El PRD y su candidato

El PRD y su candidato

JOSÉ MANUEL GUZMÁN IBARRA
Si bien nadie puede ser juzgado por su silencio o por lo que no ha dicho, no es menos cierto que un candidato puede y debe ser juzgado por las acciones y palabras de su partido La línea de comunicación del PRD agresiva contra el gobierno y la línea cauta del candidato, terminará creando serios problemas de credibilidad en la ciudadanía.

Miguel Vargas Maldonado se ha alejado de Hipólito Mejía en la coyuntura actual; pero no se ha alejado del partido. Carga con ambos fardos y eso, más temprano que tarde, harán un ruido imposible de controlar en los mensajes que le conviene como candidato situar. Las estrategias de comunicación tan dispares entre partido y candidato terminarán siendo un boomerang inmanejable para alguien con muy poca experiencia en la gerencia política.

El PRD ha querido retomar los pasos de la oposición que hizo en el período 1996-2000, cuando se dedicó a exacerbar con protestas y huelgas la demanda de obras y servicios públicos, al tiempo que evitaba o retrasaba cualquier iniciativa para aumentar los ingresos del gobierno. Cuando les tocó gobernar pusieron de lado la prudencia macroeconómica, y a pesar de que hicieron varias reformas fiscales, dejaron insatisfechas muchas aspiraciones comunitarias y afectaron grandemente la estabilidad macro-económica, por la torpeza en el manejo de la crisis originada en los fraudes bancarios.

En el período 1996-2000 el PRD se dispuso a atacar los viajes del presidente Fernández calificándolos de inútiles y muy costosos. Cuando les tocó gobernar, el ex presidente Hipólito Mejía viajó mucho más, llegándose incluso en algún momento a realizar un viaje con dinero público para negocios estrictamente particulares.

En el primer período del presidente Leonel Fernández la oposición, especialmente el PRD, se dedicó a criticar los altos salarios de los funcionarios, pero cuando le tocó gobernar a este último aumentaron los salarios de los funcionarios sin proponer ningún marco referencial que situara en una dimensión justa el falso debate sobre los salarios.

Al PRD no le gusta que se haga memoria del pasado reciente; pero en el presente manejan muchos municipios y la prensa no recoge casos significativos en los que una política de reducción de salarios haya sido aplicada por el partido opositor; como se ve sus incongruencias se registran también en el presente.

El «nuevo PRD» y su secretario general, Orlando Jorge Mera, desarrollan la misma estrategia que usaron en el período anterior. Denuncian falta de voluntad política del Gobierno para enfrentar los graves problemas nacionales, sin proponer ninguna solución a alguno de ellos, e increíblemente vuelven a criticar los viajes del Presidente. ¿En qué medio el candidato o el Secretario General del PRD hicieron sus objeciones a los viajes del presidente Mejía? ¿El candidato del PRD hará una promesa pública de no hacer viajes al exterior?

Mientras el candidato presidencial del PRD considera terminada la época de la demagogia y las mentiras, su partido, a pesar de reconocer que los altos precios del petróleo tienen un impacto negativo en la economía, asegura que es «la voracidad fiscal del Gobierno la que hizo aumentar los precios de los combustibles» al tiempo que anuncia la iniciativa en el Congreso Nacional de un proyecto de ley que busca reducir los impuestos a los carburantes. ¿Es esa la manera de abordar el tema fiscal? ¿Es ese el plan que aplicarían de llegar a dirigir los destinos de la nación? ¿O están usando la demagogia para hacer política?

Existe un gravísimo problema de credibilidad en el camino discursivo de la oposición. La ciudadanía, sin dudas, espera algo más que demagogia y mentiras. Le pasará cuentas a aquel que disfrace sus intenciones, que no sea claro en sus planteamientos y que pretenda escandalizar con sus acciones y palabras. El candidato del PRD no sólo carga con el denominado PPH, sino que también carga con las incongruencias recientes de su partido.

La gente al ver este panorama se pregunta ¿Volverá el PRD y su candidato presidencial a minar la confianza recobrada con tal de tener ganancia política, aunque se pierda la estabilidad macro-económica?

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