El primer año de Obama

El primer año de Obama

Se acerca el primer aniversario del gobierno de Barack Obama, y en vez de la euforia y el optimismo que reinaban en la campaña presidencial de 2008, la política norteamericana ha vuelto rápidamente a la polarización entre republicanos y demócratas, y al desinflamiento de los sectores liberales ante la incapacidad de Obama para impulsar un proyecto político transformador.

Aunque mantiene todavía una alta popularidad personal, el brillo político de Obama se ha ensombrecido.

Desde el primer momento, los legisladores republicanos han boicoteado la gestión legislativa de los demócratas. Se opusieron al paquete de estímulo económico a principios de 2009,  cuando sólo tres de 40 senadores republicanos votaron a favor de ese proyecto. Luego, el 24 de diciembre pasado, todos los senadores republicanos votaron en contra de la reforma al sector salud, aún pendiente de aprobación final en el Congreso.

Por su parte, la ultra derecha populista ha organizado un movimiento de protesta en todo el país que se conoce como el Tea Party. Tea se refiere a Taxes Enough Already, un slogan de la guerra de independencia que criticaba el pago de los impuestos.

Los grupos organizados en torno al Tea Party plantean como solución a la crisis económica la reactivación de la receta neoliberal: menos impuestos, menos gastos públicos y menos regulaciones para los negocios. Incluso critican el gobierno de George W. Bush por haber abandonado esos principios del republicanismo conservador.

Este movimiento de corte populista se ancla en un renovado puritanismo neoliberal. Aunque vale aclarar que mientras Bush inflaba el déficit presupuestario para costear las guerras, esos grupos no se organizaron para quejarse. Se activaron en 2009 cuando los demócratas comenzaron a invertir en programas destinados a transferir recursos directos para sostener el empleo y ampliar los servicios sociales.

Por su parte, la relación de los sectores más liberales del Partido Demócrata con el gobierno de Obama se ha agriado. Los temas de mayor controversia han sido la diluida reforma del sector salud y la decisión de enviar más tropas a Afganistán.

El colapso de la esperanza de que Obama impulsaría un Estado de Bienestar al estilo europeo en Estados Unidos y que bajaría el guerrerismo, han generado descontento entre los grupos más liberales que fueron cruciales para el triunfo electoral de Obama en 2008.

Por su parte, los demócratas conservadores (conocidos como Blue Dog Democrats) también mantienen una relación de tensión con Obama. El Presidente resulta muy liberal para los conservadores, y muchos demócratas conservadores para ganar en sus distritos, necesitan atraer el voto independiente conservador. Si apoyan mucho a Obama, temen perder las elecciones congresionales de noviembre 2010, porque muchos conservadores (republicanos e independientes) se oponen a que el gobierno siga aumentando el déficit fiscal, y culpan a Obama de hacerlo.

En noviembre de 2009, en las elecciones para elegir los gobernadores de New Jersey y Virginia, sucedió que a pesar de la popularidad personal que Obama mantiene, no pudo transferir apoyo en la misma magnitud a los candidatos de su partido para ganar.

La labor gubernamental del Partido Demócrata ha sido siempre compleja. Una de las limitantes es que los fraccionamientos entre los mismos demócratas entre las facciones conservadoras, moderadas y liberales se expresan en el congreso y limitan la gestión legislativa.

Los republicanos mantienen un sólido bloque conservador y sólo necesitan la ayuda de algunos demócratas para imponer su agenda política en el congreso. Los liberales, por el contrario, no tienen hacia dónde dirigirse en busca de aliados y las expectativas de cambio se desvanecen rápidamente ante los obstáculos.

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