El primer desamor en la adolescencia

El primer desamor en la adolescencia

Sufrir por amor es una de las experiencias inevitables en la vida de cada persona.
Durante la adolescencia es común que se produzca el primer amor, ese que se cree que será “para toda la vida”.
Por eso, cuando ocurre el rompimiento, los miembros de la relación pueden sumergirse en una profunda tristeza y frustración.
La psicóloga clínica, psicoterapeuta infanto juvenil Natalia Nin, recomienda a los padres que en el momento de la ruptura amorosa de su hija o hijo adolescente, sean un apoyo, un soporte, alguien con quien puedan hablar sobre cómo se sienten sin miedo a ser juzgados.
“Nuestros hijos crecen, van descubriendo lo que les apasiona y su lugar en el mundo; eligen a sus amigos y se despierta en ellos el acercamiento y la atracción hacia el amor. Si nos abrimos como padres a la experiencia con ellos, nos convertiremos en cómplices” asegura.
Especifica, además, que ser “cómplices” en esta nueva aventura amorosa significa acompañarles al cine, verles con entusiasmo crear detalles para esa persona especial, arreglarse para sus encuentros, verles sonreír genuinamente con ilusión…
Pero, si ocurre el rompimiento con esa persona especial, para los padres puede ser un verdadero reto ver a sus hijos tristes, apagados y de mal humor, y al mismo tiempo una oportunidad para fortalecer la confianza y la comunicación entre todos.
Nin asegura que para evitar añadirle más frustración a la situación es necesario ser cautelosos para evitar, en medio del deseo de ayudar, pasar los límites del espacio que los hijos necesitan.
“En esta situación, lamentablemente, nos tocará alejarnos y ser espectadores cercanos de lo que les ocurre”, especifica.
¿Cómo ayudar? Lo primero que deben hacer los progenitores es tomar conciencia de que, como padres, creer o querer tener el control de las situaciones de los hijos adolescentes es de las razones más fuertes por las que se actúa sin pensar.
La especialista de la conducta explica que esta situación coloca a los padres en un panorama para el que nunca se está preparado: “Por más que te amo, no puedo evitar que te rompan el corazón”.
Dice que hacer las paces con este concepto le ayudará a soltar parte del estrés y a verlo desde otra perspectiva desde la cual pueda ser más útil durante este proceso, cuando su hijo o hija lo necesita aunque no sepa cómo decirlo. Aconseja:
1. Consolar no es evitar que sus hijos lloren, es estar ahí mientras sanan sus emociones. En este punto -asegura- se debe cuidar anular sus emociones. Se debe ayudar a identificar sus sentimientos, a expresarlos en un ambiente de libertad y empatía, a poder expresarlos sin que se sientan juzgados con la certeza de que son puerto seguro para anclar su barco en tiempos de tormenta.
2. No alimentes el resentimiento y el odio. Frases como “No te merecía, es muy poco para ti, no sabe valorar lo bueno, hay más personas en el camino” solo alimentan el ego herido por el rechazo, la desconfianza en sí mismos y atentan contra su propia bondad, con lo que genuinamente le regalan al mundo y lo hacen mejor.
“Es difícil no decir estas frases cuando queremos ajusticiar a quien ha maltratado el corazón de nuestros hijos, solo recordemos que para que el dolor nos transforme debemos dejar que fluya todo: el dolor mismo, la ira, la inconformidad para poder abrazar la reparación que el perdón regala a quien perdona”.
3. Retomen lo que les motiva. La psicóloga dice que los padres no deben evitar que su adolescente viva su proceso de pérdida, pero sí aprovechar para que ellos puedan reconectarse con lo que le gusta (el arte, la música, ejercicio, el baile, la naturaleza) sin forzar. “Si te das cuenta que ha transcurrido un tiempo prudente y los sentimientos de tristeza permanecen y afectan otras áreas de su vida, no temas buscar ayuda profesional. La ayuda a tiempo atrasa el crecimiento de cualquier situación caótica de la vida” concluye Nin.

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