El presidente de Bolivia lanza un reto

El presidente de Bolivia lanza un reto

POR RICHARD LAPPER
Carlos Mesa parecía estar no estar ocultando nada en octubre pasado cuando se convirtió en el más reciente ocupante del Palacio Quemado, hogar de la mayoría de los 82 presidentes de Bolivia desde su independencia en el siglo XIX. Su predecesor, Gonzalo Sánchez de Lozada acababa de abandonar del país después de una insurrección en El Alto la expansiva ciudad de los pobres indios aymará vecina a La Paz, la capital.

Los planes para exportar gas natural -el recurso más valioso de Bolivia- a través de Chile, su enemigo histórico, ha encendido una amplia oposición  a las políticas económicas liberales que resultaron favorecidas en los años 90. Crecían las divisiones entre los que viven en las tierras altas occidentales y el este y sur ricos en gas. Con un país aparentemente en el borde del caos, pocos pensaron que el señor Mesa, un periodista e historiador independiente contara con la experiencia política para sobrevivir.

Nueva meses más tarde, el señor Mesa ha demostrado que los escépticos estaban equivocados, al menos por el momento. El domingo anterior, ganó un abrumador respaldo en un referendo convocado para respaldar sus planes de desarrollar las reservas de gas de Bolivia, la segunda mayor de América Latina.

Los llamados de los radicales para una repetición de las protestas de octubre mediante el bloqueo a la encuesta popular fueron ignoradas y el presidente ganó un apoyo de 92% de las cinco propuestas por separado que se le presentaron al electorado.

 “Bolivia le demostró a la comunidad internacional que no desea ni la disolución ni la ruptura”, dijo el señor Mesa al Financial Times. “El país en su totalidad sabe que estas acciones [radicales] no cuentan con respaldo en absoluto”.

En lugar de debilitar su fuerza en el congreso, la independencia del señor Mesa le ha permitido distanciarse de lo que él describe como un sistema políticos “agotado” y desacreditado”. Él espera ahora persuadir al Congreso para que apruebe una nueva ley para el petróleo y el gas que garantice que el Estado reciba una parte mayor de los ingresos en impuestos y derechos, con lo que aplacará a la oposición de izquierda. Esto lo ayudará a adelantar un plan más amplio con el fin de incrementar las exportaciones de gas y aumentar el uso del gas del país, a cambio de lo cual reduciría un déficit fiscal que se amplía, y mejoraría la viabilidad económica.

El presidente cree que el capital extranjero y la capacidad son esenciales para el desarrollo del sector. Está apostando a que las compañías –incluyendo British Gas y BP del Reino Unido, Total de Francia, Repsol de España y Petrobras de Brasil- decidirán quedarse porque han invertido US$3,5 millardos durante los últimos ocho años. “No va a resultar fácil, y tampoco será el mismo panorama que ellos esperaban hace unos cinco años”, dijo el señor Mesa. “Pero quieren seguridad para sus inversiones”.

No obstante, ya hay señales de que el proceso se va a dificultar más durante los próximos meses. El presidente persuadió a Evo Morales, un radical, para que apoye su plan de referendo. Sin embargo, el líder quechua de los cultivadores de coca está aumentando sus llamados a la nacionalización total de las compañías extranjeras, lo que reduce la posibilidad de que su partido, el izquierdista Movimiento para el Socialismo, respalde al presidente en el congreso.

Pero lo más graves es que no acaba de quedar claro si las compañías foráneas van a aceptar tranquilamente que las nuevas reglas que prevén un incremento en la participación del 50% del Estado en los ingresos, particularmente, puesto que el retorno promedio sobre el capital para las compañías de gas fue solo alrededor de 3.5% el año pasado. 

La reanimación del sector depende, al menos en parte, de un proyecto de gas líquido nacional suspendido de US$6 millardos que contemplaba originalmente exportaciones a través de puertos chilenos.

El señor Mesa confiaba en persuadir a Chile, muy necesitado de energía, para que hiciera una concesión territorial a cambio de gas, pero el presidente solo logró un respaldo modesto en el referendo en este sentido. Chile, en cualquier caso, no está interesado. Esta semana, el señor Mesa revivió la idea de enviar gas mediante conductos a través de Perú, una opción que fue descartada por la industria por sus elevados costos.

Las negociaciones van a ser difíciles. Pero por ahora -eufórico después del triunfo del domingo- el señor Mesa se mantiene firme: “No puedo presentar la idea de exportar a través de chile porque esto provocaría una explosión social”, dice, y agrega: Esto no es demagogia ni populismo, sino realismo”.

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