El predicador y Trujillo

El predicador y Trujillo

En nuestro país hubo un tiempo cuando el protestantismo no sólo era socialmente discriminado, sino hasta perseguido.

Sin embargo, a pesar de esta condición hubo miembros de la iglesia que se atrevieron a desafiar las hostilidades y todas las dificultades con tal de mantener su fe y de anunciar públicamente el evangelio de Cristo.

Uno de estos dignos representante lo fue el hermano Francisco Capellán, miembro de la organización evangélica Asambleas de Dios en Pedernales.

Un día el evangelista Capellán vio a un grupo de creyentes protestantes que corrían de manera despavorida.

Tras indagar la causa, le informaron que un mayor de la Policía se había pronunciado en contra de los evangélicos y que prometió acabar con ellos en Pedernales.

Pero en lugar de correr, el intrépido predicador se dirigió al cuartel.

Al llegar allí, y sin pérdida de tiempo, empezó a orar por todos los miembros uniformados.

“Señor, te pido que cuides a estos agentes”, dijo.

“Además- prosiguió-, te suplico que al raso lo haga cabo, que al cabo lo haga sargento, que al sargento lo haga teniente, que al teniente lo haga capitán, que al capitán lo haga mayor y que al mayor lo haga teniente coronel”.

Y al concluir dijo: “Jehová, te pido, también, por la salud del Jefe, el señor Presidente de la República, el generalísimo Rafael Leónidas Trujillo, mi gran amigo personal y defensor de todo el pueblo dominicano”.

Ante la potente plegaria, el aguerrido mayor se sintió abrumado.

Desde entonces advirtió a los hombres bajo su mando tener mucho cuidado con estorbar a los  protestantes.

Quienes conocieron al militar cuentan que lo que más le estorbó de Capellán es que en la oración había afirmado categóricamente ser un gran amigo del Generalísimo Trujillo.

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