El por ninguno

El por ninguno

Una de las pocas novedades de esta campaña ha sido el movimiento a favor de que se incluyera en la boleta electoral una casilla para votar en blanco o por ninguno. El argumento central de la propuesta es que muchos votantes desean adherirse al derecho y deber democrático de votar, pero no creen en los nominados.

Un conjunto de frases capta el sentir de los auspiciadores de esta moción, en su mayoría aglutinados en organizaciones de jóvenes: “Ninguno es serio, vota por ninguno”; “ninguno cumple, vota por ninguno”; “ninguno trabaja por ti, vota por ninguno”; “ninguno te representa, vota por ninguno”; “ninguno vale la pena; vota por ninguno”; “ninguno cree en ti, vota por ninguno”; “ninguno lo hará bien, vota por ninguno”; “ninguno te respeta, vota por ninguno”.

La petición de la casilla fue rápidamente rechazada por la Junta Central Electoral, bajo el argumento de que la legislación electoral dominicana no contempla el concepto del voto en blanco.

Indiscutiblemente, desde el punto de vista lógico del propósito de las elecciones, la casilla en blanco no tiene sentido. El objetivo en unas elecciones es elegir candidatos y candidatas a cargos públicos para formar gobierno.

Pero el objetivo específico del movimiento por ninguno no es que no se forme gobierno, sino llamar la atención sobre el desencanto de un segmento de la población con las candidaturas existentes, y restar legitimidad a quienes sean electos para que se mejore en el futuro la oferta de candidatos.

De existir la casilla para emitir el voto en blanco, se podría registrar la cantidad de personas que activamente rechazan las candidaturas. Enfatizo la palabra activamente, porque las personas insatisfechas con los candidatos tienen la opción de abstenerse en los sistemas electorales que no imponen la obligatoriedad del voto, como es el caso dominicano.

La principal desventaja de la simple abstención es que los votos de los desafectos activos no se computan como tal, y no hay manera de distinguir entre quienes se abstuvieron como protesta y quienes lo hicieron por otras razones.

Es decir, el voto en blanco es un acto explícito de rechazo a los candidatos, mientras que la abstención es un acto pasivo, que puede o no significar rechazo a los nominados.

Además, una casilla para el voto en blanco, puede motivar otros electores descontentos, no involucrados directamente con la corriente del voto en blanco, a marcar esta opción a la hora de votar.

El movimiento por ninguno enfrenta, sin embargo, serios obstáculos para cuajar como alternativa de impacto político en la sociedad, aún si mucha gente estuviera de acuerdo con la idea de que ningún candidato o candidata vale la pena.

Primero, ni los partidos ni la Junta Central Electoral tienen interés en validar esta opción que deslegitima su razón de ser. Segundo, el voto en blanco no resuelve el problema central del sistema político de producir mejores candidatos, y sobre todo, mejores funcionarios después que son electos. Tercero, si el movimiento por ninguno se mantiene pequeño y marginal, no tiene un impacto efectivo en el proceso electoral, exista  o no la casilla del voto en blanco en la boleta electoral. Cuarto, si el movimiento creciera y tuviera peso electoral, entonces sería más conveniente que se convirtiera en un movimiento político y nominara candidatos. A fin de cuentas hay que formar gobierno para el desempeño de las funciones públicas. El reto actual dominicano es construir alternativas políticas que transformen el conformismo de unos y la desafección de otros, e ilusionen amplios segmentos de la población con propuestas de cambio positivas.

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