El PRD supera un desafío

<p>El PRD supera un desafío</p>

POR JUAN BOLÍVAR DÍAZ
La forma en que culminó la elección del candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) para los comicios del próximo año, sin mayores dificultades ni impugnaciones, tiene que ser reconocida como un punto a favor de la madurez de esa organización política.

El triunfo arrollador del ingeniero Miguel Vargas Maldonado, quien acumuló el 80 por ciento de la votación, no dejó la menor duda de hacia dónde se inclinaron los electores perredeístas, lo que genera expectativas al seno del principal partido de oposición, e incluso en el plano nacional.

Sin embargo, no hay espacio para el triunfalismo con un candidato poco carismático, con escaso dominio del discurso político y que afronta cuestionamientos a su enorme fortuna, teniendo que enfrentarse a los recursos de un partido gobernante que no promete piedad a sus contrincantes.

Nítida organización

Hasta los más acérrimos críticos del perredeísmo han tenido que reconocer que su elección primaria del 28 de enero culminó exitosamente, con una apreciable cantidad de electores, sin dificultades con el padrón ni los centros de votación, y con escasos incidentes de poca monta.

La contundente inclinación de los perredeístas hacia Vargas Maldonado y la rapidez con que la doctora Milagros Ortiz Bosch reconoció su victoria fueron factores que no dejaron espacio a alegatos ni controversias. Desde que se abrieron las urnas se advirtió que el empresario de bienes raíces y exsecretario de Obras Públicas del pasado gobierno reconfirmaría la victoria que las encuestas le habían adelantado.

La culminación sin negociaciones de una elección de candidato presidencial perredeista tiene pocos precedentes, lo mismo que la contundente inclinación hacia un solo lado. Lo más parecido fue la convención de Julio del 1999 que eligió candidato al agrónomo Hipólito Mejía, quien acumuló el 74 por ciento del sufragio, superando también por amplio margen a Rafael Suberví, Milagros Ortiz, Hatuey de Camps y Rafael Abinader. Pero tomó más de un día convencer al primero de que no le habían hecho fraude con el padrón.

En las décadas de los setenta y ochenta cuando el PRD eligió candidatos a Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco y Jacobo Majluta, los resultados fueron más estrechos y tuvo que darse algún género de transacción para que todas las partes los aceptaran. En los dos primeros casos se elegía presidente y candidato a senador por el Distrito Nacional al principal perdedor. Entonces las elecciones presidenciales coincidían con las congresionales y municipales, lo que facilitaba las compensaciones que a menudo abarcaban a otros involucrados.

Esta vez el partido blanco utilizó por primera vez el padrón universal de la Junta Central Electoral, excluyendo a los militantes que aparecían en los padrones de los otros dos grandes partidos, salvo caso de que al mismo tiempo estuvieran también en el del PRD.

Como culminación del éxito está el hecho de que el organismo electoral no tuvo la menor dificultad para certificar la legitimidad de la elección y hasta felicitar a los participantes por su «comportamiento cívico».

Un paso adelante

En términos de organización, acatamiento de la voluntad mayoritaria y de los procedimientos democráticos, el PRD dio un paso adelante el último domingo de enero, pero tendrá aún que recorrer un largo camino para mejorar la imagen de partido indisciplinado que ha acumulado a lo largo de su historia.

Vargas Maldonado arranca sin confrontaciones internas y con el aval del 80 por ciento de los sufragantes de una votación que según la Comisión Organizadora totalizó más de 750 mil votos, cifra que algunos han puesto en dudas. El expresidente del PRD Hatuey de Camps, ahora cabeza del Partido Revolucionario Social Demócrata, asegura que el total fue abultado mediante un factor de multiplicación que satisfacía a las partes.

Según de Camps, ya en otras ocasiones en que él estuvo involucrado se elevó el número de participantes. En 1999 se dijo que habían alcanzado los 600 mil. La repostulación de Hipólito Mejía para los comicios del 2004 no se cita como antecedente porque fue virtualmente sin oposición en una impugnada votación interna.

