Guardo estimulantes reminiscencias de mis profesores de ciencias puras y de ingenierías que fueron mis educadores en el Tecnológico de Monterrey. Conservo en mi cerebro y corazón especiales reminiscencias de las cátedras del erudito reverendo Aquiles Menéndez que me impartió la docencia de “Ética Profesional” en el último semestre de mi carrera.
Desde el primer día de clases el padre Menéndez señaló que teniendo como alumnos unos 70 educandos le era imposible usar el método platónico de enseñanza con diálogos entre el educador y sus educandos y que, en cambio, usaría el método anecdótico, sobre temas específicos, que servirían de fundamento para impartir enseñanzas sobre temas generales. El padre Menéndez señaló que esa materia podría llamarse Deontología Profesional, refiriéndose a que la Deontología es ciencia de los deberes.
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En una cátedra inolvidable nos dijo que, meses antes la UNESCO había planeado celebrar en México un seminario sobre “Las nuevas tendencias educativas en ciencias puras y ciencias de ingenierías” y ocurrió que el encargado de impartir la conferencia magistral para cerrar el seminario se indispuso, impidiéndole dictar la conferencia. Menéndez fue elegido para sustituirlo. Cumplida esa misión, Menéndez recibió una ovación unánime de parte de los asistentes. Ante ese hecho, el director de la UNESCO expresó su aprobación a la presentación de Menéndez diciéndole “Te felicito Aquiles, tu conferencia ha sido la mejor del seminario. ¡La calidad de la misma se ve magnificada porque la hiciste sin prepararla!”. El padre Menéndez expresó “¡Eso es falso! En realidad, la conferencia es fruto de 70 años de preparación”. Esa expresión de Menéndez no fue arrogante sino que esa anécdota sirvió para explicarnos en qué consistía el proceso de formación intelectual, el cual tiene como características ser progresivo, acumulativo, introspectivo y que tiene una duración ilimitada, se sabe cuándo comienza pero nunca termina.
Antes de proseguir debe resaltarse que Menéndez insistió en explicar claramente el significado de formación intelectual, que implicaría integrar a las etapas del proceso de formación intelectual, la lectura comprensiva y el análisis introspectivo de obras humanísticas que abarcan Filosofía, Ontología, Historia, Literatura y toda expresión de arte también, las obras literarias del apogeo de Grecia y Roma hasta los tiempos contemporáneos.
Uno de los mayores obstáculos para la formación intelectual consiste en confundir y equiparar la formación con información, por tal razón Menéndez nos advertía que debíamos protegernos y blindarnos ante los mensajes de los medios de aquella época, cine, televisión, revistas no especializadas y propaganda política o comercial.
Esto así, porque la información intelectual podría inducir a sus receptores a confundirla con la formación intelectual. Quien cayese en esa trampa se convertiría en una trágica persona que, muy posiblemente, podría ser considerada como una mezcla de comicidad y patetismo. Resaltaba Menéndez que Grecia fue la primigenia creadora y divulgadora de los valores que sirven de fundamento a la comunidad occidental contemporánea entre los cuales se encuentran los conceptos de polis o “ciudad Estado” en que los ciudadanos tenían la potestad de expresar libremente sus opiniones acerca de la forma en que debían ser gobernados. Partiendo de ahí surgió el concepto de democracia en que la polis debía ser gobernada por ciudadanos comunes , no por los miembros de la aristocracia. Parte de lo antes escrito no hubiese sido necesario si hubiéramos iniciado citando el sustancioso e irónico mensaje de Groucho Marx: “La televisión ha influido poderosamente en mi formación intelectual pues cada vez que la encienden me retiro a otra habitación y me pongo a leer”.
La influencia de Grecia fue tan abarcadora que las didácticas MEDITACIONES del emperador romano Marco Aurelio fueron escritas en griego y no en Latín, que era la “lingua franca” en Roma. En filosofía Grecia todavía es insuperable con Platón, Sócrates y Aristóteles. Además Grecia fue creadora de varios géneros literarios que sobrevivieron el paso del tiempo. Varias obras de dramaturgos griegos siguen siendo arquetipos de ese género literario y cuando son montadas en teatros a través del mundo llaman la atención del público como si todavía estuviésemos en tiempos de la hegemonía de Esparta y Atenas.
Entendiendo que cualquier tipo de conocimientos no debe monopolizarse he dedicado este escrito a compartir con lectores de esta columna lo que hace 57 años expresó el padre Menéndez a un grupo de estudiantes de término de las carreras de ingeniería y de ciencias puras del Tecnológico de Monterrey. Soy afortunado por haber sido uno de esos 70 estudiantes que en 1967 recibieron cátedras de Menéndez como guías para ser profesionales y ciudadanos comprometidos con la verdad.