El PRD y sus demonios

El PRD y sus demonios

Mucha gente, pensando que soy alguien importante dentro del PRD, me pregunta con frecuencia sobre el potencial conflicto que puede surgir en el seno de ese partido por la radicalización de las tendencias que dominan el escenario de sus luchas internas. Algunos opinan que una nueva división se estaría fraguando después de la Convención.

Realmente, no estoy a la altura de conocer todo lo que pasa dentro de esas fuerzas internas, porque no participo en ninguna de ellas. Apenas soy miembro de la Comisión Económica desde donde me entero de algunas cosas y emito mis opiniones. Pero lo que yo percibo con la poca información que poseo, es que esos demonios de la división son  improbables, conociendo las cabezas visibles de esas tendencias. Ninguno se arriesgará a esa aventura porque conocen los resultados, lo que es normal en una organización donde siempre ha existido más de una opción presidencial para reconquistar el poder. Y cuando hay sed de poder, el que divide se muere políticamente.

Lo que sí puede suceder es que algunos dirigentes de la vieja guardia se automarginen, ya sea por las presiones de una nueva generación que asuma el control del Partido (lo que aspira una gran mayoría de la militancia) o por no sentirse a gusto con los cambios que esto traería. Pero eso es bueno, siempre y cuando este proceso renovador se maneje con prudencia ya que muchos viejos dirigentes son piezas fundamentales para un triunfo electoral del PRD.

Lo que no amerita discusión es la necesidad imperiosa de depurar al partido y poner a funcionar su maquinaria opositora y electoral. Reactivar sus alicaídos organismos internos, muchos de los cuales no se reúnen ni trabajan desde hace años. El PRD es una poderosa organización política que está adormecida por sus recientes derrotas electorales y la falta de liderazgo en su dirección. Lo primero, se supera con el tiempo, pero lo segundo, es un gran dilema que solo las bases con su voto podrán resolver. Jugar con eso es otra forma de despertar a los demonios.  

Todo partido necesita líderes. Pero no el liderazgo tipo Joaquín Balaguer, heredado por Leonel Fernández, donde era él y nadie más el que podía dirigir los destinos del país o del partido.  Eso nunca ha funcionado en el PRD y lo vimos con su líder José Francisco Peña Gómez.

Así que no hay que preocuparse cuando en el PRD se magnifican las luchas internas por el control de su dirección o por la candidatura presidencial. El liderazgo compartido les garantiza una más larga vida a los partidos políticos.   

Lo que estos líderes deben entender es que nadie tiene ni tendrá el dominio total del PRD, ni su sola figura podrá llevarlos al poder. Todos tendrán que ceder y buscar alianzas, porque sin un partido unido, fuerte y organizado, que reconquiste la confianza del pueblo, no llegan ni a Villa Mella. El que no lo entienda quiere seguir en la oposición.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas