No preciso en qué momento leí una entrevista donde el Lic. Danilo Medina se definía como un político pragmático. Valiente su auto- definición, debe aclararse que el pragmatismo (W. James) es una corriente filosófica, una forma subjetiva de pensar y de vivir; o, si mejor se quiere, de supervivencia.
En política viene a ser una especie de doctrina que agrupa un conjunto de personas donde la verdad reside en lo que más conviene al interés particular. Constituye una actitud utilitarista, como fundamento de la conducta humana, negadora de la verdad. Para el hombre pragmático, lo que es útil y ventajoso, separado de lo social y lo ética, es lo real y verdadero. Llevado a ultranza, es encubridor y peligroso. Tiene un poderoso aliado: la demagogia, que llega a ser, de acuerdo con Aristóteles, la perversión de la democracia.
Balaguer fue un gobernante eminentemente pragmático. Lo adoptó como doctrina política esperando ver caer el mango desde la sombra de la mata y así pudo alcanzar y perpetuarse en el poder por el tiempo que quiso.
Partiendo de su auto definición, el presidente Danilo Medina ha demostrado serlo durante su dilatada carrera política. Desde su ingreso al PLD pudo alcanzar posiciones cimeras, de manera astuta e inteligente, sirviendo a su partido para servirle al pueblo. Jamás confrontó de frente el poder avasallador de quien fuera y sigue siendo Jefe de su partido. Y tuvo la habilidad de sobrevivir y lograr su propósito esperando el momento propicio cuando, sin remenear la mata, el mango finalmente cayó en sus trémulas manos.
Su discurso de toma de posesión fue todo un poema revelador de lo que era capaz y lo que podía esperarse de su gobierno. Heráclito enseñaba: Destino es carácter. En eso no hubo engaño. Al discurso magistral, le siguió una serie de designaciones de funcionarios corresponsables y corruptos, sostenedores de pasado régimen. Era lo que la prudencia y su pragmatismo aconsejaban con una dosis de demagogia: Hacer lo que nunca se ha hecho.
Gustó su proclama cuando ratificó su compromiso con la sociedad, la ética y garantizó el comportamiento de los funcionarios de su gobierno, algunos no exentos de culpas, pero hubo sospecha de su intención al confirmar el nombramiento del titular de la Dirección de Ética e Integridad Gubernamental. Hoy el Presidente Medina se encuentra en aprietos. Buena parte de la sociedad civil y de la opinión pública pide la destitución del funcionario. Hay que reconocer que el abogado y político es figura polémica de renombre. Designado por el Presidente Leonel Fernandez, ha prestado grandes servicios a éste y a su partido PLD, como antes lo hiciera con el Dr. Balaguer y su partido Reformista, rémora del peledeísmo. De ahí sus licencias e insolencias.
Quizás, en honor al pragmatismo que ha iluminado su quehacer político, lo destituya del cargo y lo distinga luego con otra prestigiosa designación. Pero no ahora, sino cuando baje la marea y el caso deje de ser noticia de primera plana. Destino es carácter y el carácter de Danilo, su obra, está siendo puesto a prueba.