El presupuesto del 2007

<p>El presupuesto del 2007</p>

 JOSÉ LOIS MALKUN
La forma de cómo se elabora el presupuesto de un país y las regulaciones establecidas para administrar los recursos públicos reflejan el nivel de confianza en las autoridades del Gobierno y el grado de madurez de las instituciones del Estado. Y el presupuesto del 2007 no cumple ninguno de esos dos requerimientos esenciales.

Es obvio que el presupuesto aprobado está lejos de cumplir con la ley recientemente promulgada para elaborar este instrumento. El problema es que esa Ley no está vigente hasta tanto se aprueben sus reglamentos, que de acuerdo a la propia Ley, debe ser antes de mayo próximo. Pero, como siempre pasa, habrá mil excusas para no aprobar dichos reglamentos y no poner la ley en vigencia.

Veremos en febrero, si al fin se inician las negociaciones con el FMI, qué exigencias sobre esta materia se establecerán en la nueva carta de intención. Porque el presupuesto del 2007 es realmente un verdadero desastre. No me explico cómo se podría reestablecer un acuerdo con el FMI, cuando el instrumento más importante para la administración de la política fiscal viola varias leyes sustantivas en cuando a porcentajes de asignación a ciertos sectores y contradice la esencia misma de un manejo transparente y responsable de los recursos públicos.

Pero mientras se negocia con el Fondo, el Presidente, para promover su reelección, tendrá una excesiva discrecionalidad sobre el manejo de una parte importante del presupuesto aprobado y eso debería preocupar a todo el que vive en este país.

Este nivel de discrecionalidad se iguala al que tenía el doctor Balaguer en los primeros doce años de su Gobierno. Por ejemplo, en adición a los recursos asignados a la Presidencia están los del Metro, con lo que se puede hacer cualquier cosa. Hay igualmente mucho dinero asignado a inversiones en obras no definidas, lo que viola la ley de presupuesto. En otros casos aparecen obras repetidas. Los ingresos de Petrocaribe no aparecen en el Presupuesto, lo que le deja manos libre al Presidente para el uso de esos fondos. En fin, estamos hablando de 60 mil millones que podrán moverse de un lado a otro sin mayores restricciones. Si no se pone en vigencia la nueva ley de presupuesto, esperen a fines de años las sorpresivas transferencias de fondos de educación y salud para alimentar aun más a la Presidencia y al Metro.

La diferencia es que el doctor Balaguer utilizaba esas discrecionalidades presupuestarias para promover su plan de inversiones en obras públicas que movilizaban ciertas actividades económicas. Eran inversiones antojadizas y sin planificación, llegando inclusive a extremos como el Faro a Colon o en avenidas que se construían hasta cuatro veces en cada mandato. Mientras tanto, los salarios se congelaban casi en la subsistencia y la empleomanía del Gobierno se mantenía bajo control.

Pero 35 años después, y habiendo gastado más de 6 mil millones de dólares en préstamos para las reformas del sector público, seguimos haciendo lo mismo pero con peores estrategias. Ahora, los salarios de altos funcionarios en el sector público avergüenzan a la ciudadanía, la nómina pública ha llegado a niveles insostenibles y los gastos en lujos, corrupción y otras atrocidades en el manejo de los fondos públicos, nos colocan en una situación muy delicada en términos fiscales. Si a esto le sumamos la reelección y la lucha interna del partido en el poder, la deuda del Banco Central, la fragilidad del mercado cambiario, y los efectos de la sobrevaluación del peso dominicano en los niveles de competitividad, no hay dudas de que el 2007 puede ser un año difícil para la gobernabilidad del país.

Pero la opinión pública y los medios de comunicación no le dan importancia a eso del presupuesto. Es un tema carente de atracción. Se piensa que eso lo hacen todos los gobiernos. Que nada cambiará con hablar del tema. Que si la oposición hace cualquier denuncia es porque están abajo, ya que harían lo mismo si están arriba. Pero pronto veremos las consecuencias de esta actitud indiferente e irreflexiva. Porque lo que está sucediendo ahora no tiene precedentes en nuestra historia. Y aun así, se burlan de todos los ciudadanos aprobando una ley de austeridad.

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