El pueblo exige: cero borrón y cuenta nueva

El pueblo exige: cero borrón  y cuenta nueva

Los entuertos dejados por los diferentes ayuntamientos del país, merecen que la ciudadanía se empodere del derroche de recursos, no solo gastados sino contraídos para obligaciones futuras, una vez sus funciones oficiales han cesado.
El lamento de los nuevos alcaldes debe ser oído con atención, ya que si no se les presta atención, una vez terminado su mandato, las nuevas autoridades pueden incurrir en este tipo de corrupción, amarrar negocios en los cuales puedan seguir recibiendo dividendos, los cuales incrementan el costo de las obras a construir o a reconstruir, lo cual va en detrimento de los ciudadanos que son los que, con sus impuestos, posibilitan tales realizaciones. El grito de los alcaldes de las principales ciudades del país, es una advertencia para valorizar, actuaciones que se pensaban serias y necesarias. Veamos:
Nuestro anterior alcalde de la ciudad primada de América, Roberto Esmerito Salcedo Gavilán, con sus desaciertos y caprichos, dejó una deuda de casi dos mil millones de pesos, lo cual obliga al nuevo Alcalde David Collado a incurrir en un préstamo oneroso, para poder pagar el sueldo trece. ¿Cómo surgió este escandaloso defalco? Muy sencillo. Al conocer su derrota, este político peledeísta se aventuró a realizar operaciones y contrataciones, a sabiendas de que no las podía honrar. Esto lo hizo contando con la benevolencia de la justicia dominicana y de pretender ser beneficiado con la política absurda de: “borrón y cuenta nueva”.
Sin importar las consecuencias políticas que su sometimiento a la justicia engendra, David Collado debe rebuscar los compromisos realizados, especialmente en el largo período de transición, en donde los perdedores se alocaron y dispusieron de prerrogativas que no les incumbían. Dos mil millones de pesos es una suma considerable, la cual, si se demuestra cierta, refleja el desconocimiento durante catorce años de este otrora comediante.
En el Santo Domingo Este, el desaparecido alcalde Juan de los Santos “Juancito Sport”, tuvo un déficit menor, sin embargo no deleznable de aproximadamente novecientos millones de pesos. El Cañero, como le llaman al nuevo Alcalde, tendrá que hilar muy fino para poder paliar este enorme fardo y poder salir adelante, no obstante estar estrenando un nuevo Palacio Municipal, que de seguro es parte de la deuda.
Santiago de los Caballeros no es la excepción. El alcalde saliente, Gilberto Serrulle, no sólo tuvo un déficit de aproximadamente mil quinientos millones de pesos, sino que dejó la ciudad llena de toneladas de basura en sus calles, los equipos del ayuntamiento canibalizados y las arcas vacías atiborradas de pagarés, contratos incumplidos y hasta compromisos personales. El problema de sacar a flote este desastre, le costará al ex presidente de la Cámara de Diputados, protagonista de un calendario personalizado, hacer valer sus habilidades, tal y como lo hizo con la “Constitución Infantil”.
San Cristóbal no es una excepción. El error de haber nombrado un ex-beisbolista cambia chaqueta en esa delicada función, lo está pagando con creces la otrora ciudad benemérita, cuna de Trujillo, que de haber presenciado esa hecatombe, hoy hace tiempo hubiese firmado con los carmelitas.
Hubo excepciones, aunque no debiera sacarlo a colación por ser oriundo y pariente del titular del Municipio de Los Hidalgos en Puerto Plata; éste dejó en banco, más de ochocientos mil pesos, el subsidio de la Liga Municipal equivalente a un millón seiscientos mil pesos y los recursos para pagar el sueldo trece. Así como debemos propiciar el enjuiciamiento de los alcaldes corruptos y prevaricadores, debemos reconocer aquellos que cumplieron fielmente sus obligaciones de prestar servicios a la comunidad sin importar banderías políticas ni creencias religiosas.
La Liga Municipal Dominicana, como reguladora de los ayuntamientos del país, deberá hacer pública una relación de las cuentas fiscalizadas de cada cabildo. La no ejecución de esta sugerencia, equivale a hacerse cómplice de los depredadores. Por eso abogamos, por erradicar la costumbre de: “borrón y cuenta nueva” y sustituirla por “desfalcadores a la cárcel”.

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