El Banco Central dejó sin cambio su política monetaria, decisión que comparto. No es el momento para endurecer las condiciones de los préstamos y ralentizar el crecimiento económico.
Como el precio del dinero oficial, que ha estado en 5.25% anual desde julio 2017, influye en los intereses que los bancos comerciales pagan a ahorristas y en los que cobran por préstamos a inversionistas y consumidores, la entidad se tomará su tiempo para encarecer el dinero, lo hará cuando sea necesario. Dependerá de la senda del Índice de Precios de Consumo, tasa del dólar, tasa de interés en Estados Unidos y la volatilidad en los mercados.
No habrá cambio mientras la inflación se mantenga en el rango establecido, como sucedió en febrero en relación al mes anterior, bajo -0.11% para reducir a 0.18% la inflación acumulada en los primeros dos meses del año, y a 3.32% la tasa interanual. Sugiere que el estímulo monetario de intereses estables y relativamente bajos no es inflacionario.
El comportamiento de la inflación, el elevado nivel de reservas internacionales netas y el mayor flujo de divisas observado en el mercado que ha generado exceso de oferta, lo dicen las estadísticas de transacciones diarias, redujo a lo normal la presión cambiaria con expectativa de que la devaluación a final de año cierre en 4.0%, más o menos algunas décimas. Es decir, lo cambiario no es motivo para variar la política monetaria.
Para proteger su cartera empresarios y consumidores dan seguimiento al costo del dinero, lo mismo hace el dominicano de a pie, a diferencia de lo que muchos creen, en general sabe cómo ganar dinero, gastarlo, ahorrarlo e invertirlo, y se interesa por mejorar su educación financiera. Siente en sus bolsillos los beneficios cuando el costo del dinero es estable y relativamente barato.
Factores de incertidumbre global podrían provocar cambio en la política monetaria. Me refiero al abandono del multilateralismo y aranceles de Donald Trump, tienen al mundo al borde de guerras comerciales, con el potencial de generar descenso del volumen de comercio internacional y el crecimiento, con aumento de precios. Incertidumbre que se sumó a la normalización monetaria en Estados Unidos, política que tiende a reducir la brecha con respecto a otras monedas, incluyendo el peso. Entre las consecuencias, podría cambiar el flujo de capitales externos en favor de los estadounidenses.
Recientemente se subió el precio del dinero a la banda entre 1.5% y 1.75%, con pérdidas en bolsas y encarecimiento del crédito. Podría implicar problemas para las finanzas públicas, que no han sabido desengancharse de los préstamos. La deuda se sigue acumulando, el balance aumentó (US$11,123.5 millones) en 57% desde US$19,463.3 millones en 2012 a US$30,586.6 millones en febrero de 2018, anualmente US$2,224.7 millones.
En suma, para final de año la inflación y la tasa de cambio proyectan comportamientos esperados. Preocupa el probable aumento de volatilidad en los mercados externos. No controlamos lo que sucede en la economía internacional, pero sabemos qué hacer con la nuestra. Como nadie tiene bola de cristal, correcta fue la decisión de no cambiar por ahora la política monetaria, evita crear riesgo cuando se reporta que la economía avanza a un ritmo de 6.2% interanual, por los préstamos privados en pesos que crecen 13% interanual.