El Presidente Salnave y la extradición en RD

El Presidente Salnave y la extradición en RD

La fría tarde del 15 de enero de 1870 fue fusilado en Puerto Príncipe el Presidente Silvaine Salnave. Horas antes a Salnave lo llevaban a caballo, con sus dos manos atadas. Llevaba rotas las charreteras y sus chamarras estaban chorreadas de un hilo seco de sangre.

Iba cabizbajo y triste. Cuando la comitiva pasaba por la Rue de L’Enterrement, Salnave se quitó el sombrero con sus dos manos e hizo una señal de respecto a los generales revolucionarios que lo contemplaban desde un balcón. El saludo fue despreciado.

El General Silvaine Salnave, uno de los líderes populares más connotados que ha tenido la República de Haití, había llegado al Poder el 27 de marzo de 1867 tras liderar una revuelta que echó del Poder al General Fabré Nicolás Geffrard Junior.

Originario de una familia mulata de clase media, había crecido en los alrededores de San Miguel de la Atalaya, una población que antes perteneció a la parte española de la isla, y aprovechando las guerras civiles que, cual trozo de novela, caracterizaron la vida insular de otrora, entró a la carrera militar, después de haber sido un refinado sastre en su juventud. Este histórico personaje, digno de un estudio profundo, fue víctima del más famoso y extraño caso de extradición entre los dos países de la isla.

El acuerdo de extradición –vigente- entre República Dominicana y Haití está contenido en el Tratado de Paz, Amistad, Comercio, Navegación y Extradición firmado el nueve de noviembre de 1874 entre los presidentes Ignacio María González, de República Dominicana, y Michel Domínguez, de Haití, quien había sustituido en el mes de mayo al Presidente Nissage Saget, en cuyo mandato se habían iniciado las gestiones. El 21 de septiembre de 1866 había arribado al Poder el general José María Cabral y Luna. Durante su mandato los plenipotenciarios haitianos, dirigidos por Ultimo Lafontant, y los dominicanos, bajo el mando de Juan Bautista Zafra, llegaron al Primer Tratado de Paz, el cual fue ratificado por el Congreso dominicano, pero no por el parlamento haitiano.

Leyendo de nuevo al doctor Jean Price-Mars en su obra la República Dominicana y la República de Haití, me doy cuenta por qué el parlamento haitiano no ratificó el tratado de 1867:

“Salnave no era sincero porque al mismo tiempo que sus emisarios oficiales se manifestaban garantes de buena fe, él tramaba contra Cabral ayudando a Báez en la frontera para derrocar al Presidente dominicano del Poder”. Es así como en 1868 encontramos a Buenaventura Báez, amigo íntimo del Presidente Salnave, en la Presidencia de la República Dominicana. Un año después, en noviembre de 1869, una revuelta estalla en el Norte de Haití, en una comunidad llamada Valliere.

Sería a finales del mes de diciembre cuando Salnave huye a República Dominicana, con su Estado Mayor. Iba en busca del auxilio de su amigo Báez, pero ignoraba que el Presidente no controlaba todo el territorio, pues una revuelta dirigida por el General Gregorio Luperón, en una extraña alianza con Cabral, tenía al país en llamas.

Cabral controlaba la frontera Sur y por esa ruta entró el desdichado Salve, quien fue apresado por los guerrilleros y entregado a las autoridades haitianas. Luperón protestó esa actitud.

Esa no fue una extradición de Estado, ni estuvo basada en ninguna estipulación jurídica. Cabral logró su venganza, pero ese fardo le pesa en el tribunal de la historia.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas