El problema de la reconstrucción de Haití

El problema de la reconstrucción de Haití

De acuerdo con los datos de Naciones Unidas, la ayuda a Haití alcanzó una cifra superior a los US$2 billones, de los cuales el 85% aun no se ha materializado ni desembolsado, sino más bien son promesas o compromisos de los países donantes. Cabe señalar que toma tiempo canalizar y desembolsar ese monto de ayuda particularmente en un país pobre y destruido como el haitiano.

Durante la celebración del Foro Económico Mundial de Davos, el ex presidente Bill Clinton, quien en octubre de 2009 visitó Haití con más de 200 empresarios,  aprovechó la ocasión para asociar al sector privado internacional para reactivar el motor económico en Haití y exhortó a los empresarios participantes en dicho foro a ser un socio global en la reconstrucción de ese país, bajo el argumento de que  la inversión en Haití debe ser visualizada como una oportunidad de hacer negocios y no como una asistencia.

No obstante, invertir en Haití no es cosa fácil. Según un informe del Banco Mundial que analizó las reglamentaciones para los inversionistas en 183 países, Haití figura en el rango 151, lo cual indica que existen serios obstáculos a la inversión extranjera y a los derechos a la propiedad.

En el mismo informe, se requiere obtener la aprobación de un sin número de agencias gubernamentales y de las altas esferas del Gobierno para desarrollar una actividad económica y, si tiene éxito, el proceso burocrático del papeleo toma en promedio ocho meses.

A esto hay que agregar que las demoras para llevar a cabo las conexiones a la electricidad y obtener un teléfono son una de las más elevadas del mundo.

Por lo tanto, se requerirá que todos los procedimientos sean simplificados lo más rápidamente posible y establecer las normas y procedimientos legales que ofrezcan seguridad a la propiedad.

Por otra parte, el costo de la reconstrucción de Haití será enorme, posiblemente superior a los US$10 billones. Hasta la fecha, ya se han realizado varias reuniones en Santo Domingo, Quito, Ecuador y en el próximo mes de marzo se celebrará bajo los auspicios de las Naciones Unidas una conferencia en la cual se espera la creación del fondo destinado a la reconstrucción de Haití. 

En nuestra opinión, el monto que se establezca en esa reunión no es lo más importante. Lo perentorio es lograr que tanto los países donantes como las instituciones multilaterales cumplan con lo prometido, considerando que las promesas o compromisos anteriores nunca se materializaron y que el 90 por ciento de los mismos no sea para gastos de seguridad.

La conferencia mencionada será la tercera conferencia de donantes para Haití en menos de cuatro años. La última, celebrada  luego de los efectos devastadores del ciclón y el huracán de 2008, no logró su cometido. De un monto de US$402 millones, es decir la mitad de los US$800 millones solicitados por el Gobierno haitiano, sólo US$72 millones han sido desembolsados y muy particularmente para financiar el presupuesto del Gobierno de Haití. El restante 80 por ciento aún está a la espera de informes, revisiones o aprobaciones por parte de agencias de los Estados Unidos, Japón, la Unión Europea, el BID y otros.

 Transparencia Internacional denunció la falta de claridad en la utilización de los fondos destinados al programa de apoyo posterior al huracán mencionado. Dicha institución alega que dentro del marco de Petrocaribe, Venezuela otorgó un préstamo por un monto de US$197 millones, de cuyo total US$81 millones o sea el 41 por ciento fue destinado a financiar la Compañía Nacional de Equipos sin que se posea información sobre cuál ha sido el uso de esos fondos. A lo anterior habría que agregar la correlación entre la complejidad de los procedimientos, las constantes demoras en la aprobación de los proyectos por parte del Parlamento y el continuo recurso a la corrupción considerado endémico en las instituciones públicas haitianas, donde los culpables gozan de una impunidad total. Se estima que la corrupción tiene altos rendimientos y pocos riesgos e involucra a los funcionarios, autoridades electas, el Poder Ejecutivo, el Parlamento, la Justicia y el sector privado.

