El precio  de la unidad y la renovación  del PRD

El precio  de la unidad y la renovación  del PRD

La inesperada derrota  electoral del PRD y Peña Gómez en la segunda vuelta, ante un candidato del PLD apenas conocido entonces: Leonel Fernández, solo se explica por una conjunción de factores, como el peso de los ya declinantes caudillos Balaguer y Bosch, la aparición  como fuerza electoral importante de una masa de jóvenes de las zonas urbanas sin otra motivación para votar una remuneración y entretenciones; el prejuicio racial que tienen muchos dominicanos  hacia los negros “retintos” como  Peña Gómez, la capacidad comunicativa del candidato del PLD; y las falsas inscripciones que había propiciado el PRSC y que yo comprobé personalmente enviando a dos de mis  asistentes de la dirección electoral del PRD con gorras coloradas, a quienes se les otorgó estas con nombres y apellidos supuestos, en el propio centro que funcionaba en  “El Huacal”.

Como ese gobierno de Leonel Fernández fue en verdad un fiasco, pletórico de promesas incumplidas, no obstante la muerte de Peña Gómez, el candidato  Hipólito Mejía, hombre de carisma y de gran dinamismo, obtuvo el triunfo en primera vuelta en el año 2000, que fue precedido por una victoria arrolladora del PRD en el 1998 y de su triunfo  en las primarias partidarias.

Aun cuando el Presidente Mejía gozó por dos años de mucha popularidad porque atendió muchos de los requerimientos de las comunidades, fomentó la agricultura y fortaleció los gobiernos  locales; en cambio el Partido quedó inmovilizado, se desbarataron en la práctica  los comités de base y muchos zonales, y las rivalidades  para alcanzar diferentes posiciones se acrecentaron por launa oleada de  oportunistas atraídos por su llegada al gobierno.

La indisciplina, las ambiciones extemporáneas y las  intrigas fueron sustituyendo el espíritu solidario, el respecto a la doctrina y el compañerismo que caracterizaron al PRD de los tiempos heroicos.

Yo por mi parte traté desde el CONARE de hacer confluir la clase política hacia la aprobación de un proyecto de nueva Constitución democrática e innovadora que fue  aceptada por prácticamente todos los sectores organizados del país, pero este que no fue sometido finalmente al Congreso para su aprobación. También hice someter a las Cámaras una Ley de Elecciones Primarias que protegía  el orden institucionalidad en esos vitales procesos, la que fue convertida en Ley 256-04, declarada luego inconstitucional por el “carácter privado” de los partidos políticos, a cuyo rechazo no fueron ajenos algunos dirigentes del PRD.  Lástima grande, porque esta le habría ahorrado al partido y al país muchos infortunios.

El intento del Presidente Mejía de reelegirse, modificando solo en eso Constitución, los fraudes bancarios y la decisión de algunos empresarios de sacar al partido del poder, fueron responsables de la derrota del 2004.

El retorno de Leonel Fernández al poder significó otra verdadera contrarrevolución en los órdenes político, moral, económico y de seguridad pública, cuyos efectos estamos padeciendo.

En el año  2008, no obstante el descrédito que ya había alcanzado el gobierno peledeísta, el desorden y la falta de mística  de un candidato que pretendió incluso ocultar los colores de su partido, impidieron entonces el triunfo del  PRD.

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