¡El Presidente visitó el Archivo!

¡El Presidente visitó el Archivo!

ÁNGELA PEÑA
Se produjo con la mayor discreción. Tal vez fue inesperada o quizá el Presidente deseaba que pasara inadvertida. Ese día, martes, estuve en el Archivo en la mañana y nadie comentó nada, tratándose de una visita tan trascendental. Sin embargo, el mandatario acudió al organismo, según informes, en horas de la tarde, cuando ya casi todo el personal estaba ausente. La presencia del gobernante en el Archivo General de la Nación ha llenado de optimismo y alegría a los que hasta hace poco veían con tristeza e impotencia como se derrumbaba ese patrimonio.

Leonel Fernández, sin embargo, parece que se propuso, en este periodo, rescatarlo del naufragio. Primero lo demostró designando como director al historiador Roberto Cassá, un hombre íntegro, responsable, trabajador, insobornable, que no transige con la corrupción ni los cabildeos y chanchullos propios de la administración pública pero que, además, es uno de los pocos dolientes de ese Archivo depredado, saqueado, descuidado, que languidecía ante la indiferencia y la indolencia generales.

Fernández ha secundado todos los reclamos, decisiones e iniciativas de Cassá. Ha autorizado desembolsos extras y le ha dado luz verde a sus proyectos. El Archivo de la gestión de Roberto ya es otro. Se percibe un respeto por la documentación, disciplina y acatamiento de sus reglas, aunque muchos investigadores, acostumbrados a la negligencia y la dejadez del pasado, hayan mal interpretado sus determinaciones, tomadas con la única intención de salvaguardar ese acervo fundamental. El prestigioso profesional no necesitaba de ese cargo ni para sobrevivir, ni para ganar aparatosidad, protagonismo, influencias. Y el Archivo estaba en tal grado de extinción que muchos se preguntaban por qué aceptó echarse encima ese muerto. El conocimiento de lo que atesoran esos depósitos y legajos y una vocación incomparable de servir y proteger lo que queda de la memoria histórica, le motivaron a aceptar esa tremenda responsabilidad que él ejerce como apostolado.

En el Archivo General de la Nación hay un movimiento inusitado de trabajo y los escollos iniciales que encontró en su camino el renombrado académico, fueron poco a poco vencidos, gracias a que el Presidente ha hecho suya esta recuperación sin precedentes en cuanto a los recursos económicos entregados, a la independencia de otros estamentos oficiales que no sea la propia presidencia y el respaldo a las resoluciones del incumbente.

Esta visita del Presidente es un espaldarazo a su gestión. El Archivo General de la Nación está en la agenda del Jefe de Estado. El destino de esos fondos documentales es motivo de preocupación para el doctor Leonel Fernández. Su sorpresiva asistencia del pasado martes no es sólo un plausible apoyo a Cassá: es una ratificación de su interés por impedir que perezca la más rica herencia documental del país, ese bien que se consumía ante la insensibilidad de los gobiernos, abatido, también, por la inescrupulosidad de muchos atracadores de la historia camuflados de intelectuales.

Las sendas de la cultura dominicana están sembradas de espinas, saturadas de intrigas y recelos. Y en la administración pública, lamentablemente, predominan las zancadillas, la corruptela es una tradición. Una escasa reserva de moralidad, como es Roberto Cassá, tropezará a diario con esos aguijones. Ojalá que no logren doblegar sus generosas intenciones. Por eso al Presidente hay que expresarle la despedida propia de los dominicanos: ¡Qué se repita la visita!

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