El progreso verdadero, según el Papa Benedicto

El progreso verdadero, según el Papa Benedicto

En su reciente visita a Cuba, el Papa Benedicto hizo pronunciamientos de importante  valor  al expresar: “Muchas partes del mundo viven hoy un momento de especial  dificultad económica, que no pocos concuerdan en situar en una profunda crisis de tipo espiritual y moral, que ha dejado al hombre vacío de valores y desprotegido frente a la ambición y el egoísmo de ciertos poderes que no tienen en cuenta el bien auténtico de las personas y las familias”.

“No se puede seguir por más tiempo en la misma dirección cultural y moral que ha causado la dolorosa situación que tantos experimentan. En cambio, el progreso verdadero tiene necesidad de una ética que coloque en el centro a la persona humana y tenga en cuenta sus exigencias más auténticas, de modo especial su dimensión espiritual y religiosa”.

“Por eso, en el corazón y el pensamiento de muchos, se abre paso cada vez más la certeza de que la regeneración de las sociedades y del mundo requiere hombres rectos, de firmes convicciones morales y altos valores de fondo que no sean manipulables por estrechos intereses, y que respondan a la naturaleza inmutable y trascendente del ser humano”.

Esas expresiones reflejan un conocimiento profundo de los males que padecemos muchos  países del mundo, donde se ha pretendido enarbolar un concepto de progreso alejado de los valores éticos, morales y espirituales que deben estar presentes en todas las manifestaciones humanas, especialmente de quienes dirigen las naciones y   lideran o influyen en los diferentes estamentos  públicos como privados.

El Papa dio muestra de que tiene puestos sus oídos en el sentimiento del pueblo sano,  y que  cuenta con la ayuda de sacerdotes y laicos que se resisten a aceptar el nuevo modelo de progreso y éxitos sustentados en que el fin justifica los medios.

 La realidad que  vivimos se fundamenta en falsas ilusiones y espejismos. Los valores que priman, particularmente en los sectores que representan o forman parte de las cúpulas de poder, se han ido transformando y creando modelos de éxito y  progreso, sin importar  precio ni  métodos; aceptando acciones reñidas con los principios fundamentales que deberían regir el comportamiento moral; aplaudiendo  fechorías y dándole espacios en  lugares predominantes;  creando un  modelo basado en que  por vía de las malas prácticas es lícito lograrlo, siempre que  contribuyan a favorecer a quienes ostentan esas capas de poder.

Este jueves de Semana Santa puede convertirse en el inicio de unos días de reflexión a lo que dijo el Papa desde Cuba para el mundo. Podemos y debemos dedicarle tiempo a analizar nuestro presente y determinar si ese es el modelo que queremos para las futuras generaciones.

Detenernos a pensar si por estas vías que transitamos, se pueden levantar los verdaderos pilares  donde debe descansar nuestra sociedad. Determinar si son esos los valores que deben servir de modelo para los que aspiramos a  una patria mejor, más justa y más humana, donde prime el verdadero progreso. 

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