El Presidente Ronald Reagan

El Presidente Ronald Reagan

Cinco años después de haber finalizado, en enero 1990, su mandato de ocho años como presidente de los Estados Unidos, a Ronald Reagan le diagnosticaron el mal de Alzheimer. El que fuera cuadrágesimo presidente de aquella Nación ha fallecido, a los 93 años, la primera semana de junio en Bel Air, California, «la tierra de sus amores», a causa, según reportes médicos divulgados, de neumonía, una complicación derivada, en su caso, de la enfermedad que lo mantuvo postrado durante diez años.

Reagan escribió sus memorias, tituladas Una Vida Americana, porque las memorias presidenciales se han convertido en una especie de tradición». Creía que esa era una forma de que un Presidente «contara su historia con sus propias palabras».

La prensa consideró siempre a Reagan como «el gran comunicador». Comenzó a cultivar esa faceta muy joven, mientras laboraba como locutor deportivo. Empero, se mostraba frustrado porque durante todo su mandato tuvo dificultad «para comunicar al pueblo norteamericano, y al Congreso, la seria amenaza que enfrentaba Estados Unidos en Centro América». Reagan refiere que a principios de los 80`s el comunismo era ya no sólo un sistema económico competitivo, sino un régimen predatorio y expansionista, de mando absoluto y autoritario, con insaciable apetito de conquista; por tanto, «contrario a todo lo que los norteamericanos habían defendido durante doscientos años».

En el Congreso hubo hostilidad contra Reagan respecto de su política en Centro América, pero el Presidente estaba decidido a actuar contra el régimen sandinita de Daniel Ortega y a liquidar todo vestigio de influencia soviética en aquellos países.

Para Estados Unidos bastaba la presencia del régimen castrista desde hacía 30 años. Creo que Reagan hizo lo que hubiera hecho cualquier otro Presidente de su país.

Hay analistas que entienden que las relaciones de Reagan con el líder soviético Mijail Gorbachov, con quien se reunió por primera vez en 1985 en Ginebra, tuvieron influencia para que terminara la guerra fría y para la destrucción después del muro de Berlin.

Reagan fue miembro del partido demócrata durante varios años. Se afilió «por la influencia de su padre y por las amargas experiencias vividas en los años de la depresión». Admiraba el pensamiento de Jefferson: «Los demócratas consideran al pueblo como el depósito más seguro del poder en último instancia. Por tanto, lo cuidan, y desean depositar en él todos los poderes que es capaz de ejercer». De los principios de Jefferson decía Abraham Lincoln «que eran las definiciones y los axiomas de una sociedad libre».

La afiliación demócrata de Reagan terminó «porque en la década de los 30`s el partido comenzó a cambiar drásticamente. Sus miembros comenzaron a repudiar los principios de Jefferson «para crear un gobierno cada vez más grande, que exigía regular y dirigir la vida económica del país, para entrar en campos que están mejor en manos de la empresa privada». Jefferson creía que el mejor gobierno era el gobierno más pequeño, «que los gobiernos no son amos del pueblo, sino los sirvientes del pueblo gobernado».

Oh, ideales…!

Sus compatriotas le reconocen a Reagan»haber devuelto a su país el orgullo de ser una nación demasiado grande, para conformarse con pequeños sueños».

Los funerables de Reagan tuvieron «toda la pompa del primer funeral de estado en 30 años». Su cadáver fue llevado a la rotonda del Capitolio. El Presidente Bush y el ex presidente Gorbachov, de Rusia, estuvieron entre las personalidades que le rindieron tributo. Los cuatro ex presidentes vivos acudieron al funeral acompañados de sus esposas, Bill y Hillary Clinton, George y Barbara Bush, Jimmy y Rosalín Carter y Gerald y Betty Ford para rendir homenaje a Reagan.

Luego de oficios religiosos en la catedral de Washington, D.C., los restos de Reagan fueron retornados a Los Angeles y sepultados en Simi Valley el 11 de junio. Su nacimiento fue en 1911. A lo largo de los seis días de luto, la señora Reagan mostró la fortaleza propia de su dignidad. En el momento final le fue entregada por un oficial de Marina la bandera que había cubierto el féretro. Con ella en manos se acercó al ataúd, reclinó su cabeza y entonces se le vieron humedecidos los ojos.

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