El Presidente Vásquez y su esposa no tuvieron hijos

El Presidente Vásquez y su esposa no tuvieron hijos

El ex Presidente Horacio Vásquez y su esposa Trina de Moya dejaron aclarado en su testamento que no tenían descendencia y por tanto legaron sus bienes a sus hermanos, distribuidos en partes iguales. El histórico manuscrito fue oficializado por el licenciado Federico C. Álvarez, y al momento de la repartición figuraron como apoderados el señor Osvaldo Vásquez, en representación de los parientes del ex mandatario, y Silvestre Alba de Moya, por los de la ex primera dama.

No se trataba de una gran fortuna. Poseían todas las tierras de lo que es hoy el ensanche Miraflores, que Trujillo compró entonces en dos mil pesos, una finca en Estancia Nueva, Moca, la casa de Tamboril, bonos de la deuda dominicana y un carro, entre otras pertenencias.

“Pero la importancia de esa documentación, más que nada, es que tanto él como ella, varios años antes de morir, indican que no tienen descendientes y que están legando su herencia en los hermanos de ambas familias”, explicó Campos de Moya Fernández, sobrino-nieto de la autora del Himno a las Madres, en un encuentro en el que se reunieron alrededor de veinte miembros de los de Moya, indignados por la leyenda que alrededor de sus antepasados han tejido los hermanos Reynoso González quienes se proclaman herederos y deudos de la distinguida pareja. Están también sorprendidos por las facilidades y el apoyo que estas personas, que consideran aventureras, han recibido de funcionarios, autoridades locales, del ayuntamiento de Tamboril, así como del sacerdote que exhumó los restos.

“Llegan unas gentes, van donde el Procurador de la República y éste autoriza la exhumación de los restos de un ex presidente y de una poetisa destacada, admirada y respetada en la República Dominicana, sin ponerse en contacto con ninguna familia, existiendo un decreto que este mismo gobierno ha emitido para exhumarlos y trasladarlos al Panteón Nacional y que la familia dijo que no quería que eso ocurriera porque ellos habían indicado antes de morir que querían ser enterrados en Tamboril, uno al lado del otro”, explicaron.

Entonces, añadieron, “se aparecen unos aventureros, manejados por no sabemos cuál interés, piden que los exhumen y el Procurador emite una orden de exhumación, no notifica a nadie en la familia pero no solamente eso: cuando sale a la luz pública el hecho, que parece que él no pensó que iba a salir, entonces se echa para atrás y dice que él no dio esa orden”.

Si él no lo autorizó, se preguntan, “¿ metió preso a alguien, hizo que quien falsificó esos documentos sufriera lo que debe ocurrir cuando se hace un documento ilegal?”. Entienden que el doctor Víctor Manuel Céspedes Martínez debió investigar el caso “hasta las últimas consecuencias”.

“Estos (……) dicen que son descendientes de Horacio Vásquez y que Trina no es apellido de Moya, sino una supuesta Borbón. Tenemos los árboles genealógicos de los dos, preparados por uno de los historiadores más serios, respetados y capacitados, que viajó a Cuba y España, recorrió el país. Trina es la octava hija más pequeña de esta familia, el padre de ella viene también de otra familia de ocho hermanos, mi abuelo, Dimas de Moya, tuvo trece hijos y, sin embargo, en nuestra familia nunca se ha comentado esa historia de realeza que ahora le atribuyen. Donde hay tanta gente envuelta ¿cómo es posible que se mantenga un secreto de esta naturaleza?”, se preguntan.

Manifestaron que los Reynoso González asumen una descendencia y una paternidad supuesta de Horacio Vásquez y Trina de Moya “y el Procurador les cree cuando autoriza esa exhumación. Debió haber indagado con la familia verdadera”.

Amparados por una copiosa documentación, por pertenencias de los personajes en discusión, basados en las referencias de sus padres y abuelos, los Moya descartaron todas las afirmaciones de los Reynoso González, quienes se hacen acompañar en sus posiciones, argumentos y reclamos por abogados y por Fernando de León Polanco, esposo de Edith (Edita) Reynoso González. Los otros hermanos son Horacio Antonio y Fortunato Horacio.

Los Moya expresaron que doce de sus miembros son abogados pero que, además, depositaron en manos del doctor Virgilio Bello Rosa todas las recientes declaraciones públicas, espacios pagados, crónicas y videos de estos supuestos herederos a los fines de proceder legalmente.

Aclararon que su tía no murió de tuberculosis, no tenía un ojo de vidrio, no era una usurpadora ni vestía con escotes. “Tía Trina murió en Puerto Rico de un cáncer en la garganta y mi hermana Toñita, su hija de crianza, estuvo con ella los tres meses que pasó interna en una clínica, hasta que murió. Vino con el cadáver en un barco y recuerdo que acudí con Silvestre Alba a esperarla”, relató doña Ascensión de Moya viuda Achécar. Ella y Antonio de Moya son los sobrinos mayores de la ilustre escritora.

Ernesto de Moya Ventura, sobrino-nieto, significó que “ni Trina ni Horacio son muertos de nosotros, sino del país. No había razón, motivo, circunstancia para que estos destaparan unas tumbas que son sagradas”. Recordó que enviaron una autorización escrita a la secretaria de Estado de la Mujer, Yadira Henríquez de Sánchez Baret; al secretario de Cultura, Tony Raful; a la primera dama y a su hija; a la vicepresidenta de la República Milagros Ortiz Bosch; a doña Mary de Marranzini, entre otros, miembros de la comisión para el traslado de los restos, “lo que significa que no somos los únicos que debemos tomar acción en este hecho”.

¿”Cómo va a ser que con todo lo que ellos han dicho en el periódico, que si son descendientes del Barón de la Atalaya, que descienden de Alfonso XII, etc., las autoridades le dieron cabida para abrir unas tumbas donde hay unos restos prestos a ir al Panteón Nacional?”, cuestionan.

Piensan que la memoria de las dos personalidades merece un desagravio, una reparación. Alba de Moya, quien vivió en la casa de Tamboril por trece años, comunicó que de todas partes iba gente en busca de datos, a ver los recuerdos y que nunca vio al cuarteto que hoy reclama parentesco y herencia. “Están desnaturalizando una familia histórica dominicana”, alegaron.

“Ellos (los Reynoso González) tienen que devolver los huesos a sus respectivas tumbas, las cosas que sacaron, explicar al país lo que hicieron. El problema para ellos es difícil, porque van a tener que reponerlos con nosotros, con testigos verdaderamente responsables”, afirmó Ernesto de Moya.

Dimas Arias de Moya, que estuvo presente en la exhumación y que negó haber reconocido no ser familia de doña Trina, como afirmaron los Reynoso González, dijo que estos se llevaron dientes y el fémur de cada uno de los sepultados.

En la convocatoria de la familia de Moya estuvieron presentes Ascensión de Moya viuda Achécar, Antonio de Moya Ureña, Campos de Moya Fernández, Ana de Moya Español, Dimas Arias Wagner, Constantino González de Moya, Ernesto de Moya Ventura, Teresa de Moya Oleaga, Guarina de Moya de Pérez, Wanda de Moya Castro, Alba de Moya, Raúl de Moya Español, Antonio de Moya Balbie, Socorro de Moya de Martínez, Samuel Joaquín de Moya Polanco, Dionisio de Moya Español, Elías de Moya Balbie y Rita de Moya Santana.

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