El primer arzobispado

El primer arzobispado

MIGUEL RAMÓN BONA RIVERA
Hay, ciertamente, confusión histórica en cuanto a la erección del primer arzobispado del nuevo mundo. Veamos los hechos en orden cronológico, para arrojar luz sobre la confusión de nuestro dilecto amigo Don Francisco Alvarez Castellanos, en cuanto a si Fray Pedro Xuarez de Deza fue el primer arzobispo metropolitano de la isla, o si fue el primer obispo de la Vega, según lo expresa en su artículo aparecido en estas mismas páginas el pasado jueves 25 de noviembre. Primero: Mediante la Bula «Illius Fulciti Praesidio», del 16 de noviembre de 1504, el papa Julio Segundo erigió el primer arzobispado del nuevo mundo y dos obispados dependientes de éste.

La silla arzobispal correspondió a la provincia de Jaragua en la persona de Fray Pedro Xuarez de Deza. Las dos sillas obispales sufragáneas correspondieron a la provincia de Concepción de La Vega o Maguá, en la persona del Canónigo Alonzo Manso, y a la provincia de Baynoa en la persona de Fray Francisco García de Padilla.

El rey Fernando el Católico se opuso a estos nombramientos, exigiéndole a la Santa Sede que le otorgara el patronato regio, o sea el derecho que tenía el rey de seleccionar los candidatos a ocupar las jerarquías eclesiásticas.

Esto produjo una crisis diplomática que impidió que los tres prelados nombrados de manera directa por la Santa Sede, pudieran viajar a la isla de la Española a tomar posesión de sus respectivas sillas.

Segundo: Mediante la Bula «Universalis Ecclesiae» del 28 de julio de 1508, el papa le concedió el Patronazgo Real de las Indias a Fernando el Católico y sus herederos o sucesores, zanjándose así la disputa entre la corona española y la Santa Sede. A partir de esta Bula se va a conformar todo un tinglado jurídico que normará durante siglos la aplicación del sistema del patronato regio en el nuevo mundo.

Tercero: Como consecuencia de la aplicación de esta Bula Universalis Ecclesiae, la Santa Sede procedió a suprimir las tres sillas originales que habían sido erigidas mediante la Bula Illius Fulciti del 16 de noviembre de 1504. Para ello la Santa Sede solicitó y obtuvo el consentimiento de los tres prelados titulares de estas sillas, con lo que se confirma que aunque los mismos no pudieron tomar posesión «in situ» de sus prelaturas debido al diferendo entre el rey y el papa, no por ello dejaron de ser los auténticos titulares de las mismas.

La Bula «Romanus Pontíficex» del 8 de agosto de 1511 que extinguió la silla arzobispal y las dos sillas obispales creadas en 1504, erigió en sustitución tres nuevas sillas obispales pero dependientes del arzobispado de Sevilla. Fueron estas, la de Santo Domingo y Concepción de la Vega en la isla de la Española, y la de San Juan en Puerto Rico.

Y para presidir estas tres diócesis se escogieron nada más y nada menos que a los  mismos prelados que habían sido señalados por el papa Julio Segundo en 1504 para dirigir las sillas creadas por la Bula Illius Fulciti. No cabe duda que en ello hubo un acuerdo entre el sumo pontífice y el rey Fernando el Católico para reconocer a estos tres hombres de Dios.

Y así, para la diócesis de La Vega fue nombrado Fray Pedro Xuarez de Deza, el mismo que había sido nombrado arzobispo metropolitano de Jaragua en 1504. Para la Diócesis de Santo Domingo fue nombrado Fray Francisco García de Padilla; y para la Diócesis de San Juan de Puerto Rico, fue nombrado Alonso Manso.

De manera pues, que Fray Pedro Xuarez de Deza fue el primer arzobispo metropolitano de la isla de la Española y del nuevo mundo, nombrado mediante la Bula Illius Fulciti del 16 de noviembre de 1504. Y luego de extinguida esa silla arzobispal por la Bula Romanus Pontificex del 8 de agosto de 1511, fue nombrado mediante esa misma Bula como obispo de Concepción de La Vega. Fue el segundo obispo titular de La Vega, pero el primero en tomar posesión efectiva de su cargo.

El distinguido historiador don Carlos Dobal, en un artículo publicado en el periódico El Caribe el 30 de junio de 1990, bajo el título: «Fray Pedro Xuarez de Deza, titular del primer arzobispado del nuevo mundo», presenta una documentación contundente sobre este tema, extraída a su vez del Boletín Oficial de la Real Academia Española de la Historia, tomo 20, bajo la firma del historiador jesuita, padre Fidel Fita y Colomé, de fecha 20 de mayo de 1892.

Igualmente, el historiador, licenciado canónigo Carlos Nouel, en su obra «Historia Eclesiástica de la arquidiócesis de Santo Domingo», tomo primero, aporta datos de gran precisión sobre el tema.

Lo que señala el padre Las Casas en ese tenor, no contradice sino que confirma lo dicho al respecto.

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