La rebatiña personal que mantienen Hipólito Mejía y Miguel Vargas es el obstáculo principal que tiene el PRD para seguir ocupando su sitial en la política dominicana.
El PRD es un patrimonio del pueblo dominicano por lo que se hace necesario preservarlo por encima de las apetencias de los torpes dirigentes que se disputan su dominio.
Miguel es un sico-rígido empresario acostumbrado a que las cosas se hagan como él dice por lo que choca de frente con las tradiciones de un partido que desde su origen es polémico.
Hipólito es un dirigente populista que se atrae la simpatía de las masas pero que carece de capacidad para manejar situaciones de Estado ya que su accionar político es primitivo.
Ambos son una retranca para un PRD que necesita urgentemente renovarse para ocupar el lugar que le corresponde en un sistema de democracia representativa, no de partido único.
El PRD cuenta con dirigentes con formación y capacidad para rescatarlo de las tendencias que se disputan su control sin importarle el abismo a que lo están llevando con una lucha estéril y personalista.
Muchos de estos que se han alineado en un grupo o en otro, lo han hecho porque no hay otra opción dentro de partido pero en sus fueros internos saben que mientras Miguel e Hipólito sigan por los derroteros que van, no hay salida.
Las pretensiones del ex presidente Leonel Fernández de darle una «sexta pela» electoral para extender los gobiernos del PLD a 36 años, deben cohesionarlo para que, al margen de Hipólito y Miguel, surja un movimiento interno que salve al PRD y fortalezca la democracia.