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Decía, en la primera parte que se publicó hace dos semanas, en relación al primer debate presidencial republicano, que ese partido está en capilla ardiente, y que atraviesa una de las crisis de identidad más grande desde los tiempo de Nixon. Fue un debate virtual e insustancial, pues no se discutieron ideas ni propuestas ni nada se sustancia.
Aunque por el momento Trump sigue arriba en las encuestas, en Washington los mejores analistas apuestan que es asunto de tiempo para que su candidatura se derrumbe como un castillo de naipes. Su discurso agresivo y disparatoso no es sostenible a largo plazo.
Desde hace tiempo, todo el mundo sabe que los votos de la nación están divididos en tres partes. Una tercera parte vota demócrata, una tercera a favor de los republicanos y la última tercera parte, vota según las circuntancias y coyunturas, son los llamados independientes. Como vayan los independientes, es que se gobierna en esa nación. Con ese discurso, no es verdad que Trump tiene la mínima posibilidad de ganar. En realidad, Trump sólo tiene un 28% de los votos republicanos, y eso es, 9.3% del voto nacional. Simplemente no alcanza.
Pero la debacle de Trump y los republicanos, es que – según las encuestas – el 26% de los mismos republicanos dicen que jamás votarían por él. Así pues, al día de hoy, si es nominado por ese partido… pierden, y si forma una tercera fuerza… no sólo pierde Trump, sino que arrastra a los republicanos al cadalso. Por eso digo que los republicanos están en capilla ardiente.
Lo interesante de los debates republicanos es que se nota claramente que no discuten nada de los temas trascendentes que afecta la nación. Cero discusión sobre temas de seguridad nacional, problemas ambientales, educación, empleos, reformas sanitarias, desarrollo de infraestructuras necesarias, educación, Cuba, Irán, ISIS, control de armas en manos de civiles, sistema de seguridad de los envejecientes, déficit presupuestario, resolver los problemas de ultramar, como es el caso de la crisis económica de Puerto Rico. En fin, nada es importante para los republicanos. La prioridad para los participantes del debate fue Hillary Clinton, que fue mencionada como cien veces.
Los demócratas están eufóricos, por ver como los republicanos discuten temas superficiales y ven aumentar sus posibilidades electorales para mantener la Casa Blanca.
Quien escribe esta columna, que es un demócrata de primera línea, no siente tanta alegría. En realidad, siento pena por la nación. ¿Cómo es posible que la potencia más importante del planeta económica y militarmente hablando, tenga tantos aspirantes presidenciales incultos, sin ningún tipo de conocimientos de los problemas prioritarios y necesidades de la nación y del mundo?. Eso es difícil de entender.
A los aspirantes republicanos sería recomendable exigirles una especie de examen de admisión o prueba antes de ser admitidos como candidatos presidenciales. Es increíble el desconocimiento, de cuáles serían las responsabilidades que vienen acompañadas con la presidencia de los Estados Unidos. Que un bufón comediante esté de líder en las encuestas de uno de los partidos político de sistema, es indicativo que el sistema democrático de nosotros, anda en crisis.