El PRD en derrotero enjabonado

El PRD en derrotero enjabonado

POR JUAN BOLÍVAR DÍAZ 
Al lanzarse precipitadamente a una campaña interna para elegir un candidato presidencial, a un año y diez meses de los próximos comicios,  el liderazgo del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) persiste en caminar de espaldas al sentimiento de la población, cansada del interminable activismo proselitista.

El partido blanco parece atrapado en un derrotero enjabonado, tras haber perdido el equilibrio al abandonar los principios y planteamientos programáticos que le dieron sustento en sus más de 6 décadas de existencia, sustituidos ahora por el imperio del dinero y el oportunismo sin cuartel.

Tras las dos últimas derrotas electorales, el perredeísmo está obligado a una introspección que imponga correctivos, lo que reclama ahora un grupo de dirigentes, pero que no será posible a menos que se produzca una profunda reacción en el liderazgo medio y las bases de esa organización.  

Derrotero enjabonado

No había concluido el procesamiento de los resultados de los comicios congresionales y municipales del 16 de mayo pasado cuando dentro del PRD se levantaron voces que proponían la inmediata elección del candidato para las elecciones presidenciales del 2008.

Pocos creyeron que tal planteamiento podría tener apoyo en la mayor parte de los dirigentes nacionales. Pero lo tuvo y a finales de junio ya se había aprobado que la convención eleccionaria fuera el 12 de noviembre próximo, lo que fue ratificado esta semana por una reunión impugnada del Comité Ejecutivo Nacional.

Al momento de la ratificación, lo que implica la apertura de una lucha interna, con el proselitismo público y apasionado que caracteriza a los perredeístas, faltaban todavía un año y diez meses para la elección presidencial. Si el candidato se escoge finalmente en noviembre tendrá que pasar un año y medio en campaña sometido a un proceso de desgaste y con un altísimo costo económico.

No se tiene memoria de que un partido haya escogido candidato presidencial casi dos años antes de una elección. Ni en el país ni en ningún nación al menos de América Latina. El PRD acostumbraba realizar su asamblea eleccionaria entre octubre y noviembre del año anterior a los comicios, es decir entre 6 y 7 meses antes.

Para la elección presidencial de 1996, el Partido de la Liberación Dominicana se adelantó escogiendo su candidato en mayo, un año antes. Pero entonces todavía no se celebraban comicios cada dos años y se registraba una coyuntura especial cuando ni Joaquín Balaguer ni Juan Bosch volverían a ser candidatos.

Al celebrarse las elecciones de mayo pasado, la opinión pública registraba un cansancio por lo prolongado que había resultado el proceso, cuando desde un año nueves meses antes se iniciaron las campañas internas de los partidos, en las cuales se gasto tanto dinero como en la general.

En los últimos años se ha generalizado la crítica a los partidos que viven en eterna campaña, al grado de que sectores que favorecieron la separación de las elecciones reclaman que vuelvan a juntarse.

Revaluar es lo primero

El adelanto de la elección del candidato presidencial ha sido decidido en contradicción con la opinión de los aspirantes a la nominación presidencial, exceptuando a Vargas Maldonado, lo que desde ya configura un escenario de confrontación que en nada beneficia la imagen del PRD ante la nación.

Milagros Ortiz Bosch, Rafael Suberví Bonilla, Enmanuel Esquea y Rafael Abinader, que ya fueron precandidatos para los comicios del 2004, junto a Virgilio Bello Rosa, Andrés Bautista García y Tomás Hernández Alberto, que se le adicionan, serían las siete octavas partes de los aspirantes y pasar por encima de ellos constituiría un grave tropiezo.

Estos son partidarios de que la convención eleccionaria del candidato sea alrededor de mayo del 2007, cuando falte siquiera un año para los comicios. Como condición previa señalan un proceso de introspección del perredeísmo, que los lleve a analizar las razones por las que el partido ha perdido su preponderancia y ha sufrido dos derrotas electorales consecutivas.

El grupo, junto a otros tantos dirigentes perredeístas emitió un documento  criticando la «desconexión del PRD con la sociedad», donde indican que carece de una política de oposición y de propuestas capaces de representar adecuadamente la sociedad.

Lo atribuyen al «abandono de las posiciones ideológicas del partido» y al haber asumido «un pragmatismo a ultranza que lesiona las posiciones éticas de la militancia y dirigentes en momentos en que la globalización y la transculturación obligan al reforzamiento del conjunto de ideas y principios que nos comprometan en un proyecto nacional de desarrollo económico, y social centrado en el paradigma del desarrollo humano».

Decididos a mantener su oposición a la convención adelantada, objetando la reunión del Comité Ejecutivo y prometiendo constituir un frente unido por el rescate del PRD, ese grupo demanda la realización de una serie de encuentros analísticos, desde las bases hacia arriba hasta concluir en un congreso que revalúe el partido y renueve sus compromisos ideológicos y programáticos y al mismo tiempo trace una ruta para reconectarse con la sociedad.

