El PRD

El PRD

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
Contrario a lo que dicen, sostienen, pregonan y repiten los «sabios», «politólogos» «sociólogos y otros cuentistas, digo, «cientistas sociales» nuestra democracia es cada vez más sólida. Esfuerzos no han faltado de algunos carajetes por desacreditar el sistema democrático.

Encontraron el árbol de la libertad regado por esfuerzos, sacrificios, luchas, sangre, exilio y prisión política y lo quieren destruir. Desconocen que la falta de libertad produce una sensación de ahogo imposible.

Chacharean por radio, televisión y malgastan espacios en los medios escritos, para atentar contra el sistema, contra la libertad que ejercen de manera irresponsable.

Juegan al papel de futurólogos con vaticinios que sólo caben en enfebrecidas mentalidades de enemigos de la democracia.

Ello, porque la democracia es el sistema de los partidos políticos sin los cuales, contestatarios, libres, rabiosamente independientes, no existe. Los profetas del desastre, hablan, machacan, recalcan, vuelven a decir y preparan la opinión pública para que aparezcan, de cuando en cuando, «salvadores de la Patria» cultores de la violencia y la fuerza.

Minan el terreno sobre el cual trabajan los partidos libres donde se dan toda suerte de contradicciones, como contradictoria es la familia, el barrio, la sociedad. Desconocen el silencio impuesto desde el poder. No saben lo que es sentir la vigilancia de ojos inexistentes y de escuchas que se desconocen.

Los partidos son un reflejo de la sociedad en la que se desenvuelven. En los partidos hay de todo: organizados, desórdenes, inteligentes, brutos, con alta escolaridad, analfabetos, sanos, enfermos, diligentes, apáticos, estudiosos, desaplicados, trabajadores, vagos. Los partidos están formados por gente del común y por dos o tres vividores que quieren manejar la sociedad como si fuera posible ponerle el narigón con que se controlan los bueyes.

Políticos recién llegados a la mesa de la democracia, ignorantes de los obstáculos que fue preciso salvar para que se viva el momento político actual, abogan por el desconocimiento de la Constitución y las leyes, cuando ejercen el poder. ¡Cuán diferente es su actuación cuando están abajo!

La sociedad dominicana de hoy, con dificultades que crecen, con una difícil esperanza de aliento corto, con una situación de oscuridad que no se ve la luz al final del túnel, ha dado un gran espaldarazo a la democracia.Con denuncias de fraudes, pataleos de candidatos frustrados por el voto popular, bravatas y actitudes antidemocráticas de algunos, las convenciones de los tres paridos mayoritarios son un gran triunfo de la democracia.

En especial, lo ocurrido en el Partido Revolucionario Dominicano donde la libertad es una práctica constante, donde la dirigencia no puede amarrar el voto de sus miembros, con decisiones fruto de tenebrosas mentes que coartan los derechos de sus miembros. Para quienes no lo entienden, el Partido Revolucionario Dominicanos es una emoción, una corriente de opinión, una tradición.

En la campaña del 2004 hubo una consigna que de las más impactantes: «Perredeísta, desde chiquitico». Ello, porque el PRD se hereda, se lleva en la sangre y porque desde siempre ha sabido mantener el jacho prendío aunque los vientos de la tempestad intenten apagarlo.

El gran triunfo del PRD estuvo en la masa que votó de manera organizada y sabe aceptar democráticamente la victoria de los ganadores.

Eso sí, hay PRD para rato. ¿Estamos?

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