El problema de la adicción no es la sustancia, es la debilidad

El problema de la adicción no es la sustancia, es la debilidad

Juan se sienta en una mesa de póker en el casino y apuesta la mayor cantidad de dinero posible. Su intención es ganar para comprarle una casa a su familia. Nunca pasa por su mente que apostándolo todo puede quitarle lo poco que tienen su esposa e hijos. Sin embargo, entra en una trampa en la que mientras más arriesga siente más gratificación y cree que así será su recompensa.

La situación de este hombre es la misma que la de un adicto a la heroína, que ante la tristeza consume buscando felicidad, o de un alcohólico que toma para esconder los miedos que arrastra desde la infancia.

“Tenemos que partir de que el problema no es la sustancia, el problema no es el juego, son situaciones que están fuera y afectan la estima. El problema es el ser humano que se compromete y el tipo de sociedad en la que nos estamos desenvolviendo”, señala el sicólogo Edwin Bueno, de la Fundación Fénix.

Tipos de adicciones. En esa institución, fundada hace más de 18 años, se trabaja con adicciones a las sustancias, tales como el alcohol, la cocaína, marihuana y heroína, siendo esta última una de las más difíciles de superar por los usuarios.

También abordan las adicciones conductuales, entre las que se tipifican las ludopatías, la adicción a las deudas y al amor, así como todo tipo de dependencia que comprometa la conducta del ser humano.

Bueno explica que las adicciones de la conducta son más difíciles de tratar porque la mayoría de las situaciones de un adicto a sustancia tiene que ver con el compromiso del cerebro con la sustancia. Sin embargo, una persona con una adicción en la conducta no tiene ese componente, su dependencia es más arraigada y afecta más su personalidad.

Aclara que la adicción es un problema sistémico. “Una adicción no puede crecer si no hay un sistema que la nutra”, por ello en Fénix no solamente se aborda al individuo biológica y sicológicamente, sino que se hace hincapié en la parte social y ahí entra la familia.

“En la familia normalmente se manifiestan los roles que debe tener cada cual y en los problemas de adicción los roles siempre están equivocados. Sus miembros no asumen las funciones que debe asumir y eso crea problemas de dependencia en sus integrantes más débiles”, argumenta.

Enfermo, no delincuente. El problema en República Dominicana radica en que la “Ley 50-88, Sobre drogas y sustancias contraladas y sus modificaciones”, clasifica al usuario de opiáceos de la misma forma que a los traficantes de estupefacientes.

En defensa de los usuarios de sustancias sicotrópicas la doctora Elena Hasbún, miembro fundadora de la Fundación Krysallis, afirma que: “El adicto no es un delincuente, sino un enfermo que se vuelve dependiente de una sustancia o de una conducta que lo ayuda a llenar vacíos producidos por el dolor, por baja autoestima o simplemente un sentimiento, quizás infundado, de rechazo social”.

Hasbún y Bueno lamentan que en el país, principalmente los pobres, no tienen muchas opciones para tratar a sus familiares adictos.

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