El PRD obligado a pagar sus errores

El PRD obligado a pagar sus errores

Después de la ola conservadora que se apoderó de varios países europeos en las postrimerías del siglo XX y el comienzo del XXI, parece que las cosas comienzan a girar de nuevo hacia la izquierda o centro izquierda, entendiéndose como tal a la única que actualmente tiene posibilidades de ser poder y que es poder en varios países del mundo: la social democracia.

Ha terminado en cierta medida el coqueteo de esa corriente con una famosa «tercera vía» (realmente cuarta) expresada a través de Tony Blair, y hoy bastante desacreditada dado el desplome de su promotor a nivel mundial, aunque aún siga siendo el político más popular de la Gran Bretaña.

Es más bien la izquierda representada por el PSOE español en Europa, el experimento de Lula en el Brasil y el gobierno de Kirchner en Argentina, el gobierno de África del Sur y el de la India. Es decir, un eje situado hacia el Sur e ideológicamente difuso.

Cuando inició su entrada en el mundo latinoamericano hace unos 30 años, la socialdemocracia, corriente europea como la que más, no pretendió crear partidos a imagen y semejanza de los que ya existían en el Viejo Continente, tarea por lo demás carente de sentido. Prefirieron los enviados de Willy Brandt y Olaf Palme, asociar a organizaciones ya existentes sobre el terreno, con características aceptables para la corriente internacional.

Así, se integraron inicialmente los socialistas chilenos, los radicales argentinos, el APRA del Perú, el PRD dominicano. Posteriormente hicieron su entrada grupos más radicales, como el Sandinismo nicaragüense.

En vida del Dr. Peña Gómez, la pertenencia del PRD a esa corriente respondía a una lógica de tipo ideológico. El mundo estaba inmerso aún en el fragor de la Guerra Fría y era difícil mantenerse al margen de alguno de los principales centros del poder, especialmente los Estados Unidos y la URSS.

Para una organización como de las características del PRD resultaba aventurado asociarse a la URSS y tener que enfrentar, en un terreno que no les era propio (de todas maneras ya estaba ocupado por los partidos comunistas o grupos todavía más beligerantes) a la potencia predominante, entonces y ahora, en la región.

Por otra parte, aliarse a los norteamericanos chocaba con dos tipos de dificultades: 1) a Estados Unidos no le interesaba estar asociado con fuerzas que no tuvieran al anticomunismo como su principal divisa. En las condiciones de la República Dominicana ese terreno estaba ocupado, y bien ocupado, por el régimen autoritario de Balaguer, el que, además llenaba perfectamente el cometido deseado por la gran potencia norteamericana en ese momento: mantener a raya cualquier veleidad democratizante. La segunda dificultad era que los norteamericanos estaban demasiado vinculados a los peores regímenes del continente, dictaduras corrompidas y represivas. En esas condiciones, cualquiera organización que se propusiera instaurar la democracia en su país, necesariamente chocaba con la estrategia de Estados Unidos para el continente.

Mediante ese proceso de Aaislar factores@, el Dr. Peña Gómez entendió perfectamente que el camino pasaba por Europa y la Internacional Socialista, la que promovía valores democráticos, pero evitando confrontación con los norteamericanos en su terreno.

En esos años, el PRD, pese a su no desmentido carácter de partido populista, llegó a ajustarse bastante bien en el seno de la Internacional Socialista. Hay que decir que mientras era gobierno y practicaba una política exterior marcadamente de derecha (gestiones 1978-82 y 1982-86) el partido mantenía una posición bastante consecuente hacia los movimientos de liberación, incluidos aquellos que enfrentaban directamente a los Estados Unidos, como en El Salvador.

Esa mística se ha ido debilitando después de la muerte del carismático líder perredeísta. Si en algo se mantiene, es gracias a los esfuerzos de algunos antiguos dirigentes, particularmente Hatuey de Camps, quien pese a haber sido despojado de su posición de presidente del partido, sigue siendo vicepresidente de la Internacional Socialista para América Latina y el Caribe. A los demás se los tragó el PPH y su intentona reeleccionista.

Pero no sólo la mística socialdemócrata se ha perdido en ese partido. Hoy bajo el control de un grupo sin doctrina y poco interesado en la historia de la organización, el PRD atraviesa por uno de sus momentos más críticos. Extraordinarios y recurrentes errores de apreciación, llevaron a esa organización a escoger para las elecciones presidenciales del 2000, a una persona con vínculos esencialmente pragmáticos con el partido y obviamente mucho más interesada en el proyecto de su propio grupo de amigos y asociados que en el partido y mucho menos que en el país. Eso fue un grave error que cometió el PRD. Error que, por lo demás lo aleja de su centro socialdemócrata, que hoy se encuentra bastante comprometido en combatir la corrupción y el mal gobierno, que son precisamente dos de las principales características del gobierno del PRD que termina el 16 de agosto próximo.

Hoy amenaza al partido blanco el fantasma de una división inevitable, que se acelerará con la derrota electoral. Cometieron su pecado y esa será su penitencia. Lo que no puede en ningún caso el PRD, es pretender que sus desaciertos, tan costosos para el país, la sociedad los pague junto a ellos, reiterando la confianza a un partido que parece estar inhabilitado para gobernar.

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