El presidente de Egipto en la cuerda floja con Estados Unidos

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WASHINGTON. AFP. Mientras las manifestaciones contra Estados Unidos aumentan, el nuevo presidente egipcio, Mohamed Morsi, camina sobre una cuerda floja, ya que intenta no mostrarse muy favorable a Washington mientras se queda con millones de dólares que provienen de Occidente, estimaron analistas.  

Reconociendo de manera implícita este dilema, el presidente estadounidense Barack Obama afirmó el miércoles que las relaciones con Egipto -país que fue un fuerte aliado de Estados Unidos- eran un «trabajo en progreso» y no podía ser considerado ni aliado ni enemigo.  

Morsi, exintegrante del movimiento Hermanos Musulmanes, se convirtió en junio en el primer presidente egipcio elegido democráticamente tras la caída del régimen de Hosni Mubarak en 2011.  

«El gobierno (estadounidense) le está dando mucho espacio para descifrar dónde quiere estar y dónde quiere que esté Egipto», dijo a la AFP el exembajador norteamericano en El Cairo, Daniel Kurtzer.  

«Mubarak, cuando era presidente, hizo prosperar la idea de que era un aliado estratégico para Estados Unidos, pero creo que Morsi vería ese tipo de vínculo como una limitante», explicó.  

Kurtzer argumentó que debe haber una «muestra de determinación» por parte del presidente egipcio de que no se permitirá que las manifestaciones se tornen violentas y que las embajadas de Estados Unidos estarán protegidas.

 Muchos egipcios mantienen la cautela con respecto a Morsi, electo por un margen muy estrecho, y han habido protestas durante la visita de la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, provenientes de multitudes que alegaron que su revolución ha sido «robada».  

«No hay duda que sus compañeros de los Hermanos Musulmanes tienen ciertas expectativas de que Morsi va a liderar el país en base a la legislación y práctica religiosa», dijo Kurtzer.  

«Qué tan lejos llegue, lo que haga y las opciones que tome van a determinar las relaciones no sólo con Estados Unidos sino con Occidente en general», agregó.  

El jueves, los líderes europeos ofrecieron a Egipto más de 1.000 millones de euros en ayuda durante la llegada de Morsi a Bruselas, en la primera visita a Europa desde su asunción.  

Morsi está «tratando de atravesar una línea muy difícil para reposicionarse en que él no es Mubarak y que no sea visto como demasiado pro estadounidense», dijo Joshua Landis, director del Centro de Estudios de Medio Oriente de la Universidad de Oklahoma.  

«Al mismo tiempo necesita mantener la paz con Israel y continuar con la ayuda militar que le provee Estados Unidos», dijo a la AFP.  

Obama dijo que Estados Unidos esperaba que El Cairo garantizara seguridad a su embajada y que de lo contrario sería «un gran problema».

 Emile Hokayem, analista de Medio Oriente del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, dijo a la prensa que Morsi tardó «una eternidad» para hacer una declaración sobre el ataque del martes, cuando miles de manifestantes derribaron la bandera de Estados Unidos de la embajada en El Cairo, en respuesta a un filme estadounidense al que acusan de mofarse del islamismo.  

«Nosotros, los egipcios, rechazamos cualquier agresión o insulto a nuestro profeta», declaró Morsi este jueves mientras llamó a la población «a no agredir a las embajadas».  

«Los ataques fueron trágicos, pero en un sentido más estratégico lo que importa es la respuesta del gobierno libio y el egipcio y eso será la prueba real», estimó Hokayem.  

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