El PRD unido

El PRD unido

Aunque suene a cliché, la verdad es que nunca había sido tan apropiado para el momento que vive el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) el lema tantas veces esgrimido por José Francisco Peña Gómez de que “el PRD unido jamás será vencido”.

El próximo domingo los perredeístas deberán acudir religiosamente a lo que debe ser una fiesta democrática: la escogencia del próximo candidato presidencial del que es, desde el 16 de mayo de 2010, el principal partido dominicano. El reto no es pequeño: romper con el más que falso mito, no solo propalado por sus tradicionales adversarios sino compartido incluso por observadores independientes, de que el PRD es un partido desorganizado. La apuesta es dramática: de esta convención depende no solo el futuro inmediato del partido sino, lo que no es menos importante, el triunfo electoral en 2012 y la estabilidad del sistema de partidos.

Con o sin pacto entre los precandidatos, es evidente que las rivalidades internas no alcanzan hoy la intensidad de los conflictos de la década de los 1980 y que signaron la época de las tendencias Guzmán, Majluta, Jorge Blanco y  Peña Gómez. Los niveles de organización no son tampoco los mismos: no solo porque Miguel Vargas ha sabido separar su rol de precandidato del cargo de presidente del partido sino también porque toda una estructura, a cuya cabeza se encuentran tres estandartes como Milagros Ortiz Bosch, Hugo Tolentino Dipp y Emmanuel Esquea,  aseguran la diafanidad de los resultados. Por si esto fuera poco, la fórmula del padrón electoral semi-abierto, no obstante los riesgos –naturales unos y propiciados otros- de penetración de quintas columnas, es la más democrática de cuantas se hayan implementado al interior del partido desde la famosa “fórmula de los 13” de José Ovalle. 

El PRD de 2011 tiene un presidente de lujo. Cuando se escriba la historia de estos años, habrá que reconocer la sabiduría de un líder que, como Miguel Vargas, supo recoger la antorcha de Peña Gómez y consagrar en la Constitución de 2010 la prohibición de la reelección consecutiva, aunque ello significara abrir las puertas a su adversario interno. Más aún, Vargas ha gestionado el proceso de modernización e institucionalización del partido, ha permitido mantener la unidad y la coherencia del bloque de diputados del PRD, y, al apoyar decididamente al triunfo de los candidatos del PRD en las elecciones congresuales y municipales de 2010 -mientras otros apostaban a su fracaso- condujo al partido blanco a ser el recuadro No. 1 en la boleta electoral de 2012.

Es nuestra firme convicción, más allá de nuestro apoyo al actual presidente del PRD, que Miguel Vargas ganará holgadamente este proceso convencional, como revela una encuesta tan confiable como la más reciente del gurú de la demoscopia dominicana, el Lic. José Cabrera. Esto pondrá al PRD en condiciones de competir ventajosamente en las próximas elecciones, principalmente porque Vargas no ha sido presidente -por lo cual no ha generado adversarios ni disgustos por sus políticas- pero, a pesar de ello, tiene amplia experiencia de Estado y ha logrado conectar efectivamente con las demandas sociales de la población.

Lógicamente, Hipólito Mejía, que, como ex presidente no quiso ni podía ni debía ser ese jarrón chino que estorba en la sala, pese a lo cual pudo perfectamente impulsar desde 2004 liderazgos dentro del partido, como es el caso de Eligio Jáquez, Luis Abinader y del propio Miguel Vargas, prefirió lamentablemente ser precandidato. No obstante, quiérase o no, Mejía es una extraordinaria maquinaria política sin la cual no podrá el PRD ser gobierno. Por demás, si prestamos atención a lo que el ex-presidente  hace y no a lo que dice, veremos que es un político hábil en quien se impone la mesura de la praxis, lo cual debe asegurar un necesario y justo entendimiento interno entre las dos fuerzas claves del partido.

En fin, es nuestra esperanza que dirigentes y simpatizantes de la más antigua y democrática de nuestras formaciones partidarias estén conscientes de que, sea cual sea el resultado de este valiosísimo ejercicio de democracia interna, el éxito solo será posible seguro si, como dice otro viejo pero pertinente lugar común, el PRD no derrota al PRD.

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