Un proyecto, cual que sea, debe tener un lineamiento, una plataforma, un norte, un criterio, pero sobretodo, un solo discurso, una sola línea a seguir.

Un proyecto político que desde sus inicios comienza a dar traspiés, a decir una cosa y al otro día decir otra; es un proyecto que va por mal camino, le resultará difícil ganarse la confianza de una población como la dominicana, que anda en búsqueda de un nuevo liderazgo que la conduzca por nuevos derroteros más promisorios.

Viendo así las cosas, los líderes del proyecto Partido Revolucionario Mayoritario (PRM) tienen que hilar muy fino, y no cada cabeza andar por ahí pregonando discursos diferentes sobre el mismo tema.

Mi amigo Hipólito Mejía, quien en ocasiones se ve traicionado por la sinceridad que le caracteriza, debería aprender a no dejarse sorprender por los periodistas, y entender que no está obligado a responder cada una de las preguntas que hacen los reporteros.

Ante la actual situación de desconfianza que existe en la población dominicana por nuestra clase política, el dirigente está compelido a no errar, o errar lo menos posible, ya que los errores en materia política se pagan con pérdida de votos y de confianza.

El dirigente político debe entender que lo que busca de la población es que le ponga en sus manos la conducción del Estado, y un hombre que busca manejar el Poder Ejecutivo no puede estar dando tumbos, porque si como encargado de ese Poder, da una orden drástica, y después del hecho hay que dar marcha atrás. Recuérdese que “después del palo dao, ni Dios lo quita”.

Por tal razón, los líderes del PRM deberían sentarse y antes de dar declaraciones, elaborar, articular un discurso, cónsono con cada tema, de lo contrario, cada uno hablando por su lado, no van para parte, y todo será una pérdida de tiempo, que muchos no están dispuestos a asimilar.