El Presidente ¡habló!

El Presidente ¡habló!

El Siglo de las Luces, la Ilustración, surgió en el siglo XVIII para librarnos del Príncipe de las Tinieblas, la ignorancia; devolverle al pueblo soberano los poderes y derechos fundamentales que le pertenecen, usurpados desde siglos atrás por la monarquía, el clero católico y la “nobleza”, bendecidos por voluntad divina.
A principios del siglo (1716) Thomas Paine había escrito: “La sociedad es una bendición en todo Estado, pero el Soberano, aun en el mejor de los casos, no es más que un mal necesario. En el peor, un mal intolerable.”
La consigna de los enciclopedistas era “llevar al máximo de conocimiento a la mayor cantidad de gente posible”, señalando: “Ningún hombre ha recibido de la naturaleza el derecho de mandar sobre los otros. La libertad es un regalo del cielo y cada individuo de la misma especie tiene el derecho de gozar de ella de la misma manera que goza de la razón….” “No es el Estado el que pertenece al Príncipe, es el Príncipe el que pertenece al Estado.”
Grandes científicos, pensadores y filósofos anterior a esa época: Newton, Locke, Montesquieu, entre otros, le dijeron adiós a aquellas ideas preconcebidas, mostrencas, destacando que “todos los acontecimientos naturales se rigen por leyes universales.” “El descubrimiento de esas leyes constituye el objetivo principal de la ciencia y el deber del hombre consiste en dejar que operen sin trabas.”
Locke, anti absolutista por antonomasia, en su Segundo Tratado de Gobierno Civil, explica que “advinieron circunstancias y situaciones en que los hombres, que vivían en absoluta libertad y de igualdad sin que nadie los gobernase, hubieron de ceder parte de su poder y derechos, nunca absoluto, a sucesores de muy distinta calaña, convertidos en déspotas, dando lugar a rebelarse y quitarles el poder de los que habían hecho tan mal uso.” Montesquieu, “El Espíritu de las Leyes”, enfatiza: “Cuando los poderes legislativos y ejecutivos se hallan reunidos en una misma persona o corporación, entonces no hay libertad, porque es de temer que el monarca o el senado hagan leyes tiránicas, para ejecutarlas de mismo modo.”
Entre esos pensadores de avanzada que impulsaron las ideas libertarias de independencia en Estados Unidos (Lincoln, Benjamín Franklin)con la proclama de la Primera Constitución escrita (1776) y el advenimiento de la gloriosa Revolución Francesa,(1789) impulsada por Robespiere, Danton y Marat. Jacobo Rousseau, anticipándose, en su “Contrato Social” interpuso los “intereses de la sociedad a los del individuo.” “El bien común no puede hacerse a menos que el pueblo y el soberano sean una misma persona”. Pero pongamos los pies en la tierra.
El presidente Medina habló con la majestad que le confiere su investidura. Su mensaje a la JCE no pudo ser más claro, preciso, inconcebible e insólito. Con un abrazo histórico, levanta la mano de su delfín. Lo proclama ganador de las primarias de su partido y sucesor de su reinado. ¿Para qué elecciones libres y democráticas? Todo está fríamente calculado y decidido. No hay sistema invulnerable, cuando interviene la mano del hombre. “La invención del algoritmo puede automatizar el pensamiento humano.” (Leibniz). Es el final del Siglo de las Luces.

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