El Presidente Mejía se impuso en el PRD

El Presidente Mejía se impuso en el PRD

Tal como se había previsto, el agrónomo Hipólito Mejía ha logrado imponerse en la lucha interna del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y hoy será proclamado su candidato oficial, en un parto con cesárea que tomó nueve meses de confrontaciones y desgaste de su imagen, la del partido y el gobierno.

Mientras tanto, el mandatario y su grupo el PPH dejan a sus últimos contrincantes pendientes del conflictivo proyecto de ley de lemas que permitiría la multiplicidad de candidaturas con sumatoria de votos para una segunda vuelta cuyas posibilidades de materializarse se agotan más con cada día que pasa, en tanto se proponen cobrar hoy mismo la rebeldía de Hatuey de Camps

No deja de ser sintomático que Mejía sea proclamado candidato presidencial apenas a dos días de una de las más contundentes manifestaciones de rechazo de un gobierno que se registra en la historia del país, y que ha ratificado las obvias dificultades de editar en el plano nacional la victoria interna.

[b]PACTO CON CESÁREA[/b]

Siempre se advirtió que era muy difícil que un presidente en ejercicio no terminara imponiendo su candidatura presidencial dentro de cualquier partido dominicano, aún en uno como el Revolucionario Dominicano, que había convertido en principio el planteamiento antireeleccionista que sustentó desde su fundación en 1939 durante el exilio antitrujillista.

Desde el último domingo de abril del año pasado, cuando proclamó su aspiración continuista, después de casi tres años negándolo, el agrónomo Mejía ha tenido que transitar un largo y doloroso camino para convertirse nuevamente en candidato presidencial del PRD. Esta vez sin el amplio consenso interno y externo que logró en 1999.

Para conseguirlo tuvo que enfrentar y ganarse la hostilidad de por lo menos 7 dirigentes de su partido que dando crédito a su palabra de que no buscaría la repostualción habían lanzado sus precandidaturas, entre ellos a su vicepresidenta Milagros Ortiz Bosch, al presidente del partido, Hatuey de Camps, y al secretario general Rafael Suberví Bonilla. Además de Emmanuel Esquea, Ramón Alburquerque, Rafael Abinader y Rafael Flores Estrella.

Auxiliado por los recursos que da el poder, y que según propia y reciente proclama “es para usarlo”, el presidente y su grupo partidario el PPH aplicaron una táctica que ha resultado victoriosa, dividiendo primero a los siete y luego apabullando a los últimos tres que se le enfrentaron.

Para ello contó con las ambiciones y falta de realismo de sus opositores internos que fueron incapaces de ponerse de acuerdo para enfrentar unidos el proyecto continuista, aunque lo consideraron nefasto para el partido y para la nación.

El 9 de septiembre del año pasado, los siete precandidatos que se le oponían firmaron un “Pacto estratégico por la unidad y la victoria del PRD”, en el cual se comprometían en el plazo de diez días a establecer un mecanismo para seleccionar entre ellos uno que enfrentara a Mejía. Unos obstruyeron la selección y otros terminaron abandonando el grupo, para juntarse con Mejía y auspiciar una conflictiva reunión del Comité Ejecutivo Nacional perredeísta, que a su vez convocaría la votación primaria para elegir el candidato.

Luego fue tarde cuando Ortiz Bosch, Suberví y Esquea cayeron en cuenta de que el poder no dejaría de usarse ni siquiera en la lucha interna, y la Cámara Contenciosa de la Junta Central Electoral hizo el resto para abrir las puertas a la proclamación de la candidatura a la reelección.

[b]UN REGALO ENVENENADO[/b]

El PPH logró imponerse, pero de forma pírrica luego que el grupo de los tres dejara solo al presidente Mejía. La improvisación de un contrincante ficticio, en la persona del doctor Frank Joseph Tomen, no logró darla mayor credibilidad a la elección.

Mientras concretaban la elección y proclamación de Mejía, los oficialistas pusieron en práctica otra táctica: envolvieron a Milagros Ortiz y Rafael Suberví en el absurdo de la ley de lemas, con lo cual le restaron credibilidad y respeto fuera de los ámbitos del PRD y aún entre sus cuadros más coherentes.

Ortiz y Suberví, junto a Emmanuel Esquea, habían auspiciado la aplicación del principio de la ley de lemas, que consiste en la sumatoria de votos, para la elección del candidato perredeísta. Fueron inducidos a traspasarlo a la elección nacional, con un proyecto de ley, que se sabía de antemano que sería objeto de amplio rechazo y pocas posibilidades de materialización hasta por razones de tiempo, y cuando varios partidos ya habían seleccionado sus candidaturas en base a la legislación tradicional vigente.

El PPH le prometió respaldo al proyecto, dándolo por clavo pasado, pero el mismo no se había sentido en el Congreso hasta este jueves cuando lo aprobó en primera lectura el Senado, después que tuvieron que sacarlo de la Cámara de Diputados donde tiene dificultades hasta con cuadros oficialistas.

