El PRSC fracturado

El PRSC fracturado

POR JUAN BOLÍVAR DÍAZ
Con apenas el 11 por ciento de los votos del nivel provincial y el 13 del municipal, el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) se reafirmó en los recientes comicios nacionales como el tercero del sistema por séptima votación consecutiva a partir de la reforma constitucional de 1994.

Aunque sacó algunas ventajas de su alianza con el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), al duplicar su número de senadores y casi triplicar las sindicaturas, el Reformista pudo haber perdido capacidad de negociación e influjo al caer sus diputados de 37 a 22.

De los tres grandes partidos, el colorado es el que sale de estos comicios más fracturado y con mayores dificultades para lograr una reunificación que le permita escapar del proceso de disolución en que se debate desde la desaparición hace 4 años de su caudillo Joaquín Balaguer. 

Los años dorados

El Reformista es el partido que más tiempo ha gobernado el país, un total de 22 años, después de la tiranía de Trujillo, aunque casi todos sus gobiernos tuvieron una dudosa legitimidad fruto de elecciones viciadas.

Su predominio se inició en 1966, cuando debutó en las contiendas electorales con los eficientes auspicios del gobierno de Estados Unidos que entonces ocupaba militarmente el país. En las elecciones de ese año obtuvo el 56 por ciento del sufragio en unos comicios donde su principal contendiente el profesor Juan Bosch ni siquiera pudo salir a las calles en aquella campaña electoral en la que se contaron 350 muertos, en los primeros cinco meses del año.

Para 1970 y 1974 Balaguer y su partido no tuvieron que hace campaña para mantenerse en el poder, ya que el PRD y los grupos de izquierda, que encarnaban la oposición política se abstuvieron de participar debido a los niveles de represión e injerencia militar y policial en el proceso.

Para la primera reelección la oposición al partido colorado la encarnó el Movimiento de Integración Democrática Antireeleccionista, salido de su propio seno para postular a la presidencia al entonces vicepresidente Francisco Augusto Lora. A Balaguer se le adjudicó el 53 por ciento de los votos. La mayor “victoria” del reformismo fue la de 1974, cuando tras forzar la abstención perredeísta, se le atribuyó el 85 por ciento del sufragio, teniendo como “contrincante” al excontralmirante Homero Lajara Burgos y su pequeño Partido  Demócrata Popular.

Aunque volvió a abusar de todos los recursos del poder, Balaguer y su partido fracasaron en 1978 al intentar una tercera reelección consecutiva. Después de las manipulaciones electorales quedaron con el 43 por ciento de los votos.

En 1982, tras fusionarse con el Partido Revolucionario Social Cristiano para  conformar el Partido Reformista Social, el partido colorado perdió los comicios registrando el 39 por ciento de la votación.     

El desgaste perredeísta tras 8 años de gobierno creó las condiciones para que el partido colorado pudiera volver al poder cuando en 1986 obtuvo el 41 por ciento del voto con su caudillo nuevamente de candidato. Se reelegiría en 1990 y 1994 en dos comicios gravemente cuestionados, especialmente el último, cuando una crisis política tuvo como salida una reforma constitucional que, entre otros asuntos, redujo ese período presidencial a 2 años.

En 1990 el PRSC registró el 35 por ciento de la votación para quedarse con el poder. La abstención ascendió al 40 por ciento. Cuatro años después se le atribuyó el 44 por ciento tras la mayor manipulación electoral de la etapa postrujillista.

Decadencia del PRSC

La reforma constitucional de 1994 marcó la decadencia del PRSC al prohibir la reelección presidencial. Para 1996 postuló al empresario Jacinto Peynado, pero Balaguer prefirió respaldar al Partido de la Liberación Dominicana. En la primera vuelta el PRSC obtuvo el 13 por ciento de la votación, cayendo por primera vez al tercer lugar del que desde entonces no ha podido salir.