Esos resultados han dejado más que satisfechos a los triunfadores, algunos de los cuales sacan conclusiones precipitadas sobre las posibilidades del candidato. El 80 por ciento de la votación son 600 mil, que apenas representan el 11.5 por ciento del padrón abierto integrado por 5 millones 217 mil 951 electores.

Para ser electo presidente Vargas Maldonado tendría que multiplicar por más de tres veces los votos que se le atribuyeron el pasado domingo. Con el mismo padrón y una votación promedio del 73 por ciento, los votos válidos ascenderían a 3 millones 809 mil 104, y la mitad más uno necesaria para ser electo presidente sería 1 millón 904 mil 553. Los votos válidos en la elección presidencial del 2004 totalizaron 3 millones 613 mil 700, de un padrón que entonces sumaba 5 millones 20 mil 703 electores. Sufragó el 72.8 por ciento, con el 1.1 por ciento de votos anulados.

La opción del PRD

Los perredeístas no dejaron ninguna duda de cuál fue su opción. Se decantaron por el pragmatismo del afortunado empresario sin definiciones ideológicas ni discurso político, con algunos cuestionamientos éticos por negocios de bienes raíces estatales. Dejaron atrás los reductos perredeístas de la socialdemocracia que encarnaba Milagros Ortiz Bosch y varias de las cabezas de la llamada Corriente Unitaria.

Sin embargo, hay quienes creen que Vargas Maldonado podría salir adelante como otra expresión de la arritmia histórica y política dominicana, ya que es difícil encontrar a nivel universal una candidatura presidencial de un partido establecido y competente encarnada en alguien que no representara un liderazgo en algún sector social, que nunca había dicho un discurso ni una conferencia, ni escrito en los periódicos, ni participado en debates sobre problemas políticos, institucionales, económicos o sociales.

El candidato perredeísta afrontará una larga campaña electoral de más de 15 meses, algo sin precedente en el país y en pocas partes del mundo. La de Hipólito Mejía para los comicios del 2000 fue de diez meses. Se afirma que no le faltarán los recursos económicos para financiarla.

Uno de los riesgos que corre es el desgaste, sobre todo cuando en los primeros meses no tendrá ni siquiera con quien competir. El candidato del Partido de la Liberación Dominicana será proclamado el 30 de junio, de acuerdo al calendario oficializado por su Comité Político.

Con cualquiera de los tres que se disputan la candidatura peledeísta, Vargas Maldonado va en desventaja discursiva, especialmente si se trata del presidente Leonel Fernández. Aún Danilo Medina ha perfilado un discurso y ganado un cierto carisma, algo que al decir general le faltó en el 2000, cuando perdió de Mejía. Ya entonces era un dirigente con muchos años de arraigo entre dirigentes y amarres en el PLD. Además de que ahora ha construido una imagen de buen ejecutivo gubernamental con mayor experiencia política.

Vargas Maldonado luce con menos carisma que el que se le atribuía a Medina hace 8 años, aunque el respaldo financiero a candidatos congresionales y municipales y a dirigentes y militantes de su partido le ha dado arraigo en los últimos tres o cuatro años. Su labor en el PRD ha sido más que nada en la captación de recursos financieros y su administración en las campañas electorales, incluyendo las dos últimas del doctor José Francisco Peña Gómez.

Trabajador infatigable, optimista acostumbrado a éxitos relampagueantes en sus actividades empresariales, Vargas Maldonado tiene el primer desafío de, además de candidato, convertirse en líder de los perredeístas para luego proyectarse al universo de la sociedad, algo bien diferente a hacer dinero.

El camino al poder no será fácil ya que encuentra al PRD sumido en una pendiente descendente, por primera vez en su historia con registros menores al tercio de los votos en dos comicios consecutivos, fruto de la gestión del presidente Mejía, de la que el ahora candidato presidencial fue parte importante.

Vargas Maldonado podría conseguir un respaldo monolítico y disciplinado de su partido, pero necesitará suerte si el candidato presidencial peledeísta le tira las rectas que lo sacarían del juego, con las que ya lo ha amenazado el presidente Fernández. El y sus seguidores cuentan con que se acentúe el deterioro que se viene registrando en la imagen del gobierno peledeísta.-

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