El proyecto continuista
va cobrando su costo

El proyecto continuista <BR>va cobrando su costo

Con el arrodillamiento de las tres cuartas partes del Senado oficialista y con una mayoría de sus diputados esperando turno, el proyecto que impulsa la continuidad en el poder del presidente Leonel Fernández a pesar de la restricción constitucional, empieza a cobrar el costo institucional que esa práctica ha tenido en la historia nacional.

 Sin embargo, entre analistas políticos predomina el criterio de que aunque el mandatario aliente el plan al final terminará declinándolo por los graves obstáculos que enfrentará tanto al interior de su partido como en una sociedad cada vez más temerosa del costo institucional y económico que conlleva.

La bestia embiste duro.  La bestia del continuismo en el poder, que ha carcomido la institucionalidad democrática a lo largo de la historia de la República Dominicana, ha comenzado a mostrar todas sus garras a favor del doctor Leonel Fernández, contrariando la prohibición de la repostulación  presidencial de su propia y flamante Constitución.

El acontecimiento político de la semana fue el comunicado suscrito por 24 de los 32 senadores, en el cual se postran en disposición incondicional frente a la decisión que el doctor Fernández adopte en relación a las elecciones presidenciales del 2012, entregado a un satisfecho mandatario, en ceremonia  en el Palacio Nacional, el martes 9.       

Dos días antes, en un acto público, el segundo líder del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), víctima de intrigas políticas por atreverse a aspirar a la candidatura presidencial, se vio precisado a anunciar que limitará sus actividades para dejar espacios a los actos políticos del Presidente, proclamando que no quiere confrontarlo.

 El ambiente es tan tenso en los círculos gubernamentales del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y aliados, que los senadores peledeístas por el Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo tuvieron que explicar por qué no firmaron el comunicado. Los cuestionamientos al primero, Reinaldo Pared, son más fuertes por tratarse a la vez del presidente del Senado y secretario general del partido gobernante.

 Otros dos senadores que no suscriben el documento, el de Monte Plata, Charlie Mariotti, y el de Peravia, Wilton Guerrero, lucen los más resueltos disidentes del proyecto continuista, particularmente el primero, quien llegó a considerarlo “un hecho lamentable y un golpe a la Constitución y a la institucionalidad, que debilita al Senado”. Los senadores de Azua, Rafael Calderón, y el de Santiago Rodríguez, Antonio Cruz, tampoco firmaron, lo mismo que el de Sánchez Ramírez, Félix Vásquez, quien dijo que su candidato presidencial sería el ingeniero Carlos Morales Troncoso, presidente de su Partido Reformista Social Cristiano, aunque también canciller del gobierno. Amable Aristy aún no se había juramentado como senador por La Altagracia.

Se ha adelantado que se recolectan firmas entre los diputados para ampliar la adhesión incondicional suscrita por los senadores. Incluso se afirma que cuentan con unos 74 diputados que serían también las tres cuartas partes de la bancada peledeísta en la cámara baja. Y luego vendrán los síndicos, gobernadores y secretarios de Estado para reeditar la práctica horacista, trujillista y balaguerista del siglo pasado.

Fuerte impacto emocional.  Llamó la atención de los observadores la satisfacción con que el Presidente recibió la incondicionalidad del apoyo de los senadores que, aunque algunos quisieron disfrazar, no deja duda de sus alcances. Articulistas y comentaristas equipararon sus términos a las peticiones que se formularon a Horacio Vásquez, Rafael Trujillo y a Joaquín Balaguer en el siglo pasado.

Como aquellos, Leonel Fernández emerge como imprescindible para que “bajo su égida” la nación enfrente “las urgencias de largo plazo”, tareas “que requieren de un liderazgo firme, experimentado y con la visión necesaria para continuar recorriendo el camino del progreso”, ante incertidumbres internacionales que impactarán sobre el país, “por lo menos durante las próximas dos décadas”.

Los 24 senadores se manifiestan “testigos del debate que se suscita en los medios en torno a la reelección y los fieros ataques que se dirigen contra el gobierno”, por lo que le expresan apoyo y defensa “y sobre todo para seguir tras sus pasos, en cualquier circunstancia que la vida le depare”.

Más expresivos todavía, le dicen que él “merece tener la oportunidad de decidir el rumbo a seguir”, y se manifiestan prestos a acompañarle en la senda del progreso, ya que su figura es la que expresa la mayor posibilidad de armonizar un movimiento que sintetice las aspiraciones mayoritarias. Para añadir que “En la histórica y trascendente coyuntura que estaremos atravesando en mayo del 2012 su decisión final pesará mucho, y en ese tránsito ahí estaremos para acompañarle”, listos para “correr la suerte que usted corra en el porvenir”.