Para las primeras elecciones Congresionales y Municipales separadas de las presidenciales, en 1998, el PRSC apenas pudo acumular el 17 por ciento del sufragio en el nivel congresional, que elevó al 25 por ciento en el 2000, cuando su caudillo pretendió volver al poder.

En los comicios del 2002, el PRSC mantuvo su votación, cuando obtuvo el 24 por ciento de los votos válidos, en el nivel congresional, dos meses antes de la desaparición de su indiscutible líder histórico.

Es obvio que la decadencia del PRSC se inició en vida de Balaguer, vencido por el peso de los años, pues murió a los 96 sin dar tregua ni auspiciar un liderazgo de relevo. Para las elecciones presidenciales del 2004 se inició el fraccionamiento del partido colorado, cuando el Consejo Presidencial Reformista, encabezado por el empresario Carlos Morales Troncoso se separó para apoyar la candidatura del PLD.

Entonces la votación reformista fue de un solo dígito, con el 8.65 por ciento.  

El 10.93 por ciento obtenido en el nivel presidencial y el 12.80 del municipal en los recientes comicios no alientan perspectivas de que el PRSC pueda reconvertirse en  opción de gobierno.   Tal resultado fue alcanzado después de ingentes esfuerzos por modernizar el partido, que tuvieron culminación en los primeros meses del 2005, cuando se realizó un interesante proceso que culminó en reformas estatutarias y renovación de sus dirigentes a nivel nacional.

Fraccionamiento reformista

 El desempeño reformista en los comicios de mayo pasado no fue tan catastrófico como el del PRD, en términos relativos, ya que duplicó sus senadores de 2 a 4 y casi  triplicó las sindicaturas, de 11 a 28. Pero sus diputados disminuyen de 37 a 22, lo que implica una reducción de su capacidad de negociación. Esos diputados no serán necesarios para el PLD y su gobierno que tiene más del 50 por ciento, y sumados con los del PRD no dan más que para evitar las dos terceras partes necesarias para la reforma constitucional.

Pero lo más relevante es que la alianza con el PRD profundizó el fraccionamiento del reformismo. El Consejo Presidencial Reformista encabezado por el canciller Morales Troncoso se dividió pariendo el Partido Reformista Popular que liderean el secretario de Agricultura Amílcar Romero y Leoncio Almánzar. Empero, los dos grupos siguen respaldando al PLD y su gobierno.

 Los dirigentes reformistas Angel Lockward, Héctor Rodríguez Pimentel y Alfredo Mota Ruiz, encabezaron otro fraccionamiento para respaldar al PLD. Modesto Guzmán encabeza un denominado Movimiento Auténtico Balaguerista, también apoyando al partido de gobierno, a cambio de cargos.  Un notable número de dirigentes  reformistas fueron postulados a senadores, diputados y regidores por el PLD, profundizando la dispersión del partido colorado.

Los que han quedado en el mismo PRSC no muestran una unidad sólida. Hubo quienes abogaban por la participación solos en los comicios del 2006, entre ellos su último candidato presidencial Eduardo Estrella y el dirigente Guillermo Caram,  y otros querían la alianza con el PLD. El 31 por ciento de la militancia reformista prefería la alianza con el partido de gobierno, mientras sólo el 17 por ciento la favorecía con el PRD, según la encuesta Gallup para HOY efectuada a fines de noviembre del 2005.

 La dirección del PRSC enfrenta cuestionamientos cruzados. De los que creían que harían un mejor papel participando solos en los comicios, y de los que promovían la alianza con los otros dos partidos mayoritarios. Hay quienes entienden que les pudo haber ido mejor en la alianza rosada si la hubiesen realizado en todas las provincias y si no hubieran perdido tanto tiempo discutiendo cada postulación, y no faltan los que creen que hubo juego doble.

Problema de identidad

 Para algunos analistas el principal problema por el que atraviesa el PRSC es de identidad. La mayoría de sus dirigentes no le ven potencialidades al partido para retornar al poder. Desde 1996 sólo piensan en alianzas con los otros dos grandes, lo que ha contribuido a estacionar el partido en el tercer nivel.

