Todavía, sin haberse recuperado por completo de la agotadora campaña electoral que finalizó hace 35 días, ya los cañones perredeístas han vuelto a prepararse para disparar sus incontroladas andanadas en contra de todo lo que haga el oficialismo en bien del país. No quieren darse cuenta que vuelven a caer en su clásico sendero de las confrontaciones.

Lo ocurrido el pasado 16 de mayo, pese a que todas las encuestas establecieron un patrón de conducta del electorado, no fue aceptado por los dirigentes del PRD y de su candidato, que en todo momento las desacreditaron, sin detenerse a analizarlas y buscar el remedio. Prefirieron mantener esa línea de belicosidad, que desde hace años sostiene la dirigencia más connotada del PRD y que tanto daño le ocasiona a sus aspiraciones.

Y por la forma como el PRD ha arrancado para los eventos electorales futuros, se evidencia que no asimilaron la derrota.

 Ni siquiera se han detenido a estudiarla para aplicar los remedios que los hiciera ser más potables en la gran masa silente, que tantos beneficios le aportaban al doctor Balaguer para mantenerse en el poder, y que el doctor Fernández ha sabido atraerlos como sector mayoritario de la población deseosa de paz y de orden, no desorden tan típico de los gobiernos del PRD.

Entienden, que siendo más agresivos en contra de los rivales asegura un mayor apoyo.

Ya los dirigentes perredeístas, que desde hace años dominan la alta cúpula del poder blanco, son conocidos por sus acciones, que desde diversos sectores de la vida pública han protagonizado.

Entonces, los aires de cambio que tratan de soplar en el PRD, chocan con un valladar impenetrable que resisten los nuevos tiempos, esenciales para un partido del siglo XXI. Por eso se mantienen ocupados para rumiar sus frustraciones y fracasos, dedicándose a atacar a quienes están demostrando más coherencia política y más conocimientos de lo que debe ser una estrategia que les permita asegurar el apoyo popular en el sistema democrático nacional.

La historia del PRD está pautada por las tragedias que sin dudas son parte de sus fracasos. Por sus arriesgadas posiciones, hasta combatir a sus compañeros con tremendismos verbales, hicieron que un hombre bueno como Presidente se suicidara, a otro lo encarcelaron por las acciones cometidas por los más conspicuos personajes de ese período; a otros dos los hicieron morir por el cáncer terminal que adquirieron fruto de las fuertes tensiones que les generaron las rebatiñas de sus compañeros. Y otro acabó hundiendo al país en un caos económico de gran envergadura, y por el cual aquel proyecto reeleccionista fracasó estrepitosamente.

Y todavía pretende resucitar su pérdida vigente a cuenta del sonido de quienes lo estimulan haciéndole creer que es la única reserva valiosa del PRD.

Los dominicanos nos dimos cuenta que era arriesgado apoyar a un partido que sacrifica a sus líderes por las ambiciones de sus dirigentes, sin aportarle nada al país.

 Por tanto, necesitan una gran profilaxis que evite a los políticos ser considerados los pañales desechables que deben ser descartados después de su uso.