La creación entre 2004 y 2006 de una unidad de combate a la corrupción conjuntamente con las comisiones nacionales de mercado y de información financiera no han sido capaces de al menos disminuir estas prácticas. Esta situación imperante es una de las mayores preocupaciones de la comunidad de donantes. Del mismo modo, durante la reunión celebrada en Montreal el 25 de enero pasado, los organismos internacionales y los países amigos de Haití reconocieron y enfatizaron que a pesar de las debilidades de gobernabilidad existentes y agravadas por el terremoto, el Estado haitiano es el único legítimo para administrar la reconstrucción y coordinar la ayuda internacional que podría aproximarse a los US$20 billones. Por lo tanto, en el debate entre los expertos internacionales y los países donantes surge la preocupación de concentrar la discusión sobre las aproximaciones y prioridades del gasto o en establecer un mecanismo efectivo y transparente que sea capaz de aumentar, coordinar y desembolsar la ayuda de los países donantes.

En un artículo anterior, nuestra opinión se centraba en la necesidad de crear una unidad central de gestión, similar a la establecida durante el período del retorno del Presidente Arístide y cuyo éxito puso en marcha proyectos financiados por el BID, el Banco Mundial y otros organismos internacionales.

Sin embargo, Haití nunca estuvo tan debilitado como ahora. Habría que señalar que existe una relación perversa entre la debilidad del Estado haitiano y la fuerza de las ONG en el país. En Haití los bienes son privados: atención médica, hospitales, escuelas, comida que llegan de todo el mundo pero el mal es público porque el Estado sólo está presente con la Policía. Una policía que en estos días primero dispara y después pregunta y que ha provocado muchos de los muertos en los saqueos y las prisiones. Cuando se habla de fortalecer el Estado hay que afrontar este tema. Declaraciones de altos funcionarios estadounidenses afirman que en la actualidad hay aproximadamente unas 10,000 ONG trabajando en Haití pero sólo 300 están inscritas en el ministerio, así que hay miles que actúan sin control alguno. Recientemente, una de estas supuestas organizaciones con sede en los EEUU intentaba sacar a 33 niños del país. Lo peor aun es que Estados Unidos da la ayuda a las ONG estadounidenses, los canadienses a las canadienses y los españoles a las españolas y así sucesivamente, con escalas salariales exorbitantes para los niveles haitianos. La mayoría de ellas actúan sin ningún tipo de supervisión. Se ha intentado saber cuáles son las organizaciones no gubernamentales serias y no hay ningún estudio sobre esto. En Haití no hay político haitiano que no maneje personalmente al menos dos organizaciones de este tipo. 

La reconstrucción, una tarea lenta

A nuestro parecer, la reconstrucción será una tarea lenta, frustrante donde un poco de los recursos actualmente disponibles, en principio, serán activados. Sin embargo, dentro de poco el interés del mundo desaparecerá. Entonces, será el turno de los haitianos, poco importa donde vivan, de asumir su destino no sólo superando sus propias capacidades sino también con la responsabilidad requerida a la altura de esta tragedia. Sólo a este precio es que la ayuda determinante de la comunidad internacional será eficaz. Haití nunca estuvo tan debilitado como ahora. Habría que señalar que existe una relación perversa entre la debilidad del Estado haitiano y la fuerza de las ONG en el país. En Haití los bienes son privados: atención médica, hospitales, escuelas, comida que llegan de todo el mundo pero el mal es público porque el Estado sólo está presente con la Policía. Una policía que en estos días primero dispara y después pregunta y que ha provocado muchos de los muertos en los saqueos y las prisiones. Cuando se habla de fortalecer el Estado haitiano hay que afrontar este tema. Declaraciones de altos funcionarios estadounidenses afirman que en la actualidad hay aproximadamente unas 10,000 ONG trabajando en Haití, pero sólo  300  de esas entidades están inscritas en el ministerio, así que hay miles que actúan sin control alguno.

La cifra

72.0  millones de dólares.  Se han  desembolsado, en especial  para financiar el presupuesto del Gobierno de Haití, de los US$402 MM prometidos luego de los ciclones de 2008.

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