Cuando nosotros fungíamos como presidente de la Comisión Hípica Nacional, tratamos por todos los medios que el Reglamento Hípico, que reglamentaba todas las actividades hípicas, se cumpliera en todas sus vertientes.
De ahí que cuando surgía cualquier desavenencia entre cualquiera de los entes que incursionaban en el negocio del juego deporte de las carreras de caballos, se dirigían al organismo oficial, con el grito de vamos donde Luis El Leyista, y cuando los presentes entraban a mi oficina, la cual siempre estaba abierta, ya que nosotros siempre hemos sido alérgicos a tener cerrada la puerta, en ninguna de las oficinas en que nosotros hemos sido el superior, que dicho sea de paso han sido muchas, modestia aparte.
Decir como grito de batalla vamos donde Luis- El Leyista-, se popularizó en el desaparecido hipódromo Perla Antillana, porque sabían que las decisiones tomadas por nosotros y los demás miembros que componían el organismo oficial, siempre estaban apegados a los artículos establecidos en el Reglamento Hípico vigente, de ahí como nosotros éramos el presidente del organismo se nos pegó el apelativo de Luis El Leyista.
De ahí que las decisiones tomadas por los miembros que componíamos el organismo oficial, siempre nos acogíamos a lo que establecía el Reglamento Hípico vigente. De ahí que el ente, que resultaba favorecido con la decisión, salían gritando viva Luis el Leyista.
Publicamos esta columna para los lectores que gustan de las actividades hípicas y que siguen las actividades de cada uno de los ejemplares que se destacan en los diferentes hipódromos. Vamos a mantener informados a los que gustan de las actividades