El PPH sale del closet

El PPH sale del closet

POR HAMLET HERMANN
Fernando Lázaro Carreter, ese gran filólogo español, nos ayuda con su “El Nuevo Dardo en la Palabra” a entender el proceso de lo que se conoce como “salir del closet”. Se dice que fulano o fulana salió del closet cuando, rompiendo normas tradicionales, opta por evidenciar sus preferencias homosexuales. La aparición pública de una persona en su nueva dimensión sexual, según Carreter, viene a ser la culminación de un proceso de cinco etapas.

En la primera fase, la del secreto, la pareja del personaje no advierte su ánimo sexual. En la segunda, por la continuidad de la unión, la primera en enterarse es la compañera o compañero. Luego, en el tercer capítulo del proceso, algunos amigos cercanos empiezan a advertir sus preferencias. En la cuarta, desesperado, el individuo se resigna y hace pocos esfuerzos por ocultar sus gustos hasta que, al fin, abre la puerta del armario y a Dios que reparta suerte en el novedoso rol.

Se me antoja que el proceso degenerativo de los más altos funcionarios del gobierno, luego de la rotunda derrota electoral, se parece mucho al salto de machote a gay, aun cuando no tiene relación con el mismo. En su primera etapa de derrotados, los gobiernistas seguían siendo los guapos de Gurabo, de San Francisco de Macorís y de cualquier lugar que los hubiera visto nacer. Eran guapotes por antonomasia. Incluso habían diseñado un plan B para quedarse por la fuerza con la Presidencia por encima de la legalidad y de la observación de la comunidad internacional. Nadie era capaz de pensar entonces que la aparente valentía demostrada durante el reinado de cuatro años pudiera disminuir y, menos aún, desaparecer. La hombría del tradicional hombre del campo era el símbolo de ese gobierno y a nadie se le ocurría dar un paso atrás ni siquiera para coger impulso. Sin embargo, luego de pasados unos días de la proclamación de Leonel Fernández como Presidente electo, el comportamiento de guapo de barrio empezó a desmontarse gradualmente. Empezaba el proceso de mantener bajos perfiles y disminuir las provocaciones contra los opositores. Las páginas principales de los periódicos y los espacios televisivos dejaron de ser ansiados. Por la continuidad de la vinculación, los primeros en enterarse de que los machos no lo eran tanto, fueron la pareja y los más allegados. El ánimo empezó a cambiar y les entró un afán de borrar los rastros de cuanto hecho irregular habían cometido. Antes la prepotencia provocaba orgullo y la ostentaban como una medalla al valor. Pero habían perdido la apuesta electoral y su mundo dejó de ser lo que era.

Los machotes del gobierno también tuvieron su tercera etapa en la que los amigos empezaron a darse cuenta de que la guapería vociferada hasta días antes había sido puesta en “off”. El audio de sus provocaciones había sido desconectado como si un habitual apagón hubiera intervenido. No obstante, la discreción de los íntimos amigos se mantuvo para evitarles sonrojos ante los subalternos y los sometidos de días atrás. Pero la cuarta etapa se desató atropelladamente antes de lo que ellos pensaban. El Norte empezó a quitar visas y a amenazar con hacerlo. ¡Oh ironía que los más sumisos de la historia republicana estuvieran siendo condenados por sus otrora protectores que los acusaban de corruptos! El miedo a que las evidencias salieran a flote desde Estados Unidos disparó sus nervios y entraron en el proceso de rabietas. En su histeria no se cuidaban de ocultar los deseos de evitar, como fuera, el merecido castigo. Pagarían la cantidad de dinero que cualquiera pidiera con tal de evadir la sanción que ellos mismos admitían con su comportamiento. El espectro de “Vincho y familia” se cernía sobre ellos sin que pudieran contar con la impunidad y la inmunidad que su protector habitual les prodigó a través del desconocimiento de las leyes y de la Constitución. La derrota electoral había sido tan contundente que no habían podido siquiera hacer uso del derecho al pataleo.

Entonces compraron e intentaron comprar senadurías y diputaciones. El mercado persa en el que ellos convirtieron el Congreso Nacional estaba abierto al mejor postor y querían aprovecharlo. Curules congresionales aparecían en los anuncios clasificados del bajo mundo de la politiquería y los funcionarios corrían a participar en la subasta casi pública que se abría. Y fue así como los machotes del gobierno, en cinco etapas distintas, se convirtieron en su contrario abriendo la puerta del closet hasta exponerse como los seres temerosos y cobardes que siempre fueron.

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