El porvenir

El porvenir

Sin un Cristo redentor de los humildes y lleno de amor al prójimo no existiría el cristianismo. Si no creyera en un mejor mañana de seguro que me hubiera muerto hoy. Si no viviera cargado de grandes esperanzas hacia mi pueblo hace añales que estuviera enterrado. Sin un puñado de hombres y mujeres confiados en los ideales de Juan Pablo Duarte ahora no tendríamos una República Dominicana.

Carlos Marx reflexionando acerca de la historia decía que el asunto no era simplemente de estudiarla y analizarla sino de cambiarla. Juan Bosch, pretendiendo concretizar el sueño duartiano, creó el Partido de la Liberación Dominicana para llevar a cabo esa honrosa tarea. Concibió dicho instrumento político como una institución de organismos y no de personas, para garantizarles a sus miembros que el PLD no acabara siendo igual al Partido Revolucionario Dominicano.

Explicaba don Juan que era necesario: “estudiar a fondo la historia nacional, no como un relato de lo que había sucedido en nuestro país desde que la isla en que nos hallamos fue descubierta por Cristóbal Colón, sino para saber cómo ha estado constituida la sociedad que vive en la porción de la isla que lleva el nombre de República Dominicana, y naturalmente, cómo está constituida ahora; cuales han sido las fuerzas generadas por las diferentes clases y capas sociales que forman nuestro pueblo, porque para interpretar correctamente las causas de los males de una sociedad hay que conocerla en su pasado y en su presente, pero además hay que ver con claridad hacia dónde se dirige, qué le reserva el porvenir, dado que sin el conocimiento de lo que nos espera no podemos saber cómo debemos prepararnos para recibir lo que vendrá.

Un partido político es el producto de la sociedad en que se halla, pero al mismo tiempo no puede dedicarse sólo a las tareas de cada día sino que entre sus obligaciones está la de contribuir al desarrollo de la sociedad en la que actúa, y tiene que prepararse para ver con claridad no sólo lo que sucede en torno suyo sino además prever lo que sucederá para evitarlo si está llamado a ser dañino, o acelerarlo si está llamado a serle útil al pueblo”.

Varias décadas han transcurrido luego de esa reflexión boschista y todavía mantiene la vigencia y el frescor del primer día. Si me decido a reseñar esos dos párrafos es porque los considero pertinentes en esta hora crucial, en donde el reloj de la presente gestión de gobierno del Partido de la Liberación Dominicana comienza su conteo regresivo hasta agotarse. Que nadie alegue ignorancia y que ninguno argumente olvido. No hay plazo sin vencimiento y nada dura para siempre, decía mi abuela. Preparémonos para el inventario que este pueblo sabio habrá de realizar mañana alrededor de nuestros aciertos y desaciertos.

¿Cómo será el balance final?  ¡Sabrá Dios! Todo depende de lo que hagamos o dejemos de hacer en esta recta final.

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