Ante los problemas que tiene la Republica Dominicana, cualquiera podría pensar que la existencia de estos es porque en el pais no hay ideas, capacidades y entendimiento sobre cómo hacer que la nación se desarrolle y que la sociedad disfrute de principios justos.
Pero esa no es la realidad.
El país está lleno de estudios pertinentes, de análisis, de opiniones, de asesorías locales y extranjeras… acerca de cómo hacer que las cosas funcionen bien.
Esto indica que la razón fundamental es que el liderazgo político, económico y gran parte de las fuerzas vivas de la nación carecen de carácter honesto, de voluntad, de compromiso serio y de verdadero amor al pueblo para implementar variables de cambios.
La angustia y sufrimientos de muchos es la fuente de riquezas de los poderosos y gobernantes.
Los intereses del pueblo son negociados de manera corrupta.
Con politiquería, compra de conciencia y repetidas explicaciones para ingenuos justifican sus acciones.
Lo peor es que no hay una sociedad valiente capaz de exigir cuentas y pasar facturas.
Ante ese panorama, llega un momento en que las personas serias y con cierto nivel de conciencia se cansan.
Hace mucho leía asiduamente la columna de uno de los periodistas lumbreras del pais.
Pero de pronto dejó de publicar.
Un día le pregunté la razón y simplemente me dijo que ya no valía la pena.
«De qué sirve razonar con unos políticos y líderes corruptos y llenos de ambición», me dijo con un gran amargo en el alma.
Esto mismo pasa en el país dondequiera que se mueve un peso o hay una posición de poder, incluyendo la religión en general.