El polonio 210, una mercancía industrial

<p>El polonio 210, una mercancía industrial</p>

POR WILLIAM J.
NUEVA YORK – El rastro de indicios en la misteriosa muerte de Alexander V. Litvinenko podría llevar a Moscú, como el ex espía afirmó en su lecho de muerte. Pero solucionar el drama policial nuclear podría resultar más difícil de lo que Scotland Yard y muchos científicos anticiparon al principio.

El factor que lo complica todo es la relativa ubicuidad del polonio 210, la sustancia altamente radioactiva encontrada en el cuerpo de Litvinenko y ahora en altos niveles en el cuerpo de un asociado italiano, que ha sido hospitalizado en Londres. Expertos inicialmente lo llamaron bastante raro, y algunos afirmaron que sólo el Kremlin tenía los medios para administrar una dosis letal. Pero averiguaciones públicas y privadas han demostrado que proliferó bastante ampliamente durante la era nuclear, últimamente como una mercadería industrial.

«Se puede conseguir fácilmente», dijo el doctor William Happer, físico de Princeton que ha asesorado al gobierno estadounidense sobre asuntos forenses nucleares. «Y es un camino terrible que recorrer».

Hoy, el polonio 210 puede aparecer en todo desde bombas atómicas hasta cepillos antiestáticos y el humo de cigarrillos, aunque en el último de los casos sólo están involucradas cantidades mínimas. Irán produjo cantidades relativamente grandes de polonio 210 en lo que algunos expertos llaman un esfuerzo secreto por desarrollar armas nucleares, y Corea del Norte probablemente lo uso para desencadenar su reciente estallido nuclear.

Comercialmente, sitios de Web y compañías venden muchos productos basados en polonio 210, con etiquetas que advierten de riesgos para la salud. Según algunas estimaciones, una dosis letal podría costar 22.50 dólares, más impuesto. «La radiación que produce el polonio es peligrosa si el material sólido es ingerido o inhalado», advierte la etiqueta de un cepillo antiestático. «Manténgase lejos de los niños».

El doctor Peter D. Zimmerman, profesor del departamento de estudios bélicos de King»s College en Londres, dijo que los muchos usos industriales del polonio 210 amenazaban con complicar los esfuerzos por solucionar el caso de Litvinenko. «Es una gran novela de Agatha Christie», dijo. «Ella no podía haber escrito algo más misterioso que esto».

Litvinenko, de 43 años y crítico abierto del gobierno ruso, murió el 23 de noviembre después de una enfermedad traumática en la cual sus órganos fallaron y el pelo se le cayó. Mientras yacía moribundo, afirmó que había sido envenenado y culpó al presidente de Rusia, Vladimir V. Putin. El Kremlin desestimó la acusación como absurda.

Las autoridades británcias pronto encontraron que Litvinenko había muerto de envenenamiento con polonio 210 en lo que parecía ser su primer uso como arma mortal. Los teóricos de la conspiración dijeron que Rusia tenía el motivo y los medios, señalando su larga historia de trabajo con polonio, así como con asesinatos creativos. El reciente descubrimiento de rastros de radioactividad en aviones comerciales británicos que vuelan hacia y desde Rusia ha intensificado las sospechas.

Como en cualquier buen misterio de asesinato, el carácter mortífero fue presagiado. Marie Curie, quien descubrió el elemento radioactivo en 1898 y lo bautizó en honor de su Polonia natal, organizó su estudio cerrado. Uno de sus trabajadores murió en 1927 por aparente envenenamiento, según Susan Quinn, autora de «Marie Curie: Una Vida» (Simon & Schuster, 1995). Otra empleada perdió el cabello.

Al principio, las minas proporcionaban muestras minúsculas casi invisibles al ojo humano. Pero el debut de los reactores nucleares permitió a los cientícios producir polonio 210 a montones. La sustancia emite abundantes rayos subatómicos, y el Proyecto Manhattan en 1945 los usó para activar las primeras bombas atómicas del mundo. Esos iniciadores se volvieron el estándar global para las armas nucleares básicas.

El Presidente Dwight D. Eisenhower, ansioso de promover los «atómos para la paz» hizo que los rayos del polonio 210 se convirtieran en electricidad para los satélites. Pero las baterías perdían poder con relativa rapidez debido a la breve vida del material, sólo 138 días. Estados Unidos hizo pocas de esas naves espaciales.

Para los años 60, a los investigadores les preocupaban cada vez más los efectos mortales del polonio 210. Investigadores de Harvard lo encontraron en el humo del cigarrillo y argumentaron que sus concentraciones eran lo suficientemente altas para hacer que su radioactividad fuera un factor que contribuía al cáncer de pulmón.

