Causa gran espanto y preocupación las declaraciones del doctor Leonel Fernández en su artículo publicado al país en el periódico Listín Diario el 10 de febrero del 2014, y titulado “El Poder y el Liderazgo: entre puestos y sobrecitos”.

El análisis del expresidente es sumamente vital porque pone al desnudo la mente de un hombre que manejó los destinos del poder en República Dominicana durante doce años y que sigue y seguirá gravitando por mucho tiempo en la vida de la nación. Él, que fue un hombre que en los últimos años frente a la cosa pública administró sus palabras con mucha cautela, ahora prácticamente se confiesa ante todos revelando pecados y razones para cometerlos. Mi atención no es en el elemento político, sino el aspecto ético y moral esgrimido abiertamente.

El expresidente deja bien en claro que vivimos en una sociedad donde parece que la verdad y que los valores no sirven de nada. Lo importante es llegar y lograr lo que se quiere, sin importar los recursos que se utilicen y los daños que se les hagan a los principios y a los valores.

La mentira, el engaño, la falsedad de carácter, el desdoblamiento, la corrupción y la maldad… son las cosas que imperan hoy día. Cada día se hace más difícil en quién se pueda creer o confiar.

Los antivalores se extienden hasta llegar a tocarlo todo, desde lo político, empresarial hasta lo religioso. Y el mensaje claro es que parece que es imposible lograr llegar a una posición de importancia y de decisión en nuestra sociedad sino se hace uso de estos elementos perversos. El problema no está sólo en quien corrompe sino, además, en quienes ponen como condición a su apoyo la compra de conciencia.