Ante los contundentes argumentos de inconstitucionalidad del proyecto de ley de lemas, se le dio un lavado cosmético y el presidente Mejía prometió que antes de promulgar esa ley, de ser aprobada, la sometería a la Suprema Corte de Justicia para que determine si está acorde con la Constitución. Lo mismo que ya habían advertido que harían instituciones sociales como la fundación Institucionalidad y Justicia y el movimiento Participación Ciudadana.

[b]EL PPH ATANDO CABOS[/b]

Ante la necesidad de minimizar la división interna, el PPH hace algunos esfuerzos por lo menos para aparentar que quiere la aprobación de la ley de lemas, pero algunos en su propio seno siguen diciendo que “eso es un allante” y reconocen que es muy difícil que “ese mamotreto” consiga mayoría en la Cámara de Diputados, que pase la prueba de la Suprema Corte y que haya tiempo para aplicarla el 16 de mayo.

Pero las expectativas de convertirse en candidatos de Milagros Ortiz y Rafael Suberví seguirán pendientes del proyecto, que en el mejor de los casos requerirá aún más de una semana para pasar por ambas cámaras. El presidente de los Diputados ha prometido vistas públicas y los senadores consultas con la Junta Central Electoral.

Luego, por más diligente que sea la Suprema Corte de Justicia, habrá que darle siquiera dos o tres semanas para que pueda evacuar una sentencia, lo que lo llevaría, si pasa, al mes de marzo, dejando apenas 10 semanas para que los candidatos adicionales puedan hacer campaña.

Mientras el hacha va y viene, el presidente Mejía y su PPH, corriendo solitos sobre la pista de los candidatos y con todo el poder en las manos, estarán atando hasta los últimos cabos internos para amarrar a los cuadros medios y bajos del partido blanco que todavía no controlan.

Por si faltaba algún entretenimiento adicional, Eligio Jáquez dijo el miércoles ante los medios de comunicación Corripio que el mandatario contempla llevar a Ortiz Bosch o a Suberví para candidato vicepresidencial. Estos dos, sin embargo, no fueron tan cándidos para tragarse también ese caramelo y rechazaron tajantemente esa posibilidad.

En cuanto a Hatuey de Camps, será destituído no porque sea necesario para inscribir la candidatura del presidente, cosa que ya está resuelta con el dictamen de la JCE que antecedió a la votación interna, sino porque es la presidencia de los partidos quien recibe y administra los fondos públicos que se asigna a las organizaciones políticas, el 0.5 por ciento del presupuesto para este 2004, equivalente a 600 millones de pesos. Cerca de la mitad tocarían al PRD, por la proporción de votos obtenidos en las últimas elecciones.

El PPH demostrará hasta dónde está dispuesto a llegar si este sábado sustituye también al secretario general Rafael Suberví Bonilla. La lógica y la necesidad indican que está llamado a sobrevivir en el cargo, pues no es determinante en el manejo de los fondos ni en nada y su destitución lo empujaría a posiciones más duras, siendo el más recuperable de los precandidatos opositores.

Desde el punto de vista legal, la convención perredeísta de este sábado tiene facultad para relevar tanto a Hatuey como a Suberví. Pues fue la misma instancia que los designó en esos puestos cuando ratificó la candidatura de Hipólito Mejía en 1999.

[b]CIRCUNSTANCIA SINTOMÁTICA[/b]

Si para imponerse a lo interior de su partido en un parto traumático y solitario el PPH y Mejía necesitaron 9 meses para ganar, en el plano nacional sólo dispondrán de 14 semanas.

No deja de ser sintomático que su proclamación se produzca hoy a sólo dos días del repudio colectivo en que se convirtió la convocatoria del paro de 48 horas formulada por grupos sin poder orgánico ni social y con el país virtualmente apagado.

Vale la pena advertir que la contundente paralización de actividades unió las voluntades de sectores tan distantes y disímiles como el empresariado, la iglesia, los profesionales, obreros y grupos populares.

Como lo dijo en el discurso que dirigió al país en ocasión del paro de actividades, el presidente Mejía cifra sus expectativas en el nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, que en el mejor de los casos entraría en vigencia para mediados de febrero. Los analistas económicos estiman que podría iniciar la recuperación, pero de ninguna forma revocaría ni en todo el año la degradación del nivel de vida registrado en los últimos 15 meses.

Recuerdan que si bien el acuerdo implica el suministro de divisas, en su mayor parte están atadas a programas específicos y lo ocurrido en septiembre indica que cualquier desviación determinaría una nueva suspensión, con efectos económicos y políticos que serían catastróficos para el gobierno.

El presidente y su grupo han vivido el último año con la ilusión del golpe de efecto y la recuperación, aunque la realidad les ha golpeado sistemáticamente. En marzo-abril era la guerra en Irak la que le beneficiaría, sobre todo con el apoyo a Estados Unidos. Luego en mayo fue la visita presidencial a Washington. Para agosto los Juegos panamericanos, y en septiembre la compra de las acciones de la Unión Fenosa, que les permitiría “resolver el problema energético”.

Pero todo se les ha ido tornando cada vez más oscuro.-

Publicaciones Relacionadas

Más leídas