Vilma R. Hunt, quien ayudó a dirigir los estudios, llamó al polonio 210 una pesadila para los empleados del sector salud, y quizá los investigadores, porque tenía a moverse en formas inesperadas. «Trepa las paredes», dijo en una entrevista. «Puede perderse por un tiempo y luego regresar».

Aunque es peligroso si se respira, se inycta o se ingiere, el material es inocuo fuera del cuerpo humano. La piel o el papel pueden detener sus rayos.

Las compañías industriales encontraron que el polonio 210 era idean para producir eliminadores estáticos que remueven el polvo de películas, lentes y básculas de laboratorio, así como de plantas de papel y textiles. Sus rayos producen una carga eléctrica en el aire cercano. Partículas de polvo con estática atraen el aire cargado, el cual las neutraliza. Una vez libre de estática, el polvo es fácil de soplar o barrer.

Los fabricantes de aparatos antiestáticos se esfuerzan por hacer al plutonio difícil de remover. Aun así, Zimmerman de King»s College dijo que pudiera hacerse con «trabajo de laboratorio cuidadoso», el cual declinó describir.

La Sociedad de Física para la Salud, un grupo profesional en McLean, Virgina, que distribuye información sobre seguridad en caso de radiación, estima que una dosis letal de polonio 210 es 3,000 microcuries (una medida de radiación bautizada en honor de Marie y Pierre Curie). Otros expetos sitúan la cifra ligeramente más alta.

Un ventilador antiestático producido por NRD, de Grand Island, Nueva York, contiene 31,500 microcuries de polonio 210; o, en teoría, más de 10 dosis letales. La unidad a menudo se vende comercialmente en 225 dólares. Repetidas llamadas a NRD no fueron contestadas, pero la compañía en folletos de venta describe a sus productos como inusualmente seguros.

Los cepillos antiestáticos de la compañía contienen menos polonio, típicamente 500 microcuries de radiación. El cepillo de tres pulgadas a menudo se vende en la Web en 33.99 dólares. En teoría, al gastar 203.94 dólares, antes de impuestos y cargos de envío, y luego de ensamblar seis cepillos, alguien con experiencia de laboratorio pudiera acumular una dosis letal.

En Tennessee, el Laboratorio Nacional de Oak Ridge vende docenas de tipos de materiales nucleares raros a fabricantes estadounidenses. Pero Bill Cabage, un portavoz del laboratorio, dijo que no vendían polonio 210 porque Rusia podía producirlo a más bajo costo.

«Eso es típico» de los radioisótopos exóticos, dijo. «No podemos competir con sus precios».

La semana pasada, el máximo funcionario nuclear de Rusia dijo que exporta 8 gramos de polonio 210 al mes, ó 96 gramos al año, a Estados Unidos. Esa cantidad parece diminuta, pero en teoría es suficiente para miles de dosis letales. También dijo que Rusia no ha hecho exportaciones a Gran Bretaña en los últimos cinco años. «Las denuncias de que alguien lo robó durante la producción son absolutamente infundadas», dijo Sergei Kiriyenko, director de la Agencia Federal Rusa de Energía Atómica. «Los controles son muy estrictos».

Funcionarios rusos han llamado repetidamente a la muerte de Litvinenko una parte de un esfuerzo coreografiado para desacreditar a Putin. Pero pese a esas negativas, tabloides británicos han tendido a culpar al Kremlin, y el asunto ha tensado las relaciones entre Londres y Moscú.

Expertos nucleares dijeron que el aparente origen de mucho del polonio 210 del mundo en Rusia, incluidas cantidades usadas en productos estadounidenses, significaba que las investigacioens sobre de dónde provino la toxina probablemente revelarían poco. Lo que sería sorprendente, dijeron los expertos, sería que la toxina radioactiva resultara haber sido producida o extraída fuera de Rusia.

Sin embargo, varios expertos hablaron de la posibilidad de que un examen cuidadoso de los residuos de polonio 210 del cuerpo de Litvinenko o de los múltiples sitios donde se han encontrado en todo Londres pudieran revelar huellas nucleares que arrojarían luz sobre el confuso caso.

«Lo que están buscando son contaminantes radioactivos producidos al mismo tiempo», dijo Happer de Princeton. «Harán lo mejor que puedan técnicamente», esperando encontrar una semejanza entre las muestras de Londres y los atributos conocidos de las existencias de polonio 210 del mundo. «Pero mi suposición», añadió, «es que se necesitará un informante» para aclarar el misterio.

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