Al presentarse juntos en televisión el viernes, pusieron como ejemplo del derrotero en que se encuentra el PRD, que sus legisladores desoyeran una instrucción de sus dirigentes para que no aprobaran el oneroso contrato de compra de equipos para la Policía por 132.4 millones de dólares. Lo aprobaron a la carrera, como un ejercicio más de pragmatismo oportunista, que a conciencia generalizada no está exento de soborno.

Si logran superar la vocación individualista y se mantienen unidos, es imposible que sean ignorados, a no ser que la cúpula partidaria quiera sufrir un resbalón más en el derrotero enjabonado en que se encuentran. Dijeron haber asimilado la experiencia del proceso del 2004 cuando la mayoría de los precandidatos opuestos al intento releccionista, teniendo la presidencia y la secretaría general del partido, fueron incapaces de elegir entre ellos para enfrentar unidos al presidente Hipólito Mejía. Se dividieron y Rafael Suberví, Ramón Alburquerque y Milagros Ortiz  terminaron en la campaña reeleccionista, mientras tras la dispersión Hatuey de Camps se proclamaba inútilmente candidato presidencial.

En cualquier caso, será necesario un esfuerzo muy fructífero para sacar al PRD del derrotero enjabonado en que se encuentra, desde que Hipólito Mejía y su grupo se apropiaron de la organización. Habrá que ver si el pragmatismo no ha bajado por las estructuras medias y las bases del partido.- 

«Todo está amarrado»

El adelanto de la elección perredeista tiene un nombre. Algunos de los que la defienden dicen que conviene al PRD unificarse en torno a quien consideran ya como inevitable candidato presidencial, el ingeniero Miguel Vargas Maldonado, un exitoso empresario de la construcción, heredero de fortuna, quien fuera secretario de Obras Públicas durante el pasado gobierno del agrónomo Hipólito Mejía.

Vargas Maldonado ha sido un discreto dirigente perredeísta, hombre de habilidades en el trato personal y de buenas relaciones con el mundo empresarial, por lo que durante los últimos años ha sido secretario de finanzas del PRD. Para los comicios de 1998 compitió por la nominación para síndico del DN, pero la convención naufragó en confrontaciones, llevando a que el ya agónico líder José Francisco Peña Gómez asumiera la candidatura como forma de evitar una división.

Por las decisiones adoptadas tanto en la Comisión Política como en el Comité Ejecutivo  ambos organismos hipertrofiados, el último con más de dos mil miembros, incluyendo los aplausos tributados, algunos de sus partidarios aseguran que Vargas lo tiene «todo amarrado» para ganar la candidatura. Tanto que un dirigente perredeísta llegó a reclamar el mes pasado que la elección se hiciera por aclamación, «para simplificar el proceso».

Así las cosas pareciera que el ingeniero Vargas Maldonado se erige como nuevo líder del PRD. Pero ante la pregunta correspondiente, en base a qué, formulada a algunos de sus promotores, las respuestas son vacilantes. Parece que la soga que amarra es la fortuna que se le atribuye y un generoso apoyo económico a muchos de los que fueron candidatos en los recientes comicios.

En cualquier caso el caso de Vargas Maldonado es bastante peculiar en la democracia y en la política universal de todos los tiempos donde los liderazgos se han forjado en base a los discursos, las conferencias, los artículos en los periódicos y, cada vez más en las últimas décadas, en las comparecencias de radio y televisión, y él ha sido tan parco que ya algunos lo llaman «el candidato mudo».

Se ignora en base a qué propuesta ha construido su liderazgo, ya que él no se ha caracterizado por discursos. Ni siquiera daba rueda de prensas en los 4 años en que fue secretario de Obras Públicas. No se le conoce un solo planteamiento sobre los problemas del desarrollo, de la pobreza o del Estado. Justamente para que tenga tiempo para desarrollar sus propuestas es que algunos creen que debe ser elegido temprano.

Los que lo promueven no tienen preocupación por su poca afición al discurso, aunque reconocen que podría serle difícil una campaña electoral que cada vez más se hace por televisión. Sobre todo si le toca enfrentarse a un Leonel Fernández. Algunos aducen que tampoco Antonio Guzmán era hombre de discursos y ganó la presidencia en 1978. Pero estos olvidan la particular coyuntura y las habilidades personales del hacendado que ya en la guerra civil de 1965 había emergido como figura presidencial.

Por demás, tanto en las campañas de 1974 como en la de 1978 las limitaciones discursivas de Guzmán fueron suplidas por un fenómeno llamado José Francisco Peña Gómez que ahora escasea en el PRD. Por cierto que el electorado dominicano parece inclinado por los candidatos y líderes oradores y de imagen de intelectuales, como Juan Bosch, Joaquín Balaguer, Peña Gómez, Salvador Jorge Blanco y Leonel Fernández.

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