El precio de un partido de masas

El precio de un partido de masas

El PRD ha sido el gran partido de masas de la República Dominicana. Gracias a las prédicas de Juan Bosch y Angel Miolán, muchos sectores sociales marginados se convirtieron desde 1961 en actores políticos para la defensa de sus intereses, contribuyendo a democratizar nuestro país; lo que fue reforzado bajo el liderazgo carismático de Peña Gómez, al punto de que los dirigentes de base se sentían importantes en la toma de decisiones del Partido.

Aún cuando tras la muerte de Peña Gómez se ha abusado un tanto de ese poder de las masas, sobre todo por la falta de formación política y la manipulación de algunos de sus líderes con el clientelismo, el remedio no puede ser la conversión del partido en una coalición de élites y caudillos locales, sino reforzar la educación política, la disciplina y más democracia sin demagogia. Desde mediados del pasado año, después de las elecciones del 2008, estuve abogando porque se unieran las dos convenciones; la ordinaria para elegir la dirección del Partido y la Extraordinaria para elegir a los candidatos, como se ha hecho en el pasado, como una vía para ahorrar tiempo, dinero y conflictos  en eventos que por su naturaleza son divisionistas; pero esa propuesta tropezó con los objetivos estratégicos del liderazgo nacional con más seguidores, que querían tener mayor influencia en la selección de las candidaturas congresuales y municipales.

El Partido, a cuatro años de elegida su dirigencia y luego de dos derrotas electorales, con sus secuelas de defecciones, emigración,  frustraciones y rivalidades; luce debilitado en los niveles municipal y zonal, con dirigentes en parte improvisados. Si a ésto añadimos la ausencia casi absoluta de Comités de Base electorales y de Comités de Colegios Electorales; mientras casi se han duplicado los organismos zonales y de distritos municipales;  corre el peligro de abandonar lo que ha sido uno de sus puntos más fuertes en el ajedrez político dominicano, que es su implantación directa en las diferentes demarcaciones y barrios.

Ahora que la proclamación del compañero Miguel Vargas Maldonado como presidente del Partido está asegurada, porque la gran mayoría de los dirigentes y la ausencia de adversarios, no se justifica postergar la celebración de esa Convención; sino vincularla con la que deberá elegir a los candidatos a cargos congresionales y municipales, que de paso permitiría que se repartan los cargos más ampliamente, sobre todo porque para asegurar alianzas habrá que conceder candidaturas a partidos aliados y personalidades.

Todavía había otras alternativas, aunque prefiero la primera;  integrar los tres candidatos a las secretarías Generales y de Organización bajo una dirección colectiva, a través de un Pleno Nacional de Dirigentes para movilizar y vitalizar a los organismos en base a eventos locales que los reestructuren, o que una Convención Estatutaria establezca otras pautas. De lo contrario estamos condenados  a convertirnos en un partido de grupos y élites, desvinculado de las masas y al margen de sus Estatutos.                     

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