El pueblo pisoteado por el PRD

El pueblo pisoteado por el PRD

Transcurridos un poco más de siete semanas de la celebración de las elecciones, los políticos del partido perdedor y todavía gobernante, los que son funcionarios, manifiestan un tremendo rechazo a la ciudadanía que antes cortejaban de ese evento electoral y la engañaban con toda clase de obsequios y de promesas.

Ya no aparecen las autoridades perredeístas, tan solícitas a la hora de buscar el voto el pasado 16 de mayo, para hacerle frente a la desastrosa situación de los hospitales, a los que les falta de todo, y en donde el padecimiento, y casi asesinato de los pacientes que necesitan ser dialisados frecuentemente, retrata a las claras un desprecio que no se concibe en un servidor público, que recibe su salario de lo que pagan los millones de contribuyentes en impuestos, ya quisieran tener la seguridad que recibieran un poco de atención en esos centros de salud.

Ya no aparecen las autoridades para hacerle frente a los padecimientos de los moradores de Elías Piña, aislados desde el pasado 24 de mayo, cuando los grandes torrentes de agua destruyeron los puentes que cruzaban tres ríos de la zona. Hasta ahora solo se oye al senador clamando en el desierto, por la falta de interés para resolver ese problema el cual no tiene capital político por no haber elecciones cercanas en las cuales necesitan atraerse a los votantes.

Ya no aparecen las autoridades para hacerle frente al problema de la migración haitiana, agravada después del desastre de Jimaní, y mientras el vecino país se ve ocupado por tropas interventoras de varias naciones, aquí creemos que tal situación no nos compete. Las autoridades locales no le prestan atención a Haití y todo para dejárselo al próximo gobierno.

Tampoco aparecen las autoridades responsables para hacerle frente a la crisis de los apagones, que son dejados por su libre ocurrencia y presiones de los generadores, ahogados por la insolvencia del gobierno de no cubrir sus compromisos, pretendiendo las autoridades actuales lavarse las manos, evitando enfrentar la situación y que sea una responsabilidad de las próximas.

Ya no aparecen las autoridades perredeístas para hacerle frente a la crisis económica, y cuando anuncian que someterían al Congreso la controvertida reforma fiscal requerida por el FMI, agregan que someterán un aumento de sueldos del 30%, a sabiendas que de esa forma no se aprobaría una innecesaria reforma fiscal, que agravaría la pobreza de la población y añadiría más combustible social al ambiente actual, en donde todavía no se nota mucho por estar convulsionados solo los pueblos del interior, menos las calles de la capital.

Ya no aparecen las autoridades para enfrentar con sensatez, y no con bravocunadas dictatoriales, la situación del aeropuerto de Herrera, por el famoso decreto expulsando a sus usuarios para entregarle parte de esos terrenos a los contratistas de la autopista Duarte, que lo recibieron como dación de pago de cubicaciones pendientes en los finales de la administración anterior de los peledeístas. Se ha preferido la vía de la confrontación para crear un tremendo malestar, ya con ribetes internacionales, que podrían afectar severamente la frágil maquinaria aérea civil del país, la cual no ha podido superar en años la restricción de los vuelos a Estados Unidos por la incapacidad, o mala fe de las autoridades dominicana, de hacerle frente a los requerimientos de seguridad aérea.

Ya las autoridades pepehachistas no tienen interés en trabajar, pese a sus buenos sueldos, y los afectados en mayo pasado con las inundaciones del río Yuna y sus afluentes, todavía sufren las penurias de tener sus parcelas afectadas y casi sin posibilidades de recuperación. Incluso las autoridades se han vuelto tan indolentes, que hasta la ayuda a Jimaní, no la han sabido coordinar adecuadamente, y ha sido necesario, que el sector privado, religioso y humanitario, haya acudido a enfrentar la realidad, que hasta el papa Juan Pablo II envió un emisario para percatarse en el terreno de real situación de los damnificados. Y es que ya habían transcurrido las elecciones del 16 de mayo, y al perder, los pepehachistas perdieron todo el interés de continuar trabajando para resolver los problemas, y era mejor para ellos entrar en un período de indolencia similar a aquel de la España Boba.

Las autoridades perredeístas, al final de su mandato, merecen el repudio moral de la ciudadanía, por el castigo, que como venganza estamos recibiendo, al estar dando un servicio público a desgano, o simplemente ignorando sus obligaciones como parte del rencor por haber sido castigados masivamente por el pueblo el pasado 16 de mayo.

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