Tropiezan con la costumbre del poder, de la que no han podido desligarse ni siquiera quienes no precisan de un empleo en el Estado para mantenerse en la política activa. Fueron demasiado años en el disfrute de cargos públicos y no han podido reprogramarse para estar en la oposición. Además de que fue el caudillo quien los inició en el papel de terceros cuando prefirió al candidato del PLD en 1996.

Antes de que concluyera el reconteo de votos, ya algunos dirigentes estaban buscándoselas por el lado del PLD. El vocero de los diputados reformistas, Marino Collante, ya planteó públicamente la posibilidad de abandonar la alianza con el PRD para pactar con el partido de gobierno, a cambio de que le den a él la presidencia de la Cámara de Diputados. Y no faltan los que esperan que Amable Aristy Castro vuelva a negociar con el peledeismo para mantenerse al frente de la Liga Municipal Dominicana. 

Una pronta ruptura de la alianza con el PRD y peor si va acompañada de acuerdos con el partido de gobierno, afianzará la imagen del PRSC como partido bisagra, de baja reputación.

Las perspectivas del PRSC son más inciertas puesto que la mayoría de sus dirigentes tienen más afinidad con el PLD que con el PRD, lo que ha permitido al partido morado crecer absorbiendo militantes y simpatizantes del reformismo durante la última década.

Consciente de ese derrotero el ideólogo reformista Belarminio Ramírez no duda en condicionar el llamado a la reunificación que formuló el miércoles el grupo de Morales Troncoso. “Antes tienen que renunciar al gobierno. No pueden ser dirigentes del partido y funcionarios gubernamentales al mismo tiempo. Sería acabar de liquidar el partido. Lo fundamental es recobrar la identidad”, sostuvo el politólogo.-  

Problema de identidad

Para algunos analistas el principal problema por el que atraviesa el PRSC es de identidad. La mayoría de sus dirigentes no le ven potencialidades al partido para retornar al poder. Desde 1996 sólo piensan en alianzas con los otros dos grandes, lo que ha contribuido a estacionar el partido en el tercer nivel.

Tropiezan con la costumbre del poder, de la que no han podido desligarse ni siquiera quienes no precisan de un empleo en el Estado para mantenerse en la política activa. Fueron demasiado años en el disfrute de cargos públicos y no han podido reprogramarse para estar en la oposición. Además de que fue el caudillo quien los inició en el papel de terceros cuando prefirió al candidato del PLD en 1996.

Antes de que concluyera el reconteo de votos, ya algunos dirigentes estaban buscándoselas por el lado del PLD. El vocero de los diputados reformistas, Marino Collante, ya planteó públicamente la posibilidad de abandonar la alianza con el PRD para pactar con el partido de gobierno, a cambio de que le den a él la presidencia de la Cámara de Diputados. Y no faltan los que esperan que Amable Aristy Castro vuelva a negociar con el peledeismo para mantenerse al frente de la Liga Municipal Dominicana. 

Una pronta ruptura de la alianza con el PRD y peor si va acompañada de acuerdos con el partido de gobierno, afianzará la imagen del PRSC como partido bisagra, de baja reputación.

Las perspectivas del PRSC son más inciertas puesto que la mayoría de sus dirigentes tienen más afinidad con el PLD que con el PRD, lo que ha permitido al partido morado crecer absorbiendo militantes y simpatizantes del reformismo durante la última década.

Consciente de ese derrotero el ideólogo reformista Belarminio Ramírez no duda en condicionar el llamado a la reunificación que formuló el miércoles el grupo de Morales Troncoso. “Antes tienen que renunciar al gobierno. No pueden ser dirigentes del partido y funcionarios gubernamentales al mismo tiempo. Sería acabar de liquidar el partido. Lo fundamental es recobrar la identidad”, sostuvo el politólogo.-

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