En la Capilla de los Remedios, hermoso lugar al lado del Reloj del Sol, la incansable gestora cultural, doña Verónica Sención, con los auspicios del Hodelpa Nicolás de Ovando, propició un reconocimiento a la trayectoria de vida del distinguido médico psiquiatra, el Dr. José Miguel Gómez, siendo el invitado de honor a la ya tradicional tertulia Café Literario. En la oportunidad al querido amigo y laureado médico se le entregó una placa de reconocimiento. Al hablar doña Verónica, una incansable abejita en procura de mejorar la cultura de nuestro pueblo, en la introducción del hermoso acto y sentado yo en la mesa principal, meditaba de cuáles son los verdaderos aportes que un médico puede hacer a su país. Cuando el talentoso poeta José Mármol, con su proverbial mansedumbre presentaba sin mezquindades ni acíbar la biografía del médico reconocido, lo entendí y ratifiqué los méritos del homenajeado.
El Dr. José Miguel Gómez, por su obra profesional, personal y como escritor, ha logrado una respetabilidad en nuestra sociedad. Se me antoja y creo no hacer una apología a mi estulticia, el compararlo como una especie de Ortega y Gasset en la dimensión dominicana. Esto así dado que todas sus obras persiguen aparte de educarnos en la conducta humana, el bienestar del individuo, de las parejas, de la familia y de la sociedad toda. Es decir, que su prole intelectual es la práctica de un ejercicio de “razón viviente”, como diría el muy distinguido profesor español.
El homenajeado nos dictó esa noche una conferencia sobre los aspectos básicos de los elementos que construyen una personalidad equilibrada y de los instrumentos para lograr la felicidad y el ansiado éxito. Hizo referencia del filósofo polaco Zygmunt Bauman, quien muy bien describe en sus obras al individuo actual, el desarraigado, el de la sociedad líquida postmoderna, consumista, precaria e incierta. Así es que lo describe el pensador, que era de origen judío y se desarrolló sus últimos años en Inglaterra, muriendo a los 91 años en Leeds, en enero 2017. Sus tres obras: Amor, Tiempos y la Vida Líquida, muy bien describen esa “modernidad líquida” y que nosotros los tres José de la mesa principal coincidimos en que esta modernidad que, nos permite estar muy “interconectados”, pero al mismo tiempo aislados y desconectados, es la pieza clave de eso: de la alineación, la soledad y el aislamiento sobre todo en lo emocional del ser humano contemporáneo.
Ahora bien, tengo por verdad incontrovertible que en el terreno material, utilitario, en la búsqueda de la subsistencia y de la forma en que esta descarnada e indolente vida cotidiana se desenvuelve con muy escasos recursos éticos y morales, tienen más entronización los juicios del inmenso José Martí: “Los hombres van en dos bandos los que aman y fundan, los que odian y deshacen”. Esto así porque nadie en uso adecuado de razón puede negarle al que aporta, al que se desvive por sus pacientes, como por descontado debe reconocerse al que hace aportes a la educación desde cualquier ángulo en que se desempeñe, esto le hace la mayor contribución al país. El amigo psiquiatra ha hecho tributos a los dos bienes más preciados que tiene el ser humano, que son la salud y la educación, muy merecido ha sido este homenaje. Viene a punto recordar que “honrar, honra”.
Al final, disfrutamos de una grata sorpresa musical: acompañada de una copa de un exquisito tinto, la fina cantante Mayi Rodríguez nos deleitó con canciones en varios idiomas. Le pedí a mi querida comadre, la prominente geriatra Dra. Rosy Pereyra de Rodríguez que nos interpretara una canción, recibiendo la ovación del refinado público. Como cierre a una noche de una agradable tónica que permeó la capilaridad de los cerebros presentes y con la alegría de lo intelectual que retozaba danzando en los techos góticos de la colonial iglesia, le pedí al poeta José Mármol que inspirado en su musa nos deleitara con una de sus elegías dedicada a su Afrodita. Con gusto lo hizo y así cerramos esa hermosa noche. Hay algo que tengo pendiente de discusión con el fraterno amigo psiquiatra, pues en su disertación señaló que: “Los momentos de felicidad no son la felicidad”; disentí de sus juicios y esto será razón de otro “conversatorio”, para defender mis puntos de vista de la felicidad. Yo personalmente creo que la felicidad, está construida sobre esos pequeños o grandes momentos de alegría.