proporciónale algún nivel de credibilidad a su narrativa, suelen incurrir a la compra de jugadores estelares, los cuales juegan distintas e importantes posiciones en el terreno de juego de sus múltiples negocios. En la narrativa empresarial dominicana, son diversos los personajes que narran sus relatos. Por ejemplo: comunicadores sociales, abogados, economistas, jueces, políticos, intelectuales, profesionales, sindicalistas, legisladores, propietarios de medios de comunicación, influencers, opinadores públicos, religiosos, académicos, poetas, escritores y hasta comediantes de poca monta. Además, financian viajes a periodistas para que asistan a eventos nacionales e internacionales, los cuales se relacionan con algunos de sus negocios.
Las historias que nutren la narrativa corporativa dominicana, por lo general, se construyen a partir de mentiras disfrazadas de verdades, de ficciones enmascaradas de realidades, así como hallazgos científicos provenientes de la Neurociencia. Los responsables de elaborar la narrativa de los grupos corporativos dominicanos, disponen de todos los medios y recursos para persuadir y manipular las actitudes, comportamiento, opiniones, creencias y las decisiones de las audiencias. Parecería que entre el discurso empleado por la narrativa del sector empresarial dominicano y su práctica cotidiana, no hay sinergia y consistencia.
Entre las categorías más frecuentes de la narrativa corporativa dominicana, figuran las siguientes: ética, transparencia, solidaridad, responsabilidad social, equidad, resiliencia, empatía, ciudadanía responsable, producción limpia, erradicación de la pobreza, empleos decentes, respeto a los valores patrios, justicia social, entre otras verborreas. En el terreno de los hechos, estas palabras solo existen como recurso estético del discurso. En resumidas cuentas, las historias que sustentan la narrativa empresarial dominicana, se construyen y difunde con el propósito de incidir deliberadamente en las emociones, sentimientos, valores, principios y creencias de las personas.
Con tristeza, ira y dolor hay que reconocer que el talento humano que ha trabajado en el proceso de elaboración y difusión de la narrativa corporativa dominicana actual, ha sido exitoso, ya que ha logrado posicionar en las mentes de importantes segmentos de la sociedad dominicana, determinados activos intangibles de las marcas y grupos empresariales para los que laboran, los que en honor a la verdad no poseen. ¿Cuál es la valoración que tienen los ciudadanos de clase media y los trabajadores, con respecto a la: reputación, credibilidad, responsabilidad social, confianza, imagen pública, ética y al respeto y cumplimiento de las leyes por parte de los grupos corporativos dominicanos?
Hasta el día de hoy, las historias de la narrativa mediática del sector empresarial dominicano, han permitido que sus empresas sean percibidas más como entidades económicas, que como sujetos sociales. En este ámbito, podría afirmarse que gracias al poder que tienen la forma y contenidos de sus relatos internos y externos, han logrado una proporción significativa de poder político y social, así como capacidad para influenciar el curso de la opinión pública e incidir en las decisiones de alto impacto socioeconómico en RD. La realidad es que la narrativa corporativa dominicana oculta más verdades que las que dice.
El chantaje y el soborno a presidentes de la República, a legisladores, a jueces, a dueños de plataformas mediáticas, a líderes sociales, religiosos y académicos, también han formado parte de los contenidos que sustentan la narrativa corporativa dominicana actual, con la que los empresarios han logrado mantener y multiplicar sus riquezas materiales. Los encargados de gestionar la narrativa corporativa dominicana, han incorporado a ella otros mecanismos de alto impacto. Por ejemplo, la creación de estructuras orgánicas formales: CONEP, COPARDOM, AIDR, FINJUS, EDUCA, PAEAC, entre otras.
Un ejemplo fehaciente del poder que ha ejercido la narrativa corporativa dominicana en la toma de decisiones que se llevan a cabo en los órganos del Estado, es lo relativo a la elaboración, aprobación y modificaciones de la Ley 87-01, mediante la cual el Estado dominicano decidió entregar la seguridad social al sector financiero, a empresarios nacionales y foráneos, para que hagan grandes negocios con los servicios de salud, las pensiones y los riegos laborales.
En síntesis, las historias que rodean la narrativa corporativa dominicana, están fríamente calculadas. Con ellas, el sector empresarial busca afianzar su cuota de poder en los ámbitos social, político, económico y académico. Definitivamente, por más creatividad y recursos empleados en la narrativa empresarial dominica, ésta carece de credibilidad y sus historias son incongruentes e inconsistentes. Solo los más estúpidos pueden creer en las historias que construye y difunde la narrativa corporativa de RD.