Para el sociólogo Cándido Mercedes el origen del conflicto político generado por la creación del reglamento del Tribunal Constitucional se sitúa en la ambigüedad que caracteriza a la clase política dominicana.
Al hacer el análisis, destacó que el presidente Leonel Fernández envió al Senado el reglamento tal y como lo diseñó la comisión de juristas que participó en su redacción, pero tras una reunión con César Pina Toribio, el senador Reynaldo Pared Pérez y el vicepresidente Rafael Alburquerque se hicieron los cambios para favorecer a la Suprema Corte de Justicia (SCJ).
La discusión sobre el Tribunal Constitucional se basa en la posibilidad de que este organismo conozca los fallos de la SCJ en materia constitucional, a lo que se oponen sectores del Gobierno y Jorge Subero Isa, presidente de la SCJ.
A la clase política dominicana le conviene la ambigüedad, la incertidumbre, no la institucionalidad, pues en la medida en que hay más ambigüedad hay menos codificación del poder.
Al Presidente Fernández no le gustan los conflictos, no tiene suficiente carácter, por eso con relación al Tribunal Constitucional se reunió, por separado, con Pina Toribio y Jiménez, quienes tienen posiciones distintas.
Temor a la justicia. Servio Tulio Castaños Guzmán planteó, en el mismo contexto, que a los políticos les pasa lo mismo que a los ciudadanos comunes con relación a la justicia, que le temen a su poder.
Es que la justicia es el único estamento que somete a los políticos al orden, y el Tribunal Constitucional está para controlar el poder, y no hay una decisión más poderosa que la que emana de la sentencia de un juez.
El jurista dijo que cuando se revisó la estructura judicial del país, en el contexto de la reforma constitucional, se constató que cada vez que se daba una crisis a lo interno del poder judicial era producto de un asunto de inconstitucionalidad, y eso lo debilitaba. Por eso se buscaron nuevos modeles y el mejor es el Tribunal Constitucional.