En los últimos doce meses, o sea, el año pasado, 13,013 personas murieron en los Estados Unidos como resultado de actos de violencia perpetrados por personas que tenían – la gran mayoría – permisos para usar armas de fuego. Casi, setecientos de esos muertos, eran niños menores de 11 años.

El Presidente de los Estados Unidos – posiblemente el mejor Presidente de la nación desde los tiempos de Abraham Lincoln – ha cumplido su palabra, y ha tomado el toro por los cuernos, cumpliendo su promesa de aliviar ese problema.

Emitió un decreto -orden ejecutiva como se llama por allá- con el objetivo de evitar que las armas vayan a parar en manos de delincuentes y personas con problemas mentales.

El decreto amplía la revisión obligatoria de antecedentes penales para la compra de ciertas armas, así como amplía también las regulaciones de compra de armas a través de internet. Así mismo, promete apoyar financiamientos para el tratamiento de personas con problemas de salud mental. Pero lo más importante es que obligaría a los Estados de la Unión a reportar cuales personas deberían tener restricciones para comprar armas.

Unos de los asuntos que callan las industrias que se dedican a la producción de armas de fuego es que la gran mayoría de los que poseen armas apoyan la verificación universal de antecedentes.

Como siempre, todos los candidatos presidenciales republicanos no reconocen que uno de los factores que podría reducir la violencia es regular la posesión de armas de fuego. La agenda extremista de ese partido en el congreso federal es la mayor retranca en pasar leyes sobre el control y tenencias de armas de fuego, incluyendo la obtención de armas de guerra. Y uno se pregunta, ¿para qué diablos quiere un civil tener armas de guerra en su hogar?.

Me gustó mucho la comparecencia del Presidente el pasado 5 de enero, cuando evocó y recordó a Martin Luther King, cuando dijo y cito, “necesitamos sentir la fiereza de la urgencia ahora, las personas se están muriendo y la excusa por la inacción ya no es válida. Por eso, estamos aquí hoy. No para debatir la próxima masacre debido a la violencia de las armas de fuego, estamos aquí para prevenir la próxima”.

Pero donde Obama puso el dedo en la llaga fue cuando expresó, “por lo tanto, déjenme decirle lo que vamos hacer; primero, “todo el que esté en el negocio de vender armas, debe adquirir una licencia y revisar los antecedentes de los compradores o será sujeto de persecución criminal”. Segundo; “todos nosotros, debemos trabajar juntos para encontrar un balance que declare que el resto de nuestros derechos son importantes.

La segunda enmienda es importante – esta enmienda a la Constitución es la que otorga permiso para el porte de armas – pero hay otros derechos que también los son, y tenemos que buscar un balance. Como por ejemplo, el derecho a orar libremente en una iglesia con seguridad. Ese derecho, le fue negado a los cristianos en Charleston, Carolina del Sur, y fue negado a los judíos en Kansas y fue negado a los musulmanes en Chapel Hill, y fue negado a los sijistas – religión India – en Oak Creek. Todos ellos también tienen derechos”.

Nada de esto va a calmar a los republicanos en su afán de boicotear cualesquiera tipo de reformas a las leyes de tenencias de armas, por eso, Obama recurre a las órdenes ejecutivas, y por eso también, tenemos este noviembre el deber de ir a las urnas. Es imperativo sacar del congreso federal a todos estos extremistas republicanos, ellos y sólo ellos, son los que no dejan avanzar nuestra nación por senderos de seguridad.