Ese discurso dista mucho de un partido democrático de la modernidad y choca con la Constitución que muchos de los firmantes aprobaron hace un año, proclamada en enero pasado por el propio presidente Fernández, la que, en su artículo 124, prohíbe la reelección presidencial consecutiva, lo que en ese aspecto fue fruto de un pacto del líder peledeísta con el ahora presidente del  principal partido opositor, Miguel Vargas Maldonado.

La paciencia de Danilo.  Danilo Medina se ha venido consolidando como la primera opción del PLD para suceder al presidente Fernández, manteniendo la lealtad de gran parte de los que le acompañaron en la lucha por la candidatura presidencial para los comicios del 2008, cuando compitió en desventaja con el mandatario. Tras año y medio de bajo perfil, el que fuera segundo hombre en los dos primeros gobiernos de Fernández se ha movido con sagacidad, recabando respaldo en diversos sectores sociales, incluidos  importantes empresarios. Su equipo afirma que han conformado 290 movimientos o grupos de apoyo.

Pero el domingo 7, Medina tuvo que dar un paso atrás buscando reducir las intrigas que lo responsabilizaban del “limitado éxito” del acto político de San Francisco de Macorís encabezado una semana antes por el presidente Fernández, el primero de una serie programada hasta enero “para juramentar nuevos peledeístas”. No sólo Medina estuvo ausente, sino también el secretario general Reinaldo Pared y la mayoría de los 25 miembros del Comité Político convocante, muchos de ellos adscritos al “danilismo”.

Al hablar en un acto público, Danilo Medina proclamó que no caerá en las intrigas del pasado y que evadirá la confrontación que algunos quieren, por lo que suspenderá sus actividades cuando el Presidente encabece algún acto, para que todos los suyos puedan participar. Enfatizó que quiere ser presidente de la República, pero por todo el PLD y sus partidos aliados y por los movimientos externos que lo apoyan. Describió la coyuntura diciendo  que “estamos pasando en este momento por una especie de turbulencia, pero en cuanto pasen los nubarrones el avión se va a estabilizar, y cuando se estabilice estará claro que Danilo Medina será el candidato del PLD”.

Desoyendo a seguidores y a críticos externos que plantean que ha debido ser más agresivo, Medina se ha manejado con paciencia y prudencia, pero amarrando dentro y fuera de su partido. La agresividad le hubiese conllevado mayores dificultades a sus seguidores frente al poder presidencialista y el caudillismo tradicional. Uno de sus asesores dijo que están tranquilos, conscientes de que hay lealtades muy fuertes ante el Presidente, pero seguros de que las resistencias se irán desvaneciendo.

Que corra la pelota

No hay dudas de que el presidente Fernández está dejando correr la pelota del continuismo con la esperanza de que se convierta en una avalancha partidaria y luego nacional, pero las circunstancias lucen tan desfavorables como las que enfrentó el presidente Hipólito Mejía, quien fracasó en el intento de reelegirse en el 2004.

Aunque muchos de los promotores del continuismo aducen que Fernández puede repostularse “porque la Constitución no tiene efecto retroactivo”, el mandatario posee luces suficientes para saber que sería un acto de ilegitimidad que sacudiría la institucionalidad democrática. Es por ello que ya adelantan su oposición sectores tan influyentes como los obispos católicos, que lo han expresado más contundentemente que nunca, y discretamente amplios sectores empresariales, temerosos de los costos no sólo institucionales sino también en estabilidad económica. Un empresario  recordó que el presidente Obama le advirtió a principios de año al colombiano Álvaro Uribe, cuando  le visitaba en Washington, que un tercer período de gobierno no era beneficioso para la democracia. Leonel buscaría un cuarto.

El único camino que daría alguna legitimidad a la continuidad de Fernández es una nueva reforma constitucional, pero de difícil ejecución, pues  conllevaría rupturas internas y externas, ya que tendría que comprar no sólo a todos los reformistas y a decenas de danilistas, sino también a por lo menos tres perredeístas, para alcanzar los dos tercios de votos de la asamblea nacional, necesarios para validarla. 32 senadores y 183 diputados suman 215. Dos tercios son 143. Y entre peledeístas y reformistas suman 140, y los perredeístas son 75.

Aún si lograra “conquistar” los dos tercios, los riesgos de rechazo serían altos, comenzando por la unidad del propio partido de gobierno, donde cada vez hay más tensiones, mientras el asombro y la incertidumbre ganan terreno en la sociedad dominicana. El continuismo ha comenzado a cobrar su costo.

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