El presidente Leonel Fernández ha dedicado tiempo y recursos del Estado para hablar de filosofía del capitalismo, quiere acabar o reducir la especulación, con lo que no pudo Adams Smith en el último tercio del siglo XVIII, prefiriendo usar el comportamiento individual para sustentar su modelo de libre mercado, tampoco Keynes con los ciclos económicos en las décadas de 1920 y 1930 y menos los teóricos de la hipótesis de las expectativas racionales Robert Lucas y Thomas Sargent.
Como diría Paul Krugman, su tarea en el mejor de los casos es inútil. Su propuesta de aumentar los depósitos de garantía en la suscripción de contratos sería otra distorsión que aumentaría los precios por lo menos en el monto de los intereses que deberá pagar el especulador por el capital adicional.
Para el país es más productivo que su presidente deje el tema de la especulación a los de las academias, quienes lo discutirán con estudios empíricos rigurosos y que dedique el tiempo que le resta para enfrentar la corrupción y la delincuencia que aumentan exponencialmente.
Se percibe que huye para no enfrentarlos, como tampoco los desequilibrios creados por sus administraciones, por estar copiando modelo sin previamente analizar su conveniencia. Aplicó una combinación de política monetaria y fiscal que expandió la demanda interna de corto plazo.
La especulación de que habla nada tiene que ver con el desastre de su gestión, que la historia recogerá con los siguientes datos: de 2005 a 2010, en promedio la demanda interna excedió en 12% la producción nacional. Significa que hubo un exceso de gastos en la economía, se consumió lo que no se produjo.
Lo evidencia el ahorro interno que se desplomó, de 15.1 por ciento del PIB en el 2005 a 7.9 por ciento en el 2010, sustituido por el ahorro externo, que pasó de 1.4% a 8.6%, con déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos de 3.8% del PIB en 2005 a 8.9% en el 2010.
Seguro estoy que en la ONU le quisieron preguntar la razón para no ahorrar y/o reducir los déficits y para no acumular reservas internacionales, cuando las condiciones internacionales eran favorables, con crecimiento promedio de 9.5% en el periodo 2005-2007. También sobre las ganancias permanentes que tuvo el país después de la crisis del 2008, expandiendo el gasto en lugar de austeridad.
El Presidente habló de arrogancia, codicia y afán para acumular riquezas, calificativos que encajan en sus gobiernos (2005-2010) y que reitera en el presupuesto del 2012, con elevados déficit y endeudamientos.
Estima ingresos corrientes adicionales por RD$40,000 millones, sin plantear las fuentes, pueden ser más impuestos, porque aumenta el financiamiento a RD$105,872 millones, con aplicaciones financieras por RD$55,878 millones, lo que implica un abultado déficits de RD$50,014 millones. Un Gobierno prudente elabora un presupuesto ajustado a la realidad, que la economía de los Estados Unidos se encuentra al borde de la recesión, que los países de la zona del euro, excepto Alemania, están quebrados, porque sus bonos en poder de los bancos valen la mitad del precio nominal, pudiéndose repetir la quiebra bancaria del 2008. Prefirió un presupuesto electorero.