¡El presente de la mediocridad!

¡El presente de la mediocridad!

¡El presente de la mediocridad!

“¡Ayyy, de la mediocridad en nosotros!”
Miércoles en la mañana… Mientras Herminio está frente a su espejo haciendo sus ejercicios faciales que le permitirán armonía entre sus contactos del día, por una esquinita del medio empañado vidrio asoman unos ojos espantados y una voz se escucha decir: “¿Viste lo que escribió nuestro hermano José Mármol esta mañana?”… Es Píndaro, que en su afán de emular a Herminio le ha tomado la delantera y llama su atención sobre el magnífico escrito ‘Elogio fatal de lo execrable’, en su entrega semanal en El Día.

“Si, Píndaro, le refiere Herminio… Fue mi píldora para un buen despertar –como cada miércoles-, y me hizo saltar de la cama, pues ha puesto los puntos sobre las íes y nos ha recordado que ‘En las letras de lo más decadente, pero excesivamente divulgado, de esos ritmos solo se encuentran una frenética ignorancia de la cultura de lo escrito…’, y, sin desperdicios, agrega ‘una ceguera espiritual rayana en lo aborrecible’… ¡Ayyy, de la mediocridad en nosotros!… ¡Ayyy, de aquellos que captan recursos humanos con tan solo medir cumplimiento de referencias previas sin asegurarse de la existencia de valores!”

Píndaro, que pensaba se le había adelantado a Herminio al darle la información mañanera, lo mira desde lo profundo del espejo y exclama: “¡Parece que nos hemos olvidado de no sólo tener conciencia sino de saber crearla y fomentarla!… Si vamos al origen –medita Píndaro-, aquello que proyecta una experiencia inmediata y directa de lo que está pasando en un momento dado, es lo que conocemos como ‘conciencia’… Y, por lo que percibo, estamos siendo cada vez menos conscientes de lo que deberíamos ser…”. Herminio, que se ha quedado de una sola pieza frente a su espejo escuchando a su alter ego, lo mira fijamente y exclama: “Hoy, el Carpe Diem de mi hermano Jochy debe ser multiplicado en contenido y ampliamente difundido por todos los medios posibles… Sólo por esta frase cada uno de nosotros debe hacer suyo el compromiso de lo sano para no enfermarnos más y caer en un insondable abismo… Nos dice Jochy: ‘…alertar sobre lo execrable, por indignante y perverso, por simplemente rastrero, más que obsceno, es una responsabilidad ética de cualquier ciudadano partidario del buen juicio y de la decencia.’

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“Oye Píndaro –refiere Herminio-, te voy a hacer un ejercicio para que TÚ mismo puedas detectar sobre qué pie estás parado y por dónde anda tu conciencia… Quédate tranquilo unos minutos exactamente donde estás… Cierra tus ojos por solo un minuto… Piensa en lo que te dé la gana pensar… Observa eso en que has pensado… Olvídate del por qué estás haciendo este ejercicio y, simplemente, no analices, no juzgues, no pienses… Solo presta atención y estate presente… ¡En este momento estás frente a tu conciencia!”… Píndaro, que sólo se ha asomado al espejo, aprovecha y reflexiona: “Ha llegado el momento a la crónica y a los cronistas de hechos presentes y reales, a través de los medios de comunicación social, de auto-censurarse en las lisonjas que gratuitamente otorgamos sin calcular la profundidad en que está llevando a esta ‘sociedad’ la mediocridad!”